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Channel: Me miro en el espejo y soy así
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Año nuevo, reto nuevo

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Desierto de Namibia. 
220 kms en 5 días. 
Julio de 2014. 
Subir la duna más alta del mundo. 
También la más antigua.
Carrerón donde los haya.

Se dice y se escribe pronto. No creo que se corra tan rápido..,pero la ilusión no me cabe en el cuerpo...y estoy segura de que ella correrá también muchos kms por mi.

He empezado a entrenar ya y tras el 1er mes, tengo los gemelos como para partir nueces de doble capa. 
No sé cómo llegaré a Julio...pero eso ahora mismo ni lo pienso ni me importa. 
Solo quiero disfrutar del camino...y en eso estoy.

Si plantearse un reto así ilusiona, aún ilusiona más si vas a compartirlo con amigos. De nuevo viajaré con mis colegas vallisoletanos Miguel y Tere. Nuestro equipo Trail à porter a tope y en todas partes. 
Para Miguel casi será un paseo, que ya se ha recorrido unos cuantos desiertos...pero aún así pienso entrenar hasta estar tan fuerte como para darle pasón y dejarlo KO. Tiembla Miguelito, que mi tez morena seguro que viene de antepasados saharianos, hijos de la Diosa de la tribu de las mujeres descalzas!!! 
(objetivo number one para esta carrera: ampollas 0).

Por si no tuviese suficientes motivos para sentirme ilusionada y feliz, esta vez voy a llevar conmigo a mi fan incondicional número 1. Mi mejor aliada, amiga, mi guía, mi fuerza en los momentos de flaqueo... 
¡¡¡MI HERMANA SE VIENE CONMIGO!!!...
Pensar que ella vaya a estar allí esperándome tras cada meta, no me acortará los kilómetros desde luego, pero seguro que me los hará más llevaderos. 

Cuando me pasaron su llamada en el trabajo...y le oí decir: 
"Syl, que me dan vacaciones en Julio y me voy contigo a Namibia"
...se me saltaron las lágrimas!!. 
No podéis imaginar cuantísimo la quiero!!!. 

El camino hasta entonces lo recorreré con entrenamientos, carreras con mi compi y amigo Coke y muchos mimitos a mis pies. Sin duda será intenso...como la vida misma...

PD: 
Feliz 2014 a todos. Disfrutad de cada milisegundo de cada uno de vuestros días...que no se os olvide, que nunca vuelven!!!


Trail de Barxeta 2014

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Conocí al grupo de los "chalaos", amigos de Coke. Encantadores todos a la par que divertidos.

Con mi Carlitos al que hacía muchos meses que no veía. Un gran amigo de abrazos únicos!

Era la tercera edición de la carrera de montaña de Barxeta. No había ido a ninguna y la verdad es que me llevé un muy buen sabor de boca. 

Creo que de entre las razones principales está el reencuentro con muchos amigos (Carlitos, Rakala, algunos compañeros de mi curro actuales y pasados y hasta mis compis del tri), así como también el conocer al grupo de los "chalaos" o a Manu Zafra. 
Y como no, el tener conmigo a mis amigos Coke, Cris y Sergio.
La verdad es que los amigos forman parte de todo lo que uno siente cuando va a una carrera, son parte del paisaje, de las cuestas y hasta de la meta. Sin ellos, sin duda alguna, un día de carrera tendría mucho menos sentido.

Me encantó Barxeta. La organización me pareció muy buena desde el principio. 1500 participantes y recoger el dorsal en cero coma...ya dice mucho de ella.
La carrera es muy bonita y da pie a disfrutar mucho de correr (cosa que en algunas no pasa...que casi te dedicas más a escalar que a otra cosa). El único problema que tuvo fue que el día anterior lloviese y el terreno fuese algo más resbaladizo que una pista de patinaje...pero de eso no es culpable nadie...

Salí con Coke y juntos fuimos hasta el km 10 más o menos...y a tramos. Él está entrenando muy fuerte y la verdad es que iba sobrao. Yo me sentí super bien en todo momento, pero no era plan retrasarle, así que a partir de la mitad, ya no volví a verle el culito ni a darle la murga con mis charlas.

Tan en mi mundo iba yo bajando por una senda pedregosa y resbaladiza, que cuando de repente vi caer a una chica delante de mi, creí que aquello no estaba pasando de verdad. Paramos unos chicos y yo. Al verle sangre por la sien y que estaba mareada, casi me mareo yo por solidaridad. 
Pobrecita que porrazo se pegó. Suerte que teníamos cerca el siguiente avituallamiento y en cuestión de minutos ya estaba allí el quad para recogerla. Espero que no fuese nada.

Se me pasó el susto y seguí con ganas y energía hasta el final. 2h51min para los 21.3kms y 956m +
Entrada triunfal con una orquesta sonando en la calle (animación brutal) y la música de Adele en meta a toda castaña.

Mucha gente no llega a entender donde está el disfrute en madrugar un Domingo, correr y cansarte hasta la extenuación y que luego te puedan doler hasta las pestañas, para total no ser nunca el ganador/a ni llevarte algo más que una mochila y unas naranjas para casa. Yo siempre digo que el sentir tu propio éxito, conseguir lo que te propones, ver que eres capaz de superarte, de retar a tus límites y engrandecer con cada latido tu corazón, es una droga dura a la que todo el mundo debería engancharse.
Yo lo estoy y me siento tremendamente feliz por ello.

Ayer día 21 cumplí 42 años. Mis piernas corredoras y mi mente cada día más sosegada (viva la meditación!), siguen siendo muy jóvenes. Casi 20 años corriendo ya. Ojalá nada me pare nunca.


Rolfing, Punción seca y Fascitis

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Hola, me llamo Sylvie y tengo fascitis plantar desde hace 1 mes y medio.

Después de leer a tantos corredores afectados por este mal mayor, pienso que casi se podría montar una sociedad anónima a la que poder ir a lloriquear y desahogarse con el "mal de muchos, consuelo de tontos".

El pasado mes de Febrero, tras un entrenamiento de 2h por montaña, llegué a casa con la sensación de que alguien le estaba prendiendo fuego a mi arco plantar.
Las fallas no habían empezado y de entre algunas piedrecillas del camino, no se encontraba ninguna colilla encendida... ¿a qué se debía entonces esa molestia porculera?


Pronto obtuve respuesta...fascitis plantar al canto. El primero en informarme desde 400kms de mi casa, fue mi amigo Greyecillo, que es siempre mi enciclopedia personal (más que el google, que ya es decir), sabe de todo el tío...
En cuanto pude, fui a lo que según el trauma tenía que ir...y vamos, que las sesiones de electroterapia, no sé qué historias de láser y demás artilugios...no me hicieron ni cosquillas.

Mi hermana llevaba aconsejándome un par de años ya, la visita a un rolfer, ya que a ella le había ido muy bien tiempo atrás...y como sabía que de lo que se trataba en el método Rolfing, era de liberar las fascias, pues para allá que me fui pitando.
Son 10 sesiones porque han de ir trabajando las fascias de todo el cuerpo. Solo llevo 2 y la verdad es que de ambas salí alucinada. En la 2a, sobre todo, que se dedicó a mis piernas, flipé en colores.
Al salir ya no me dolía absolutamente nada. Es un método holístico, en el que se producen cambios físicos pero también pueden ser psicológicos. Esto lo digo por los escépticos. Yo lo soy y creo que por eso no había ido todavía...pero la verdad es que me estoy sorprendiendo mucho de conocer las razones de mis posturas (sin que el rolfer me conozca de nada) y cómo es posible modificarlas.

Al no dolerme nada...y como los corredores somos como somos y la palabra parados solo nos suena al 26% que tenemos en España...pues salí a correr. Y aunque la verdad, dolor no tuve ni durante ni después, sí me noté que de vez en cuando me venía un pinchacito en el arco plantar a partir del día siguiente.

Aquí fue cuando decidí ir al matadero y cogí cita con un fisio practicante de la punción seca.
Fui ayer. Me clavó agujas y las remeneó, desde mi cadera hasta mi pie, pasando por el culo, isquios, gemelos, psoas, tibial posterior y...susantamadre qué daño me hizo por todas partes!!!
No vi las estrellas, creo que directamente llegué a tocar con las manos toda la vía láctea!!
Igual es que soy muy quejica, que también...pero vamos, que el fisio al ponerme una de las agujas del pie llegó a soltar..."pobreta" (lo diría por algo, digo yo...).
Salí de allí, que si me hubiesen cortado la pierna, habría caminado bastante mejor.
Y encima él insistiendo..."pero apoya bien, no cojees, camina normal"...pero ¿cómo se hace eso cuando como decía aquel..."no me siento la pierna"?????

Hoy no noto el pinchacito ni nada...(bueno, el gemelo como con agujetas)...y aunque ya tenía que correr según el fisio, esperaré a mañana, que lo peor de la puñetera fascitis, es que te lleva a estar acojonado todo el santo día...vas tipo deshoje de margarita...ahora me duele, ahora no me duele...

Si no tuviera la ultra de Namibia a la vuelta de la esquina (Julio parece estar lejos pero se llega en un ná y menos), no me preocuparía ni la mitad. Vamos, que yo problemas de tirarme a la bartola (o al bartolo en mi caso) unos cuantos meses, no tengo...pero teniendo inscripción y vuelo pagados, pues como que a una se le ponen los ovarios de diadema.

Tengo a mi hermana, acompañante pomponera inigualable, leyendo sobre Namibia, hablándome en inglés para practicar y queriendo hasta entrenar un poco para corretear por allí conmigo algún que otro rato. Con ella cerca imposible tener dudas de nada. Yes, we can!
¿Se puede tener más suerte que con una super sister como la mía?
Añadido a todo esto, con ella ando metida de lleno en cuidar mi mente a la vez que cuido mi cuerpo y eso me hace llevar hasta la lesión de una manera muy distinta. I am happy. Very happy. Y oye, que aunque me apetece muchísimo correrla, si por una de aquellas tuviese que acabar yendo a Namibia a disfrutar de África, del desierto, de los animales salvajes y de meditaciones inigualables, pues sería porque tiene que ser así y no le daría más vueltas.
Como dice un compi mío del curro, soy una flower power!!!

Y que así sea por mucho tiempo!

Pd1: Quiero agradecer los consejos y el cariño recibido de ex-fascitiosos plantares como Andrés (mechitas), Jaimito (runnerwolf), Ángel (benalaz)  y muchos otros corredores amigos de Alzira que también la han sufrido y me han contado sus experiencias (yo ni conocía los síntomas de una fascitis y empiezas a hablarlo y va y la ha sufrito hasta el gato!!).

Pd2: Por otra parte, contar que mis amigos Miguel y Tere no nos acompañarán en esta aventura tal y como planeamos, ya que poco después de inscribirnos, a Miguel le diagnosticaron una fractura tibial que le iba a dejar sin correr unos cuantos meses. Según sé, parece que ya está bastante recuperado, así que en breve podrá volver a soñar con nuevos retos. Suerte amigo!

Trail Xàtiva relajadito, que es participio

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Aquí la menda esperando a los amigos corredores. 

Coke, Nardo, Syl, David y Gado. Ellos sudaos tras la carrera. Yo relajada tras el paseo
Dispuestos a comerse el arroz al horno, bien merecido (grupo los chalaos)

Eufórica de forma y mente en Enero, me apunté al trail natura de Xàtiva (ciudad en la que trabajo y entreno durante la semana).
Era la 2ª edición. A la primera no pude ir y me quedé con las ganas.
Pero llegó Febrero y la fascitis de mi pie izquierdo quiso llamar toda mi atención. 
Y lo consiguió, la muy egocéntrica!
Así que en aquel momento pensé que de nuevo sería una edición fallida.

Llegó Abril y mi pie había mejorado barbaridades. Empiezo a correr ya y me siento muy bien, pero decido no forzar y en lugar del trail para corredores, hacer el trail para caminantes.
Bajar de golpe de 21kms a 12.5 tiene su aquel. No de relax precisamente, sino de sentir que el esfuerzo será mínimo y que no me ganaré ni el plato de arroz al horno que dan al terminar.

Pero joder con los caminantes!!!...Creo sinceramente que son más competitivos aún que los corredores!...De hecho, el 80% (por decir un número con el cual me quedo corta fijo) de los que vi a mi paso, corrió.
Yo que para las normas de juego soy muy cuadriculada, no corrí ni medio metro…y no por falta de ganas.
Ahora, eso sí…caminar, caminé como alma que lleva el diablo, más rápido incluso que el correcaminos en patines…que ya es decir.

Disfruté muchísimo. Llegué a pensar que a mí me iba mucho mejor lo de caminar que lo de correr, pues fui todo el tiempo cerca de la gente que iba en cabeza (y eso que muchos corrían), pero la verdad es que al terminar, tal como me dijo un amigo del grupo de los chalaos que hizo el trail corriendo… 
“pero si tu hoy ni has sudao!!...a mí no me cuentes películas, que a ti te gusta más el barro”…(no digo la palabra exacta que dijo que es un pelín malsonante).
Y es cierto…eché de menos llegar exhausta a meta. Sentir la adrenalina fluir a raudales. Las piernas temblar. El corazón desbocado. Me gustó la caminata, pero es verdad que me gusta más el barro.
Démosle barro al cuerpo pues!

Pd1: Alegría fue también ver al equipo Sanus Vitae, con las palabras siempre optimistas y alegres del mister, así como a compañeros de trabajo que también participaron.

Pd2: Un pasito más hacia Namibia. A 100 días del reto, las pilas tengo cargadas a tope. 
Barro no sé...pero lo que es arena...

Trail Font de la Figuera 2014

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Raquel, Pepe y yo, preparados y listos...(más o menos)

Raquel, se quedó con ganas de hacer la carrera larga


Tras un sábado de celebración espectacular con todos mis amigos (cumpleaños gitano de mi Lunita con comida, merienda y cena), me fui a dormir con las mismas ganas de madrugar para ir a correr, que de que me dieran con un bate de béisbol en la cabeza. Tuve una lucha interna con mi mente que ni os cuento, pero finalmente la responsabilidad y esas cortas 8 semanas que me quedan para el ultra de Namibia, vencieron.Tenía que ir, si o si.

Soñé con mi amigo Michel (que falleció hace 2 años ya) y me desperté con una sensación de tristeza y vacío interior, que viéndoles la parte positiva, me sirvieron para no pensar ni en cómo era la carrera, ni en los kms, ni en el tiempo que haría.
Teóricamente iba a llover, así que hasta chubasquero me había preparado en la bolsa la noche anterior.

Salí temprano, tipo autómata, cogí el coche y cuando ya iba por la autovía, me di cuenta de que no sabía si conocía el camino. Miré de reojo mi móvil nuevo y todo sonriente y lleno de luces de colores me dijo que si llevaba gps, ni él mismo sabía dónde estaba. Un pensamiento ráfaga me apareció de repente: “como después de tanto rollo, no sepas llegar a la carrera, te autodoy una paliza que te vas a enterar”…

Pero llegué. Somnolienta total fui a por mi dorsal y unos calcetines de Lurbel muy chulos que nos regalaban. Mi amigo Rubén que estaba ayudando a la organización fue quien me los dio. Una alegría verte chaval.

De camino al coche para dejar el chubasquero (el cielo tenía la misma pinta de lluvia que yo de ganar la carrera), me encontré con mis amigos Pepe y Raquel (mi profe de estiramientos y  meditación, con su chica). Ya se animaba la mañana y esa penita que me acompañaba se iba disipando.

Ellos iban a hacer la sprint trail (de 10kms), pero como salíamos a la vez, nos pusimos juntos en la cola del pelotón.

 1, 2, 3 pollito inglés y a correr. En menos de 2kms ya estábamos en la montaña y con la primera cuesta (cuestón), llegó el embotellamiento. Aprovechamos para charlar y reír e incluso disfrutar del paisaje, que después con tanta piedra suelta en el camino ya sería tarea imposible.

Vamos juntos hasta el 1er avituallamiento, a partir del cual me planteo ponerme un poco las pilas y espabilar, que a mi aún me queda mucha carrera.

Voy un tramo largo con 3 hombres, con los que divago del calorazo que pega, de la sequía y hasta del color de los almendros. Con ellos llego a la 2ª subida.

Si la 1ª fue impresionante, no tengo palabras para describir la 2ª. Tú sabes aquello de que miras para arriba y no ves un final?...pues eso…
A medida que subes, más inclinación…y más y más…hasta tener que llegar a poner las manos en la tierra para no resbalar hacia abajo…vamos, lo que se viene denominando subir a cuatro patas.

Casi en el final, alcanzo a una chica y empezamos juntas a acordarnos de todos los inscritos en el libro de familia de los organizadores de la carrera. “Esto tiene que ser una broma”…decía ella.
Pero no, no era broma, ni siquiera un chiste malo…era la llegada al punto más alto de la carrera…(aunque no el último, que tampoco era cuestión de aburrirse el resto de kilómetros)…

María y yo nos presentamos, nos liamos a charlar y a conocernos y decidimos ir juntas hasta meta. A ella no le gusta correr sola y aunque a mí sí, también se agradece a veces ir acompañada. Se nos une Antonio (uno de los 3 con los que iba anteriormente) y formamos un trío tralarí bilingüe (valenciano-castellano, María es de Yecla) super animado, que da un nuevo color a la montaña.

Tenemos momentos para todo, bajonazo de María y tropezón con distensión en el tobillo incluido, mi necesidad meadera y cortazo con sangre en la mano que me hago con el dorsal y las gratas explicaciones de Antonio, que es de la zona y se conoce esas montañas como si fueran su casa.
La 3ª y gran subida se hace más digerible gracias a que él nos va indicando hasta las curvas y desniveles.

Llegamos al último avituallamiento, kilómetro 20.

Yo me bebo hasta el agua de los patos (virgen qué calor!!), María rellena su botella y nos mutuoinsuflamos energía para los 4kms restantes que por fin, son todos de bajada. Esto está hecho!

Y así, entre pitos y flautas, buen rollo y motivación continua, llegamos los 3 juntos a meta. Nos damos las manos. Nos abrazamos fuerte. Nos damos las gracias. 4h14 de amistad y esfuerzo. 

La vida te lleva por miles de caminos y en todos ellos te encuentras con muchas personas. Unos dejan de estar y te dejan huella (como Michel), otros, te acompañan un tramo y se apean (como María y Antonio)…pero todos, absolutamente todos, ya forman parte de tu estela.

 Pd: no conocía la Font de la Figuera y me encantó, tanto el pueblo en sí, como su gran carrera. Fantástica organización, muy buen ambiente y magníficas vistas desde los balcones del cielo.
Volveré.

Maratón nocturno de Chiva...ZZZzzzzzzz

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Con mi querido Javi M. Él y su purito antes de cada carrera.

Con Pedro Mas (ese Sanus!!)

Con mi amigo Rafita, que llevaba ya 30kms en las patas.


Javi M. y yo en el bus hasta la salida

Javi, Silvia, moi y Rafita minutos antes de empezar

Mi bocadillazo de tortilla y yo, tras cruzar la meta. 
Cuando una mira la web de una carrera y se queda solo con 3 datos mataos, como pueden ser, distancia, lugar y fecha, después pasa lo que pasa…
Lo gracioso es volver a ella tras terminar y ver que todas las pistas de la locura que ibas a vivir, estaban bien claras…
¿Qué podíamos esperar de una carrera en la que el 54.5% del recorrido fuera “senda/zona técnica”...en la que hubiera tantos puntos de atención médica…o que empezando ya por el principio le llamasen maratón y tuviese 43.5 kms (que acabaron siendo 44.4)???...
Pues eso…que lo raro hubiese sido que aquello fuese fácil…

Llegar a Chiva y ver el fiestón que tenía el pueblo organizado, con disco móvil bakalaera, las calles llenas de gente, ambientazo por todas partes…y preguntar así al azar si sabían dónde era la entrega de dorsales de la carrera y que contestasen…¿carrera, qué carrera?...me hizo sentir ya, que a subnormaladas de esta calaña, nos apuntamos nada más que unos cuantos inconscientes.

De entre ellos, allí estaban mis amigos Javi Muñoz y Rafita Martínez (el primero habiendo corrido ya un trail de 20 kms esa mañana y el segundo habiendo participado en 3 carreras de 10kms durante el día)…Si, aún hay más inconscientes que yo.
Tras saludarles, me puse a buscar a Pedro Mas entre la gente, hasta que apareció y por fin pudimos conocernos. Gran chaval este Pedro…Somos Sanus, no podía ser de otra manera.

Rafa me presenta al grupito con los que había decidido ir (ya que a mí la noche me confunde y tenía claro que sola por la montaña no iba a ir) y allí entre risas y fotos, llegó la hora de salida del bus que nos iba a llevar al inicio de carrera.
Javi Muñoz y yo nos sentamos en última fila junto a Ashaman, en plan los bordes de la clase… y vamos todo el camino riéndonos y haciendo el aca.

Llega la hora, bajo el arco de salida nos juntamos todo el grupo para hacer piña y salvaguardarnos de los gamusinos (Silvia, Javi, Miguel, Rafa y yo).
Nos acabamos de conocer (excepto a Rafa que ha sido el nexo de unión) y ya nos estamos riendo de los frontales, luces traseras, relojes varios.
Música genial y super fuerte en medio del silencio de la naturaleza. Cuenta atrás todos a la vez…10, 9, 8…y salimos!

El recorrido empieza divertido, 4 kms hacia arriba, como quien no quiere la cosa…Vamos todos bien, tranquilos, todavía hablando y disfrutando.
Javi y yo nos vamos adelantando a ratitos, Silvia se agobia de ver que Rafa no está en su mejor noche para un maratón y no para de pedirnos que nos vayamos los dos, que se queda con ellos (Miguel y Rafa). Yo no tengo prisa y Javi no quiere irse solo, así que seguimos adelante juntos.
Casi todos ellos llevan unos frontales con mogollón de lumens. Yo, que creía que “la vista se me haría al entorno”, no veo tres en un burro con el mío y voy tropezando cada poco rato.
Mi torpeza corriendo con frontal llega a niveles insospechados. No controlo donde voy a pisar y eso me hace sentir insegura y limitada total, así que me viene genial ir a un ritmo más bajo.
Parece que Rafa se ha quedado atrás. Silvia le va pidiendo que abandone en el próximo avituallamiento porque no va bien. Si uno no se ve fuerte desde el principio, ponerle punto y final es lo más inteligente. Eres muy grande Rafa!.

Poco después Miguel también empieza a pasarlo mal, con vómitos y mareos. Seguimos y paramos sin saber realmente qué hacer. Silvia me dice que Miguel abandona y que se va a quedar con él en el avituallamiento del km 15. Le pego la paliza para que se quite esa absurda idea de la cabeza. Ella va bien y lo puede hacer, pero le agobia ser un “lastre” (palabras de ella) para Javi y para mí, además de dejar a Miguel solo.
Tenemos unos largos minutos de dar vueltas a la situación y finalmente Miguel se queda en el siguiente control de dorsales. Silvia se viene. Va llorando, asustada por cómo está Miguel de mal. 
La tranquilizo como puedo y seguimos los 3 sumidos en una oscuridad, silencio y cuestas totales.

Así, caminando, corriendo y parando, vamos juntos, contándonos la vida, conociéndonos y sabiendo de cada uno de nosotros. Nos reímos de ver que yo me consideraba un poco perro verde, pero Silvia resulta serlo más. Voy disfrutando mucho porque no me estoy esforzando en exceso, lo reconozco, pero como mi intención era entrenar muchas horas y no hacerlo sola, voy feliz de estar viviéndolo como pretendía. Silvia y yo competimos en caídas. Voy ganando 3 a 2, hasta que en la 3ª de Silvia, cae sobre una planta venenosa llena de pinchos y se hace el brazo a cruces. En el avituallamiento del km22, está la médica que me había presentado Javi Muñoz en la recogida de dorsales, que la mete en la ambulancia para curarla. El otro Javi y yo nos ponemos finos esperándola (almendras, plátanos, sandía…de todo) y charlando con los que han abandonado en ese avituallamiento.

Seguimos, y en un subidón allá por el km 24, nos encontramos con Héctor, un chico que va solo y que se apunta a nuestro grupo. Pasamos unos tramos muy complicados de cuerdas, abismos, zonas en las que prácticamente había que escalar. Yo en alguno paso un miedo del copón, pensando incluso en mi amigo Coke y en lo bien que hizo en no querer apuntarse (que tiene un vértigo gigante).
Javi ha tirado para adelante al empezar a hacerse de día y nos hemos quedado Héctor, Silvia y yo.
Unos kms más adelante, sobre el 29, empiezo a sentir un sueño tremendo…indescriptible la sensación. Sentía hasta mareo, con ganas de tirarme al suelo directamente y dormir. Vamos andando todo el rato y yo siento que he de correr para espabilar o algo. Voy tomando gel con cafeína pero me da asco y encima no noto el despeje que tenía que producirme.
Empiezo a correr con ganas y parece que voy despertando. Les dejo atrás pero me planteo correr sola y esperarles en el avituallamiento del km 32.

En este avituallamiento me río mogollón. Están con la música maquinorra a tope, de día ya, medio borrachos la mayoría, con sus botellas de alcohol casi acabadas. Bebo 2 vasos de coca-cola seguidos, como si me la quitaran. Cojo un sándwich de nocilla y me siento en una silla, me quito las zapas y los pinchos que llevo. Charlo con ellos. Son super atentos y encantadores. Allí hay otro chico que ha abandonado (otro Javi, era la noche de los nombres repes), que hablando conmigo decide que cuando lleguen Héctor y Silvia se viene con nosotros para intentar acabar.
Llegan los dos, cansados pero contentos de saber que sólo nos quedan 11kms. Comen también sándwiches de nocilla. A Silvia le entra otra llorera emotiva. Ya sabe que esto está hecho. A la falta de azúcar lo achaca ella.
Seguimos adelante los 4, caminando, poco a poco, subimos otro cuestón de 3 pares de cojones. De nuevo me viene el ataque de somnolencia. Les oigo hablar y yo estoy más pallá que pacá otra vez. Al llegar a la cima, les pido que trotemos otro poco porque es que me vuelvo a dormir a lo bruto (incluso pensaba… “parece que me hayan hipnotizado, ¿qué leches me pasa, con lo que aguanto yo de marcha???”!!)…
Sigo y sigo adelante, corriendo cual gacela y sintiéndome mucho mejor. Les pierdo de vista, pero es de día total, Silvia va bien acompañada y ya no me siento mal de dejarla.
En el km 38 viene el regalo de la carrera…una subida con un desnivel del 45% nada menos…Subo tranquila, pego la sudada del siglo, lo que no había sudado en toda la carrera y por fin…último avituallamiento. Por allí aparece Miguel, que está esperando ya a Silvia. Me alegra muchísimo saber lo contenta que se pondrá de verle bien.
Del 38 al final, km44.4, voy corriendo, estoy en la última cima, con una sensación genial…como si acabara de empezar la carrera. Envío energía desde las alturas a mis dos amigas Elena (Muñoz y Amat) y a mi amigo Manolo, para que los 3 se recuperen pronto y bien.

Ya estoy en Chiva y me animan los policías, también algunos jóvenes que probablemente, al igual que yo, tampoco se hayan acostado.
“200 metros” me dice un señor… “ya lo tienes” me dice otro.
Llego a meta y la gente que hay me aplaude mogollón. Me siento hiper fuerte. No me duelen las piernas, ni llevo las pulsaciones altas ni me siento desfallecer de sueño.
Una vez más, he conseguido llegar y como dice Louise L. en mi agenda, hacer realidad mis sueños.
“El mundo necesita de soñadores prácticos, soñadores que no se contenten con soñar, sino que tengan el firme propósito de hacerlos realidad.
Recuerda que todo empieza en la mente antes de materializarse. Sueña”.
Rafa, que nos esperaba en meta, me da un abrazo enorme que me llega al corazón.


Pd1: Espectacular organización. Amabilidad y simpatía a raudales. Me gustó mucho como se portaron absolutamente todos. La carrera era muy dura, muy técnica y con mucha tierra y piedras resbaladizas, pero me encantó ir.
Pd2: En cuestión de minutos me bebí al llegar 3 aquarius y me zampé un bocata tortilla tamaño brazo de Sansón. Esperé la llegada de Silvia, Héctor y Javi para darles la enhorabuena, así como a María (la coche escoba de la carrera), por tan buen trabajo de tiempos realizado.
Pd3: Llegué a casa sobre las 10.30 de la mañana…y por culpa de la puñetera cafeína…¡¡¡no me pude dormir!!!...


Namib Desert Challenge 2014. 220kms/5 días

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“Ningún soñador es demasiado pequeño, ningún sueño es demasiado grande”.
El antes:
Un par de semanas antes de comenzar la aventura, tras las tiradas largas notaba una pequeña molestia de nuevo en el pie. Miedo me daba ir al fisio porque temía que me dijese algo que no quisiese oír, pero finalmente, 1 día antes de viajar, fui.

Diagnóstico: pequeña inflamación de la fascia plantar de nuevo. Me puso la EPI y me aconsejó intentar no superar las 150 ppm en carrera para que la fascia se oxigenase y pudiese aguantar los 5 días de tute sin romperme. Y así lo hice…o creo que lo hice…ya que mi pulsómetro no consiguió funcionar allí en ningún momento. No sé si por estar desubicado o de vuelta y media en otro hemisferio, pero no hubo manera…

Por tanto las pulsaciones fueron a su aire…como yo, vamos.
La llegada:

Tras 3 vuelos y un total de 20 horas viajando por el cielo, llegamos a Windhoek.
Emocionadas y felices, nos subimos a un taxi que compartimos con un paquistaní que vive allí.  Con él vamos hablando todo el camino desde el aeropuerto al hotel Thule (donde la organización nos recoge al día siguiente), conociendo los pormenores y pormayores de la ciudad y sus habitantes.


El hotel nos deja gratamente sorprendidas, pues está en la parte alta y las vistas son preciosas. Y la habitación, más todavía…que tras tantas horas de avión, nos resulta algo así como un paraíso terrenal en el que quedarte tipo bella durmiente para siempre (más por durmiente que por bella, claro).


Es pronto, así que decidimos ir a dar una vuelta por el centro.

Al par de kilómetros andando, una mujer negra típica africana, con su traje de color rosa fosfo, vendedora ambulante, nos llama y nos dice que mejor cojamos un taxi para ir donde queramos, ya que dos mujeres y extranjeras, como que muy seguras no van por la calle.
Ella nos consigue uno y nos sorprende ver que no vamos en la dirección que toca, pero es que antes de ir donde nosotras hemos pedido (en realidad, la mujer vendedora fue la que le indicó al taxista donde llevarnos), hay que dejar en su destino a otra chica que también va en el taxi.

La vuelta por el centro es rápida, ya que aquello parece  un conjunto de calles de cartón piedra (es difícil de explicar…pero como un parque de atracciones, de mentirijilla vamos) y todos con los que nos cruzamos, nos miran en plan… “¿qué hacen estas dos pedorras rondando por aquí?”…
 
Conseguir un taxi para volver no nos resulta nada fácil.  Si el lugar al que quieres ir no existe en el GPS mental del taxista, te dice que “adiós muy buenas, váyase usted andando…”.
Finalmente, nos permiten subir a uno, al decirle el nombre de una calle principal cercana al Hotel Thule y saber de cual se trataba.
 
Cenamos muy bien. Vemos por allí a algunos que nos parecen corredores, pero como mucho no les llamamos la atención (tengo la misma pinta de corredora que de jugadora de basket), pronto nos vamos a nuestra habitación a soñar con la rana y el príncipe.

11 horas seguidas dormimos las 2!!...No recordaba haber dormido tanto en mi vida!...Bien me vino para lo que estaba por venir…
Encuentro y viaje pre-calentamiento:

Tras desayunar y recoger todo el equipaje, nos bajamos a la terraza al sol, donde ya hay unos cuantos corredores de charla esperando el bus que nos llevará al desierto (teóricamente en unas 4 o 5 horas).
 
Solo verles ya me pone los nervios a mil…¿sabes aquello de que todos te parecen super atléticos y fuertes y tú te sientes una mindundi que no sabe qué cojones pinta allí?...pues de ahí los nervios…

Empiezan las presentaciones. Gente de Holanda, de Alemania, de Londres, de Sud África…y nosotras…the spanish sisters, oyeah..
Tenemos tiempo de conversar largo y tendido con todos, ya que el autobús viene con retraso… (y lo que te rondaré morena)…

Por fin aparece, conducido por el que en adelante llamaré Buba (es que así le llamaba yo allí porque su nombre no se me quedaba ni grabándomelo a fuego; un nombre de esos en africaner impronunciable para mis neuronas traductoras).
Cargamos trastos y salimos hacia allá.

Tras no demasiados kilómetros, aquello ya se convierte en lo que más que carretera yo denominaría camino de cabras (o de Oryx, que es lo que más abunda por allí). Buba está acostumbrado al terreno y va a una velocidad que nos tiene a todos con el “ay mare” (nosotras) y el “oh my god” (el resto), en la boca.
Cuando llevábamos unas 3 horas de viaje y unos 1.357 golpes de pedruscos contra el bajo del bus, de repente revienta una rueda que obliga a Buba a pegar un frenazo que ríete tú de la fórmula 1. Yo creí que volcábamos, pero tuvimos suerte y nos quedamos ocupando toda la carretera a lo ancho y con los frenos bloqueados. Si llega a ser una autovía, el problema hubiese sido grave del copón…en cambio allí, en las 2 horas y pico que estuvimos parados, no pasaron más que 3 coches (que tuvieron a bien bordearnos a lo bruto).

Bajamos todos. Buba llamó por teléfono, habló en africaner, no entendimos ni papa, buscó una piedra grande y se sentó.
Y los minutos empezaron a pasar…y la primera hora…y la segunda…y a las 5.30 empezó a hacerse de noche y con la noche, un frío de cojones. Y allí estábamos todos, riéndonos, dudando de si llegaríamos siquiera al campamento, haciendo fotos y conociéndonos.

Por fin apareció por allí un mecánico. Surrealista total verle las pintas y las 3 herramientas contadas que trajo. Se metió debajo del bus y al cabo de un rato, arregló los frenos. Aplauso general y vuelta al sendero.
De ahí hasta que llegamos, tuvimos que parar unas 4 veces más, ya que el bus, directamente, no frenaba. Aún recuerdo las risas que tuvimos cuando Buba pidió un cuchillo y al preguntar alguien que para qué lo quería, David (de Londres) contestó… “to cut the brakes!…who needs brakes?”…


Del lodge al campamento:
La recogida de dorsales, presentación y control del equipo obligatorio en el lodge, lo tuvimos que hacer en 10minutos para tener tiempo a cenar y que nos llevaran al campamento.

Llegar a las tiendas de campaña, prepararnos las habitaciones 5 stars y cepillarnos los dientes para arrear a dormir, fue cuestión de milésimas. A las 6 iban a sonar los despertadores para desayunar, prepararse y dar el pistoletazo de salida a la Namib Desert Challenge…así que no era plan andarse trasnochando. 


Stage 1. 42 kms  Dedicado a mis padres, que me dieron la vida y gracias a ellos, estoy aquí.
Me levanté super tranquila. Algo que nunca hubiese imaginado.
La lesión de mi hermana en el gemelo unas semanas atrás, la tuvo dudando hasta el final, de si participar o no en el maratón del 1er día. Las dudas se clarificaron del todo cuando corriendo por el aeropuerto de Johannesburgo para no perder el siguiente avión, volvió a darle el tirón.

Se ve que el haberme planteado empezar despacio con ella (aunque sin ella) me tenía de un relajado, que mi mente estaba más tomando el sol en una playa que en marcha para correr un maratón en solitario. O eso…o que tenía tal desconocimiento de lo que estaba por venir, que lo había infravalorado.
Ese día el inicio era desde la puerta del Lodge (situado a un par de kms del campamento). Buba nos lleva en el bus. Nos hacemos fotos por allí con unos y con otros. Una todos juntos bajo el arco de salida…y en 5, 4, 3, 2, 1…here we go!!! Empieza la fiesta!!..

Salgo con Sylvie (casualidades de la vida pero había otra chica de Londres con mi mismo nombre). Al ratito se empieza a agobiar porque se nota presión en el pecho y dice que me vaya. Sigo sola. Algún kilómetro más adelante me alcanza Hans (“my netherlands boyfriend”, yo, su “spanish girlfriend”, que así nos empezamos a llamar el uno al otro unos días después). Nos reímos un rato y se va, que él era de los rápidos (de hecho terminó 5º de la general con 52 años que tiene el tío).
Llegamos a zona de montaña. Por el km 9 aparece Terry (director de carrera), en medio de la nada, para mostrar a cada corredor, una piedra enorme con pinturas rupestres espectacular.

A lo lejos voy viendo a Allison, a Tracey y a Hans que van corriendo juntos. Me viene bien porque como no hay mucha señalización, de vez en cuando me entra el acojone, así que verles, es un alivio. Por detrás a lo lejos veo a Louise, por lo que aun yendo sola, me siento acompañada.
Llego al CP1 (km 16.5) y allí están mi hermana, Coby (mujer de Hans, que también era supporter) y 2 de los chavales voluntarios que ayudan a la organización, chillando y animando como locos.


Ver a mi hermana es algo que no puedo describir con palabras. Abrazarla, emocionarme y recibir toda su ayuda (rellenándome la camel, poniéndome crema solar, preguntándome qué necesito, cómo estoy, haciéndome comer algo), tendría que considerarse casi doping.
Estoy contenta, me encuentro muy bien y he llegado en unas 2horas a ese CP, siendo que ya habíamos subido una montaña y corrido por bastante arena.

Sigo adelante y la arena empieza a abundar por el camino que rodea a las montañas. Cada vez hay más y con la mierda de polainas que llevo entra toda como Pedro por su casa. Corro con las zapas pesando un kilo cada una. Paro de vez en cuando a vaciarlas porque no puedo con el peso. Me cansa barbaridades. Veo a lo lejos el CP2 (km 25) y me animo…pero justo unos metros antes de llegar a él noto que me va a dar un calambre en la ingle derecha.
Joder!...pero y esto ahora por qué?...jamás me había dado un calambre en ninguna carrera y menos aún en la ingle!!...
Me alegro de parar un poco en el CP2 y así intentar tranquilizarme porque el agobio que me ha entrado es grande. Segundos antes de marcharme aparece el camión-safari en el que va mi hermana. Está super contenta de verme ya en el km25 y a mí me ayuda el poder desahogarme contándole lo que me pasa. Me anima con solo decirme que vaya despacito y andando si hace falta.
Me indican hacia donde he de ir y sigo. Corro, pero voy con miedo. Quedan muchos días y fastidiarme tan pronto no me permitiría terminar ni de coña.

Consigo llegar a la montaña, combinando correr y caminar. La empiezo a subir. Se cruza a la otra parte por una zona privada y protegida. Es muy diferente a todo. Nunca he visto unas montañas así, con ese color marrón tan marrón y esas formas tan redondeadas de unas piedras sobre otras. Al otro lado me espera una bajada técnica que da hasta un poco de yuyu por la pendiente que tiene…y encima…¡¡¡no veo ninguna señal de la carrera!!!...por lo que paso un tramo asustada pensando que me he perdido.
Cuando aparece por allí una flecha, vuelvo a respirar tranquila y al ver la llegada a zona de piedras más llana, empiezo a correr.

Vuelve el calambre a la ingle. Paro en seco. Faltan sobre 10kms o así y de sentir otra vez que si va a peor, no podré ni caminar siquiera…empiezo a llorar de la rabia que me da.
Me dura la tontería un par de minutos. Respiro y me hablo… “vamos a ver, cacho idiota, si no te duele andando, deja de correr y camina…mañana será otro día y seguro que te habrás recuperado”. Quiero escuchar música para no pensar en nada, pero he olvidado el ipod en la tienda de campaña, así que pongo la que llevo en el móvil, con el altavoz. Música discotequera de mucho cuidao. Aquello en medio del desierto suena como una paloma de la paz con un fusil, pero me viene bien para ponerme a caminar rápido y dejar de quejarme.

Veo el lodge a lo lejos, que es donde acaba…y  aprendo la primera lección del desierto:
las distancias parecen cortas pero son tremendamente largas.
“So close, so far”…la frase más repetida durante esos días fijo…

No llega nunca. Casi parece que ni te mueves del sitio en el que estás por muy rápido que vayas. Eso es lo que se llama literalmente la inmensidad.
Por fin veo a mi hermana que ha salido a mi encuentro. Flipa de oír la música que llevo puesta. La apago. Vamos juntas esos últimos metros hasta cruzar la meta. Nos abrazamos fuerte. Parece que así me saco el miedo de dentro al pensar en cómo estaré para la siguiente etapa. Me duele la fascitis, me duele la ingle y me duelen los pies.

Cruzo la 1ª meta, me arrodillo, cojo arena con las manos y suelto con todas las ganas del mundo “fucking sand!!”.
Los post-carrera:
El ritual de las tardes/noches tras cada día de carrera pasa por 5 momentos importantes:
1)      Visita a la piscina hiper fría que hay en el camping y metida de piernas hasta la cintura para ayudar a recuperarnos de los dolores varios.
2)      Ir a la estación de servicio que hay cercana, tomar una bebida refrescante y apetecible con otros corredores y aprovechar la media hora de wifi del día (si funciona).
3)      Ducha, casi siempre fría por llegar tarde. El primero en cruzar la línea de meta (Dirk) estoy segura de que debía quemarse!
4)      Cena en el campamento que trae la organización y que es para chuparse los dedos…menos mal!...porque alimentarse el resto del día de geles e isotónico llega a límites insospechablemente asquerosos…
5)      Risas y más risas con los compañeros post-sobremesa. Risas hasta hartar. Me he reído lo que no está escrito. Hasta los de la organización estaban encantados este año de tanta gente divertida que formaba el grupo. Amigos que me hubiese llevado a casa para no separarme de ellos nunca más.

 
Stage 2. 44 kms  Día dedicado a mi hermana, por ser mi guía y mi apoyo en la vida desde que nací.
Todos los nervios que no me acompañaban el 1er día, me aparecieron de golpe el 2º.
Sentía miedo. Mucho. Ir a lavarme el careto (vaya caretos tenía por las mañanas de no dormir!!) y notar dolor en la fascia, me hizo tener los nervios en alerta máxima. También me dolían 2 ampollas que me habían salido, aunque las curas de Mike (el médico) hicieron su efecto y eran bastante soportables…al menos antes de empezar a correr.


Sam, un chaval de Londres, me da unas cápsulas de electrolitos para que me vaya tomando cada hora y así no me den calambres de nuevo. No viviré bastante para agradecérselo, que me aprovisionó de ellas todos los días y los calambres no volvieron más.
Segunda cuenta atrás, bajo la larga e imponente duna Elim, desde donde empezaba y acababa la carrera.

Salimos hacia la zona montañosa. Voy corriendo como puedo. A unos 5kms el terreno pasa a ser más arenoso, por lo que correr se hace insufrible con las ampollas. Camino, quito arena. Sigo. Veo llegar tras de mi a Louise de Cape Town, gran mujer con una experiencia bestial en ultras por todo el mundo. El día anterior llegó a meta poco después de mí, por lo que me alegro mucho de verla y espero a que me alcance para poder ir juntas.
Empezamos a correr/caminar hasta el CP1 (km 14.7). Llegamos y allí está de nuevo mi hermana con Coby y los chavales, animándonos como descosidos. Nos abrazamos y eso me reconforta.

Allí me paro con todas las de la ley, pues está Mike, el médico, que me ayuda a ponerme nuevas tiritas en las ampollas. Louise sale delante de mí, ya que yo tengo para un rato. Tras terminar de arreglar los estropicios salgo con la intención de alcanzar a Louise, porque mi mente está en plan miedica y negativa y sé que ir con alguien me ayudará a pensar menos.
Antes de llegar al CP2 (km 23) ya vamos juntas de nuevo. El calor está siendo agobiante y nos estamos acercando a las dunas, donde el viento es igual a 0 y la sequedad es brutal.
A partir de ese avituallamiento ya todo es duna y más duna. Decidimos quitarnos las zapas e intentar subir sin ellas, pero aún nos resulta más difícil el no tener un apoyo duro como es el de la suela de una zapatilla. Nos alcanzan Sylvie, la pareja de Sud África, Alet y Johannes y también Terence.
Yo voy sufriendo lo indecible con los pies y no puedo casi ni caminar. Necesito parar cada dos por tres a vaciar mis zapas de arena porque se me mete debajo de los dedos, eso hace que éstos me rocen con la tela de la zapatilla y vea la vía láctea al completo.

Aún llegamos juntos al CP3 (km 33), donde de nuevo está mi hermana para animarme. Lloro al abrazarla porque lo estoy pasando mal y verla es como tener a una madre al lado y poder desahogarte y patalear junto a ella.
Le digo a Louise que siga, que yo ya llegaré como pueda. Me quedo sola. Pienso en mi hermana y en todo su apoyo y me pongo a llorar a moco tendido. Pienso en mi madre y en cuánto desearía que estuviera y me mimara. Pienso en mi niña Luna y en cuanto la echo de menos.
El calor es horrible y parece que todo se ralentice por su culpa. Decido cambiar el chip. Así no llego a ninguna parte.  Saco el ipod de la mochila. Me pongo los auriculares, el volumen a tope y empiezo a cantar, a grito pelao.
Empiezo a notar el cambio de ánimo. La música tiene magia. Así voy unos cuantos kilómetros hasta que de repente me aparece Jens (de Suecia) al lado cantando “un animal de corral” (del columpio asesino), imitando lo que me oye cantar en español y me pega un susto de tres pares de cojones. Nos reímos y nos proponemos hacer el resto juntos hasta meta.

Jens es un gran corredor, pero tiene una tendinitis en el Aquiles, además de los pies plagados de ampollas…así que al igual que yo, hace lo que puede.
Nos liamos a charlar y eso nos facilita mucho el camino. La llegada al final de la Duna Elim es interminable. Cuando crees que ya has llegado a la curva que te lleva a meta, vuelve a haber camino que sigue y sigue. Llega un momento en que incluso empezamos a dudar de si se habrán vuelto al campamento ya y no habrá nadie allí.

De repente, allá arriba en la cima más alta de la duna, vemos a lo lejos a alguien dando vueltas con su camiseta para llamar nuestra atención. “I am sure it’s your sister”…me dice Jens…
Yo centro más la vista, que de lejos veo menos que un gato escayola y veo que efectivamente, quien está en sujetador y ondeando la camiseta como loca, es mi hermana.

Hago esfuerzos inhumanos para no ponerme a llorar estando con Jens. Qué emoción verla allí y saber que estamos terminando!
Llegamos a meta, nos abrazamos fuerte los dos y decimos tipo Dora la exploradora…

“we did it”!!!


Stage 3. 45 kms Día dedicado a mi sobri Julia, por todo el amor que me inspira.
Tengo los pies llenos de ampollas. En un dedo llego a tener hasta 4 juntas. La fascitis sigue dando que hablar.
Tomo la loca decisión de utilizar calcetines five fingers y ponerme las zapas nuevas que había llevado para el viaje. Ambas cosas jamás usadas anteriormente para correr. No sé si me arrepentiré durante todos esos kilómetros o no, pero en vistas del éxito con mis calcetines y zapas habituales, no me queda otra que probar.

Nos llevan en el bus a una granja desde donde vamos a salir. No estoy nada nerviosa. De hecho estoy que me duermo de pie y no entiendo el motivo. Algunos de los corredores incluso se sorprenden de verme bostezar sin parar. Tengo un sueño insoportable.
(Razón: por la noche encuentro en la tienda de campaña las pastillas para el dolor que me había dado el médico y veo que por error, las que me había tomado por la mañana antes de irme a correr, eran pastillas para dormir!!).


Cuenta atrás y salimos. Louise y yo vamos juntas desde el principio. Al ratito se nos unen Sylvie y Sam (otro gran corredor que al 2º día una de sus rodillas le dijo basta y le obligó a bajar el ritmo; mi proveedor de electrolitos).

Vamos los 4 disfrutando mucho. A mí, increíblemente, no me duele nada (igual fueron las pastis de dormir!) y me lo voy pasando en grande. Sam y yo vamos un poco más adelante, contándonos la vida, pero sin despistarnos del camino. La señalización este día es prácticamente nula, por lo que hay que ir mirando el mapa e intentando adivinar por donde seguir en todo momento. Tras unos 8kms y cambiar el rumbo hacia las montañas, llegamos a un valle en el que no tenemos ni idea de por dónde tirar. Sam y yo miramos el mapa y poniéndonos en posición, conseguimos ver a lo lejos, en la cima de otra montaña, las banderas de la NDC. Nos chocamos las manos, estamos eufóricos, así que hacia allá nos vamos pitando. Más contentos aún nos pone el ver que en la cima a la que estamos subiendo, está mi hermana esperándonos!!...No se puede ser más bonica!!...
Bajamos la ladera corriendo hasta el CP1 (km 15). Saludamos allí a todos los voluntarios, rellenamos camels y arreando.
 
A partir de ahí viene un larguísimo camino por el que nos indican que hemos de ir unos cuantos muuuuuchos kms.
Seguimos Sam, Louise, Sylvie y yo juntos. Vuelve a hacer un calor insoportable. Vamos disfrutando del camino, riéndonos, charlando y contando batallitas miles.

No sé por qué kilómetro nos encontramos con Terry y Shannon (director de carrera y fotógrafo). Yo llevo desde el día 1, obsesionada con beber coca-cola y no hay manera. Desde el 2º día el isotónico empieza a darme asco y ganas de vomitar, por lo que decido pasar de geles y de historias y beber agua, comer frutos secos, llevar bocata para el camino y las cápsulas de electrolitos.
Cuando les vemos a ellos, les digo que pagaría lo que fuese por que nos dieran coca-cola en los avituallamientos. De repente Shannon me dice que lleva una en el coche y que me la va a dar.

¡¡¡No me lo puedo creer!!!...milagro!!!...le abrazo, le beso y le digo “I love you so much…You are THE MAN”!!!...y entre Louise y yo nos bebemos la coca-cola como si se acabara el mundo.
Momentazo sin duda, os lo puedo asegurar. Un oasis en medio de un desierto!!

Seguimos y al cabo de un rato Sylvie empieza a encontrarse mal. Mareada y con ganas de vomitar. No nos extraña que sea del calor. Es agobiante a esas alturas del mediodía, ella es de Londres y allí pocas veces alcanzan esas temperaturas.
Poco después, Sam decide probar su rodilla y correr. Parece que va mejor, así que se nos va.

Sylvie se queda en el siguiente avituallamiento (CP2, km 29), con mi hermana y Coby, a recuperarse un poco del bajón.
Nos quedamos Louise y yo, que vamos disfrutando mucho del día a pesar de todos los males.



Arena, piedras, caminos sin señalizar (qué suerte tuve con Louise…qué bien sabía leer mapas!) y así hasta que llegamos junto a Terence, al CP3 (km39).
Allí están Mike y los chavales, que nos animan y nos motivan al decirnos que nos quedan 4.6kms!!...uffffffffffff…por fin!!!...teóricamente el día tenía que ser de 42 y cuando ves que van a ser más, pues como que cada metro se convierte en una montaña tamaño 8.000.
 
Últimos kms, corriendo/caminando a toda pastilla, hasta que por fin oímos el silbato de mi hermana a lo lejos sonando cual música celestial.
Llegamos, nos cogemos los 3 de la mano y cruzamos meta. Feliz, muy feliz. Sin dolor alguno. Me abrazo a Jenny (co-directora) y me dice al oído… “lo estás haciendo super bien”

Stage 4. 56 kms Día dedicado a mis amores, Juan y Luna, que me miman y aportan siempre tanta luz

Me levanto bastante nerviosa. Impone saber que vamos a hacer tantos kilómetros, que tenemos que subir la Duna 45 (la más antigua del mundo) y que además vamos a ir sin mucha señalización. Aun así, me siento muy bien. Mi hermana me lavó los calcetines five fingers nada más llegar el día anterior para que pudiera volver a gastarlos hoy, ya que gracias a ellos y a las zapas nuevas, las ampollas no fueron a más, ni sentí el más mínimo dolor…(es para flipar con mi hermana o no?).

Hoy empezamos desde el mismo campamento, con dos salidas. Hay  tiempos de corte así que salimos escopetaos. Estamos nerviosos y se nota. Louise y yo vamos juntas desde el km2.
A partir del km4 nos meten por el gran canyon que es espectacular. Nos quedamos super alucinadas porque no nos habíamos enterado de que íbamos a pasar por él. Enorme, precioso, inimaginable pensar cómo será verlo lleno de agua.
Pronto alcanzamos el km 7.7 (CP1), donde está Rebecca (voluntaria y novia de Sam) junto a dos de los chavales. Es divertido haber salido primero los lentos porque así disfrutamos por primera vez de ver a la gente en cabeza pasar corriendo. ¡¡Y cómo corren!!...yo alucino que tras 4 días y siendo esa etapa la más larga, pasen como si estuvieran esprintando. Les animamos, silbamos y chillamos, al igual que ellos hacen con nosotras.
El día ha salido super ventoso y no sé cómo nos las arreglamos pero vamos todo el rato con el aire en contra.
Llegamos al CP2 (km 19). Mi hermana me saca una coca-cola de la nevera de los cubitos. Casi lloro de la emoción!!. Allí coincidimos con mis superrequeteamigos Hans y Malte que corren juntos. Qué dos tipos más majos!...sin duda, con los que mejor lo hemos pasado. Cuánto me han hecho reír!


Salimos poco después de ellos y vamos chillándonos por el camino unos a otros… “I love you! You are great! Keep going!...I love you too!”…
Empieza un tramo eterno y único de asfalto con sube-bajas. Más largo que un día sin móvil…

Paro en el km21 a mirarme los pies porque me da la sensación de que se me ha soltado una de las tiritas…pero no, era simplemente que me dolía un dedo. No hay nada que hacer, dos uñas han empezado a ponerse violetas tirando a negras y probablemente, en unos días pasarán a mejor vida.
 
Llegamos al CP3 (km 31), donde el tiempo de corte era a la 1 del mediodía. Aquí por fin mis nervios se diluyen del todo, pues Louise y yo hemos llegado a las 12. Mi sister que está allí, salta de alegría. Estamos las dos eufóricas perdidas de ver que esto está prácticamente hecho. No les permiten pasar a todos hasta el CP4, ya que es zona restringida, así que hasta meta no nos volveremos a ver. Nos despedimos cual soldado que marcha a la guerra…

Louise y yo vamos tan contentas que no paramos de contarnos cosas de nuestras vidas, riéndonos sin parar y haciéndonos fotos.
Cuando alcanzamos la zona de las dunas vamos impresionadísimas del paisaje. Ni las fotos son capaces de demostrar su grandeza. No hay palabras para describir algo así. Hay que verlo.

Casi sin darnos cuenta llegamos al CP4, donde están Mike y dos de los chavales (uno de ellos, mi lovely Daniel, al que cogí un cariño enorme y con el que me daba unos abrazos en cada avituallamiento, que paqué).
Mike nos indica hasta donde le llega la vista por donde hemos de seguir. Aquí acaba la señalización y todo lo que pueda venir a partir de aquí, es sorpresa.


Ir con Louise este tramo, fue un regalo. Yo sola por ahí, me hubiese cagao del miedo.
El paisaje era simplemente infinito. Íbamos por lo que denominaban un río seco, rodeado de dunas por ambas partes. Pero dicho río no era un río al uso, de un ancho así como medible o algo…no…la distancia entre las dunas de una parte y las de la otra, debía de ser de un mínimo de 10 kilómetros (por decir algo), por lo que la inmensidad de lo que veías, no tenía precio.




Llevábamos cerca de 50kms y nos reíamos de nuestro ritmo al correr, pues probablemente dos octogenarias nos hubieran despeinao corriendo a nuestro lado.
Tras una buena tanda de kms, llegamos a la carretera que nos llevará a la Duna 45, que hemos de subir antes de cruzar la 4ª meta. Es super gracioso ver que por ahí hay turistas y que por lo visto se han enterado de la carrera y paran los coches para ¡¡¡hacernos fotos!!!...Cada dos por tres hemos de peirnarnos y correr con mejor talante, que nunca se sabe dónde pueden ir a parar nuestros caretos.

Chillamos de alegría cuando por fin vemos a lo lejos ondear las banderas de la NDC. Ya estamos ahí!...
Vemos y oímos a mi hermana con el silbato. Saltando y gritando como loca. A esas alturas de la carrera, había conseguido ya que todos los voluntarios bailasen y cantasen como ella cada vez que llegaba algún corredor. Daba risa ver a algunos de los negros tamaño armario bailando y cantando “oe, oe, oe, oeeeee”. Única mi sister!
Nos abrazamos. Me emociono sobremanera y ella también. La carrera no termina hasta que subamos y bajemos la Duna 45. Me dice que nos acompaña y me encanta. Cogemos los palos y empieza la subida. Ahí vamos las 3. Flipante la pendiente de la duna y las vistas desde ella. Me da hasta vértigo mirar hacia atrás o hacia abajo. Es algo increíble. Nos hace cantar sin parar y ahí vamos Louise y yo, tras tropecientos kms, sonriendo, cantando y felices como nunca.
Alcanzamos la cima donde está la bandera de la NDC y cogemos una de las pulseras verdes que hay que llevar para demostrar que has subido.
La bajada es algo grandioso. La altura es bestial, pero la arena te hace sentir seguridad y puedes hasta correr sin temor a caerte.
Corremos, las 3, disfrutando como niñas pequeñas, hasta pasar por el arco de meta, arrodillarnos en la arena, alzar los palos al cielo y sonreír.


Stage 5. 28 kms Día dedicado a todos los que en algún momento formaron parte de este sueño y a los que aún sin estar, me acompañarán siempre (Manuel-Atenas, gran corredor que nos dejó unos días antes de irme al desierto y a mi Mimich, que recordé mucho porque el último día de carrera era su cumpleaños).
Estamos todos super contentos. Se nota que es el último día y que tenemos claro que vamos a conseguir terminar. Cogemos el bus y vamos más en plan excursión que en plan matadero (como parecía el resto de días). Buba nos lleva hasta la Duna 45, que es desde donde salimos hoy, para terminar unos kilómetros más allá de la Duna Big Daddy (la duna más alta del mundo que nos tocará subir como broche final del ultra).
Corto briefing de Terry bajo el arco de salida. Ha salido el día gris y frío. Cosa rara pero así es. Última cuenta atrás de 5, 4, 3, 2, 1, go y para allá que nos vamos en tropel.

Louise y yo vamos muy animadas, corriendo gran parte del recorrido hasta llegar a la primera duna que hemos de trepar (literalmente, pues de empinada que era nos costó subirla a 4 patas) antes de alcanzar el CP1 (km 15).
 
Si el resto de días habíamos disfrutado de unos paisajes diferentes y espectaculares…éste último ya fue el no va más.  Zonas por las que íbamos a pasar, tienen prohibido todo acceso y se necesitan permisos especiales que cada año resulta más difícil conseguir.

Casi llegando a la cima de esa primera duna, empieza a llover…pero bien…con ganas…y una ventolera loca, que dificulta muchísimo la subida (3 años hacía que no llovía en Namibia…mira tú que bien). Llegamos arriba y desde allí, vemos el coche de Mike (médico), que está en el CP1 con mi hermana y Coby.
 
Bajar la duna corriendo, con lluvia mojándote la cara y las piernas, dejándote llevar casi que por la gravedad, es brutal. Disfrute máximo.

De repente de entre el inmenso paisaje salen mi hermana y Coby corriendo hacia la base de la duna, bajo la lluvia, cantando a dúo “come to mummy, go to daddy”!!...(por referencia a la última duna Big Daddy)…Qué risa por favor!...qué grandes las dos!...
 
Paramos allí un poco a quitarnos la arena de las zapas, que viene un tramo de suelo super seco por el que se puede correr bien. Es un valle espectacular. Vacío. Seco y sin vida. Pero mágico.

Salimos de él y vamos dirección a la Big Daddy. Llegamos a la zona de enormes dunas y no sabemos cuál es ni por donde ir exactamente. No vemos señales ni bandera en ninguna cima. De nuevo Louise hace uso de sus buenos conocimientos cartográficos, me consulta y coincidimos en que la más alta de todas y la más empinada, ha de ser.

Vuelve a llover, pero ya menos, lo cual se agradece. Subimos, subimos y subimos. Aquello parece interminable. Vemos la bandera y nos llevamos un alegrón. Seguimos subiendo. Por fin en la cima, empezamos a mirar alrededor por todas partes y como el viento ha borrado las huellas de los anteriores corredores en cero coma, no tenemos ni idea de por dónde hay que bajar. Vuelta al mapa, vemos que hay una zona blanca, abierta y muy árida por la que hay que pasar. Siendo así, hemos de bajar por la parte con más pendiente de todas (prácticamente vertical). Sólo mirar hacia abajo da un vértigo alucinante. Le digo a Louise que no nos queda otra. Me quito las zapas y allá que voy. Los primeros metros los hago del revés y de rodillas porque me da la sensación de que voy a caer empicada. Cuando veo que ya acojona menos, empiezo el descenso triunfal corriendo y disfrutando lo indecible.


El cambio de suelo al llegar al final de la duna, es radical. Suelo seco y duro como jamás he visto otro. El paisaje ante nosotras es indescriptible. El DEAD VLEI (valle muerto). Impresionan esos árboles secos que llevan ahí sin vida más de 500 años, que no desaparecen por el hecho de que no haya humedad.
 
Corriendo a nuestro encuentro viene mi hermana desde el final del valle. Nos informa de que la mayoría se ha equivocado y ha bajado por donde no tocaba. Nosotras, listas hasta decir basta, hemos acertado a la primera. Vamos con ella y Coby hasta el CP2 (km 25) donde se encuentra mi querido Daniel y otro de los 8 voluntarios.

Los kilómetros que nos quedan hasta meta se hacen eternos. Jens nos adelanta…vaya fuerza mental ha tenido el tío toda la semana estando tan fastidiado como estaba.
No soporto ya ir por la arena con las zapatillas llenas hasta los topes, me duelen todos los dedos, así que decido quitármelas. Voy descalza, con mis five fingers soportándolo todo.

Camino de arena, por el que pasan 4x4 cargados de turistas diciéndonos adiós. Louise camina rápido delante de mí. A mí sin zapatillas me cuesta más, pero voy tras ella al retrotero  sin parar de repetir… “fucking car park!!” (el arco de meta está en una explanada-parking).
Algo blanco se ve a lo lejos entre los árboles que rodean el camino…yes!!!...it’s the finish line, Louise!!!...y a las dos se nos ilumina la sonrisa, se nos emociona el alma…y empezamos a correr.

Oímos los aplausos, los chillidos, los silbatos… y nuestras piernas corren solas, sus voces nos llevan en volandas. Se me llenan los ojos de lágrimas y hago respiraciones cortas para no ahogarme de tanta emoción. Veo que nos esperan algunos de los corredores que ya han terminado. Corredores que ya son grandes amigos, con los que he compartido 5 días que han sido tan intensos como 5 años. Voy pensando en que lo he conseguido, que he vuelto a soñar despierta y he vivido mi sueño. Soy fuerte y grande para mí misma, pequeña y débil para la inmensidad del desierto. Pero soy.
Mi hermana aplaude, salta, chilla…con mi medalla entre sus manos. Ver que va a ser ella quien me la ponga, me desboca el corazón. Cruzamos la línea de meta. Louise y yo nos abrazamos.


Mi sister me pone la medalla. Nos cogemos todo lo fuerte que podemos y me pongo a llorar como una niña pequeña. Ella también y a nuestro alrededor, se para el tiempo.

Segundos infinitos que guardaré en mi memoria y mi corazón, mientras viva.
“Gracias Meui por haber vivido esto conmigo”…le digo entre sollozos.

“Gracias a ti, Syl, por dejarme vivirlo contigo”, me contesta.
 

Pd1: La palabra gracias me suena a poco para lo que quisiera decirle a mi hermana. Sin ella, esta experiencia no hubiese sido ni la mitad de increíble de lo que ha sido. Te quiero multiplicado por el número de granos de arena que hay en el desierto de Sossusvlei.

Pd2: Gracias a la organización por permitirme vivir algo tan espectacular  (Terry, Shannon, Jenny, Samantha, Marcia, a los 8 chavales incluido mi Daniel adorable, a Mike, a Rebecca y a las supporters Coby y Mer); a cada uno de los corredores por todo el apoyo, el cariño y las risas; a mi mister y nutricionista (Rubén y Andrea) por guiarme y por tener una enorme paciencia conmigo; a todos los amigos y familiares que estuvieron conmigo desde la distancia con sus mensajes y energía;  a mis compis del curro y al maravilloso grupo de fans que tengo entre los compis de trabajo de mi hermana; a mis pequeños artistas que vinieron con sus papás a recibirme al aeropuerto con su entrañable pancarta; a mi Juanito que sé cuánto sufre por mí con todos mis retos…y al amor más grande de mi vida, mi hija Luna, que lo primero que me dijo al verme en el aeropuerto fue... “ahora tendrás mucha lechita para darme, a qué si mami?”.

Pd3: Felicidad absoluta.


Mi vídeo de la Namib Desert Challenge 2014


De la fascitis y otras perlas...

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Mi cachorrita jugando con el nuevo cachorrito de mi hermana (Albert).
No viene a cuento esta foto con el tema, pero para felicitar la Navidad, nada mejor que la sonrisita de mi Lunita bella. 

No estaba jugando al escondite y me perdí…no
Tampoco es que me hubiesen amordazado e impedido volver a escribir…tampoco
Y menos aún que tuviese poco que contar…eso ya sería algo hasta anormal con lo que yo hablo!...

Es simplemente que me di un descanso correril, largo. Mucho más largo de lo que en principio me había planteado. Largo de cojones. Más largo que una ultra con pies llenos de ampollas (remembering en modo ON; es lo que tiene volver a entrar aquí y revivir Namibia).
Acabé dicha aventura a finales de Julio y debido a que la molestia en mi fascia se había instalado en plan okupa, decidí que debía parar.

La fascitis me plantó cara un 15 de Febrero de 2014. Tras una tirada larga por montaña, volví a casa cojeando. Fue un regalo de desenamorados creo yo (cosa que tampoco me extraña, imagino que tras tantos años dándole con ganas, en algún momento tenía que decir basta).
 A 5 meses de la ultra en Namibia, como que no era momento de parar, así que me dediqué a rodar por fisios, traumas, fisios, rolfer, fisios, masajistas, fisios…pero sin parar de entrenar.
Y aunque mejoré mucho, del todo no me curé.

Corrí Namibia con fascitis (no se lo quería perder, claro). Lo soporté bien gracias a los montones de ejercicios que había aprendido durante ese largo periodo de tiempo de lesión, a mi hermana y sus mimos, al hielo tras cada etapa y a una pelota de golf milagrosa (a la cual le cogí mucho más cariño que a las bolas chinas).

Y hoy, a punto de acabar el mes de Diciembre y el año 2014, puedo decir y digo…que ya soy 
ex-fascitica!!! También puedo asegurar y aseguro, que si hubiese unos estudios dedicados únicamente a la fascitis, yo tendría un máster de los caros, una tesis que ríete tú de la peli de Amenábar y sería ya cum laude o más.

Me había propuesto parar Agosto y Septiembre, por lo que disfruté de unas vacaciones de verano de esas escandalosamente vagas, sin pegar ni un salto (bueno, bailar bailé lo mío y lo de la Sara Baras).
El problema vino cuando volví a la rutina laboral, que sin hacer nada de deporte, no me aguantaba ni yo…

Así que como todavía no quería correr, me apunté al gimnasio…a hacer pesas, elíptica, bicicleta y clases grupales varias (cardiojump, cardiotonic, cardiopump, cardiobox…a todos los cardios que hubiese, no se me fuera a parar el corazón de aburrimiento) y empecé a pasármelo en grande. Qué manera de sudar, de reír y de conocer gente maja…
Cuánto tiempo sin vivir el deporte compartido!!

Septiembre terminó y llegó el día de la prueba del algodón. Pero ya lo decía el anuncio…el algodón no engaña y el volver a trotar, tampoco. A mí no me dolía absolutamente nada, pero fue correr y la fascia saludarme desde allá abajo con la manita de nuevo… “sí, sigo estando aquí, es que me encanta que me cuides…a mí y a tus pies”. Mi gozo en un pozo...

Mientras tanto, pasaron otras cosas…
·        
      * Los compis de Namibia empiezan a querer quedar en algún otro sitio para volver a vernos en el 2015 y no se les ocurre otra que optar por venir a España. No me lo pienso ni medio segundo (lo hago todo igual) y me inscribo con ellos a la ultra del Al-Andalus (carrera de la que no conocía ni el nombre!).
Granada, Julio 2015, un calorazo que será para chuparse los dedos del sudor y 230kms en 5 días. 
Si hay que ir a verles, se va…con todas las de la ley…

·        *  Mi buen amigo y ex entrenador Manuel (Grey para los amigos de CP) vuelve a mi vida runnera después de 7 años sin entrenarme y yo soy la mujer más feliz de la faz de la tierra. Mira que he pasado por entrenadores a lo largo de estos años y mira que con todos he estado a gusto y he entrenado feliz…pero mi Manuel, es otra historia...
Con él aprendo cada día, sabe cómo conseguir lo mejor de mí, cómo tratarme para que haga lo que espera en cada entrenamiento, cómo motivarme, cuidarme y explicarme el porqué de las sesiones que me desagradan.
Es, sin dudarlo medio segundo, la persona más inteligente que he conocido en mi vida, una enciclopedia con patas… y eso se nota, en cada escrito, en cada plan o en cada pregunta que me hace.
Me encanta Manuel. Soy fan, muy fan. Y como diría el Julito Iglesias… “y tú lo sabes”

En Octubre, Manuel y yo vamos tanteando con mi pie, anotando miles de datos en una tabla que me prepara y denomina “el molestiómetro”. Corro y el pie en plan pimiento del padrón, unos días me molesta y otros no. Me empiezo a poner nerviosa y
decido dar oportunidad a un fisio con clínica nueva cerca de mi casa. Voy, me hace un daño de tres pares de cojones (por decir una frase hecha, que igual fueron 15 pares) y al acabar me dice que al día siguiente salga a correr.

No quiero ir…le digo.
¿Por qué?...me dice.
Porqué tengo miedo de que me duela…le digo.
El miedo no cura…me dice.

Pues también es verdad.

Salgo, acojonada…y al acabar y tocarme donde siempre me molestaba…¡¡¡no noto nada!!!
Era el 12 de Noviembre, me acuerdo porque casualmente, era el cumple de Manuel y desde ahí hasta hoy…entrenamientos, difrute y molestias en modo OFF!!!...
I am the happiest flower power in the world!!

Qué bien se está cuando todo está bien!... Qué poco valoramos la vida, la salud, a las personas, todo lo que tenemos, cuando simplemente “no pasa nada”, cuando los males están calladitos en silencio o cuando sabemos que los que nos quieren están siempre ahí.

Nunca hay que dar nada por hecho. Es importante saber agradecer cada minuto de vida, cada amanecer y cada sonrisa. Yo lo hago... y por eso siento que la lotería me toca cada día (económicamente, ayer no me tocó ni un chavo...aunque jugando tan poco, complicado era).

Feliz Navidad, final de año y maravilloso 2015 para todos.

Y amor, mucho amor, del incondicional y verdadero, que ese sirve para curar cualquiera pena.


Al caloret del Al-Andalus Ultra trail

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No me queda nada.En menos de 48 horas empezaré a correr la Ultra trail Al-Andalus en el “fresquito” poniente Granadino. No sé si hay palabras suficientes para explicar mis nervios.
Estoy que podría valer para dar arranque a una nave espacial.
Junto a los nervios, que creo que son inevitables, van de la mano la ilusión, las ganas y el miedo.
 
·         Ilusión,por volver a ver allí a muchos de los compis que conocí en la ultra de Namibia (por culpa de ellos voy a correrla, que sino por allí no me veían a mí, ni en foto).
 
·         Ganas,por dar por terminados todos estos meses de entrenamientos que ya me estaban sobrecargando la mente de frases tipo… “paquécojonesmehabréapuntaoaestamierda” (después de 30 semanas, 1400kms, más de 25.000metros ascendidos y millones de grados centígrados soportados a mediodía, creo que ya lo tengo más que bien).
 
·         Miedo, por tener presente que no se van a andar con tonterías y que si uno no pasa los tiempos límite de cada avituallamiento, se va a la puta rue…(y yo, fuerza de voluntad, resistencia y demás historias para una ultra, tengo…pero velocidad…ays mareeee…que mis genes son los de un caracol herniao!).
 
Aun así y pase lo que pase, con esos ingredientes, sé que tengo un cocktail inigualable de vivencias aseguradas en mi chistera.
 
El tiempo ha pasado a mil y si he disfrutado de él, ha sido porque no ha habido ningún desequilibrio en mi balanza de preferencias. Creo haber dedicado, más o menos, las mismas horas a entrenar que las dedicadas a mi vida social. Qué medio año más bien aprovechado!! Qué paciencia ha tenido mi pobre Manuel (el míster), con tantas ferias y fiestas en mi calendario vital!!
 
No hace mucho, llegó a decirme en un mail“Sigues teniendo la capacidad de combinar la alta competición con la alta combinación de bebidas alcohólicas como nadie. ¿Te has tomado en serio lo de evitar a toda costa la deshidratación, o qué???”
 
Y es que una en esta vida, que son 2 días (ya titulaba yo así mi anterior blog), uno no puede ponerse tan serio con la vida como para dejar de hacer lo que le hace feliz…
30 semanas son demasiadas como para fustigarse y no apuntarse a todos los bombardeos que haya, que yo con lo que al final me quedo es con el día a día... y el futuro en realidad, siempre está por venir...no existe hasta hacerse presente.
Al menos yo, lo veo así.
Esa es mi filosofía de vida desde hace tanto, que con 43 años que tengo, ya no me apetece cambiar.
 
El hándicap de que en la carrera fuese a hacer tanto calor, me ha servido para poder combinar perfectamente vida runnera con familiar, ya que la mayoría de los entrenamientos, los he hecho a mediodía, en mis horas de descanso laboral…mientras mi niña estaba en el cole. Y es que a ella, tampoco me gusta perdérmela.
 
Si hay algo que me va a resultar de un gran esfuerzo “mental” (el físico ya va en el pack del Al-Andalus), va a ser precisamente pasar una semana sin verla. Si pudiera, la cargaría en la mochila para que lo viviera todo conmigo. Ella también es de “un no parar” como su madre y sé que lo disfrutaría seguro. La voy a echar de menos, mucho. Menos mal que ya me ha besado los pendientes de la suerte y me ha puesto un tatoo en forma de trébol... "para que cuando estés muy cansada le des un besito"(me ha dicho).

 
Como no podía ser de otra manera, mi hermana vendrá a verme al final de la semana (y así de paso disfrutar también de todos los amigos de Namibia que conoce tanto como yo).
Esa gran motivación tiene un valor incalculable para mí, pero como vida suficiente no tendré ya para agradecerle tantísimas cosas, sólo puedo decir, que tengo la mejor hermana del mundo mundial y que a suertudas, no me gana nadie. La quiero con el alma.
 
Loja, llego a ti en unas pocas horas.Tengo ganas.Tengo miedo. Pero la ilusión ya va ganando por momentos...
 
Pd: Manuel, gracias por todo. Salga como salga, gracias, porque en todos estos meses de entrenamientos, no has hecho otra cosa, que hacerme sentir grande.
 
 
 

Al Andalus Ultimate Trail 2015

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Postureo finish
No hay mayor placer en la vida, que el de vivir los sueños que uno sueña.
Nunca dejes de soñar.

Llego a Málaga el sábado 4 por la tarde. Tras unas llamadas entre Michelle (organización) y yo, aparece por allí Steve (voluntario y corredor a la vez) para recogerme. Camino al aeropuerto, hablamos de todo un poco, de su actual vida en Alhama desde hace 6 meses, de su dificultad con el español, de mis miedos con la carrera y hasta de mi edad (ni 35 años me hacía el tío!!...problemas de vista, digo yo).
Llegar al aeropuerto y que de entre los que tenía que recoger junto a mí, fuesen precisamente 3 de mis amigos de Namibia (David, Coby y Hans), fue un alegrón de esos que ya te ponen el alma en modo felicidad infinita. Esos abrazos de cariño tan sentidos tras un año sin vernos, como amigos de toda la vida que se reencuentran, son momentos inexplicables. Convivir con personas durante 5 días y sentir que son parte tuya para siempre, es algo que yo creo que solo puede pasar en una ultra por etapas.
Coby, la menda y Hans (happy!!)
 
Es muy grande lo que se llega a sentir cuando compartes sufrimiento, solidaridad y amistad. Una ultra por etapas, es algo mucho más grande que una carrera.

Llegar tarde, cenar riéndonos ya lo indecible (con Hans no te queda otra, creo que dos palabras seguidas serias no ha dicho en su vida) e irnos a dormir, fue casi cuestión de minutos.

El domingo 5, día de concentración, recogida de dorsales y relajación pre-carrera, donde no cesó el buen rollo, las risas, los paseos por Loja y los refrescantes baños en la piscina del pueblo.
De paseíto por Loja con mis amigos de Namibia (♥)
 
Con Coby a la fresca

Qué maravilla volver a abrazar a mis dulces amigas sudafricanas Tracey y Allison y conocer junto a ellas a los encantadores Ian (hermano de Allison) y Megan!!
Pasamos el día juntos (el grupo de Namibia) disfrutando, pero también acojonándonos a pasos agigantados de ver el calorazo tan brutal que hacía. Y por si sentirlo no fuese ya suficiente, nuestros amigos David y Hans se fueron por la montaña a realizar el último entrenamiento (ya son ganas!) y verles volver tipo tomate incendiao, con los geles derretidos y las camels vacías tras tan solo sus primeros 3kms, pues como que mucho no ayudó a calmar los nervios.

De zampón en la piscina (con 43º a la sombra)
Con la tarde llegó el briefing de la organización, donde nos explicaron al detalle toda la información necesaria para poder empezar sin problemas al día siguiente, así como presentaron al grupo médico y fisios.
Briefing con Eric explicando el percal
Al acabar vino Eric (organizador) a preguntarme si había conocido ya a Mauri (único español participante aparte de mi). Le digo que no, que no sé quién es, pero que intentaré hacer por conocerle (sobre todo al saber que no tenía ni idea de inglés y que igual le podía venir bien mi ayuda).

Pronto la cena y a dormir, a disfrutar todo lo posible de nuestra última noche en una cama.

 1ª etapa. Loja-Alhama de Granada. 39 kms y 1400m +

Foto de grupo (Gary Gray)

Saludando a cámara (Gary Gray)
Al bajar a recepción y ver ya por allí a todos los corredores, la boca se me pone a un nivel de sequedad, que ríete tú de las pasas… Lo comento con Tracey…ella está igual. Los nervios no tienen miramiento con nada.

Voy en busca de agua y alegría mayúscula cuando de repente una chica me saluda con un “hola”en español…¡¡¡increíble!!!...¡¡¡por fin!!!...¡¡¡alguien español en España!!!. Era Charo, la quiromasajista de la organización.Primer momento de muchos vividos posteriormente con ella. Gran animadora donde las haya!

Poco después, llega el momento, ese de las fotos de grupo al completo, el de las risas nerviosas, abrazos de buenos deseos, besos casi de despedida…hasta que a las 9.45 se inicia la cuenta atrás y el pistoletazo de salida (tempranito, no nos fuera a achicharrar el sol…ironía en modo ON). El nivel de adrenalina en ese momento, podía medirse por kilómetros. 

Recordar esos primeros 10kms con 1000m de desnivel es casi una pesadilla. Empezar así la 1ª etapa de una carrera de 5 días, es cuanto menos, agotador…física y psicológicamente. Vamos, resumiendo, que me quería morir y fui acordándome de todos los familiares y antepasados de Eric, mientras iba cuesta arriba. 


Llevaba grabados a fuego en mi memoria los tiempos de corte de cada avituallamiento y os juro…que el primer día dudé muy mucho de poder conseguir llegar al final sin que me descalificaran por subir en plan caracol cojo. Ni tiempo de fotos y vídeos tuve casi…¡¡vaya prisas!!...con lo relajada de la vida que yo soy!!...      
Casi llegando al final de la gran subida (Gary Gray)

Tras la cima, la bajada…más animada ya al poder volver a correr con un poco más de garbo. El calor ya iba siendo abrasador y los tramos de un avituallamiento a otro iban convirtiéndose en algo así como la historia interminable. Yendo por esa zona empieza a venirme a la cabeza la canción “highway to hell” y me doy cuenta de que tras dos días sin hablar una puñetera palabra en español (excepto el saludo a Charo), estoy hasta pensando en inglés mientras corro. ¡¡Menos mal que la carrera no era en China!!

De repente, empiezo a notar un frío que me recorre toda la espalda. No entiendo de donde viene (¿estaré ya delirando?...pienso), pero me toco y veo que no, que me chorrea ya agua también por el culo y las piernas. Caguentoloquesemenea!!...que estoy tirando todo el agua al suelo!!...

Lo más rápido que puedo me descuelgo la mochila, saco la camel y veo que el pitorro por el que bebes que va unido a ella, se ha desenganchado y ahí está saliéndose el agua tipo fuente.

Me agobio, pienso en el calorazo que casca y en que me he quedado sin agua, que voy más sola que la “one”, que miro a lo lejos y no veo más que montañas desérticas sin ni una puta sombra…y no sé si reír, llorar o sentarme en el suelo a que pase alguien de la organización y me lleve.

Al final no opto por ninguna de esas opciones. Me resigno y sigo. Desenchufo el cable de los pensamientos, pongo el piloto automático (anda que no ha hecho kms éste!!) y voy pa’lante tipo caballo con orejeras (bueno…caballo precisamente no era el animal que mejor interpretaba yo en ese momento).

Cuando finalmente veo el siguiente avituallamiento, se me abre el cielo, sale la luz esa que lo ilumina todo y parece que veo hasta la imagen típica de las estampitas de Dios con el corazón entre las manos (o al Carlos Jesús, con el ojo en la frente y la túnica violeta, uno de los dos, no sé). ¡Qué alegrón!!...

Allí están Paula y Angie (dos corredoras muy majas) paradas, porque a Angie le ha pegado una pájara de tres pares. Cuando ya se recupera, nos vamos juntas. Seguimos así muchos kms hasta los últimos 5 en los que aparece Joe a nuestro encuentro. Van andando y el calor es irrespirable. Yo tengo unas ganas de llegar que me muero, así que sabiéndome muy mal (para variar, iba con la vena competitiva en off), les digo que voy a intentar correr lo que queda hasta el final porque si no se me hará demasiado largo.
Angie, Paula y yo recuperando fuerzas
Corro y voy pensando que tras cada curva de montaña, veré Alhama a lo lejos…¡¡y un huevo!!...Llego a dudar hasta de su existencia…y eso que no era Teruel!. No aparece pueblo alguno por ningún lado. Los últimos 2kms se convierten en la eternidad multiplicada por 2.

Agua pa hacer un buen caldo
Por fin veo un letrero en el que pone piscina municipal (que es donde acabábamos). Placer brutal el pasar por meta con todos allí aplaudiéndome. Mayor placer todavía el que te ayuden a quitarte mochila, zapas, que te pongan un barreño con agua para los pies, una toalla fría por la cabeza, que te traigan una cocacola helada, que te abracen y te mimen. Ese día fue el médico, Meese, pero vamos, que así fue cada día en cada avituallamiento con cada uno de los voluntarios. Un trato exquisito al corredor. Un trato realmente de 10.
Post-etapa 1

Voy a la piscina, en busca de mis amigos de Namibia. Junto a ellos está sentado Mauri. Yo no sé que es él pero es mi amigo David de Londres quien me informa “ese de ahí es el español”, ya que sabía que lo iba buscando.
“Hola, tú eres Mauri?” y así es como empezamos nuestra primera conversación de infinitas. Charlamos un rato, nos preguntamos cómo nos ha ido el día y un momento más tarde, David me dice… a ver quétrucos hace tu amigo español para llegar el 1º”.¿El primero?...¿Mauri ha sido el primero?...yo ni lo sabía, ni tampoco él había alardeado de ello. Ya me cayó bien el chaval sin apenas conocerle.
Mauri y yo, friends forever

Un rato más tarde fui a pedir un bocadillo de tortilla al bar de la piscina y Mauri me presentó al resto de españoles voluntarios de la organización (a cual más majo).

Spanish team casi al completo (faltan los cámaras)
 
Mauri el number 1
Poco después, entrega de premios y como estábamos en Alhama, nos fuimos a cenar a la plaza del pueblo (Mauri ya, adoptao en el grupo de Namibia).

Lo de dormir ya fue otro cantar. Meterte en la tienda de campaña dentro del polideportivo que parecía un invernadero, era algo así como entrar en una sauna con abrigo térmico…¡¡¡qué calor hacía, por dios!!!.

Polideportivo de Alhama (o sauna, como queráis llamarle)
Sin más, decidimos hacer traslado de tiendas y más de la mitad de corredores, las sacamos a la calle. Y allí, oyendo gritos de gente jugando todavía al fútbol, me dormí.

El 1er día no me aparecieron ampollas ni dolores de ningún tipo…excepto una rozadura en la ingle que me escocía un mundo al andar, como si me quemaran con un cigarro. Mauri me pregunta qué me pasa y se lo cuento.

“¿Que corres con bragas?, me pregunta, pues no tienes que correr con bragas!”.

“Pero si llevo 20 años corriendo con bragas y nunca me han rozado, ¿por qué no tendría que correr con ellas?”…

“Pues por eso, porque te pueden rozar” contesta.

Hablo con Hans y me dice lo mismo“quítate las bragas y deja de quejarte”.

Les hice caso, con algo de miedo por los 48kms que tenía por delante, pero aceptando sus razones. Sin bragas y a lo loco!!

Etapa 2. Alhama de Granada-Játar. 48kms y 1640m +

Amigos de Namibia, Mauri y yo
Preparados para la 2ª salida, súper emocionados y motivados a pesar de ser la más técnica de todas.

Con la mala fama que suele tener el día 2 en los ultras, no sé qué debió pasar pero estábamos que nos salíamos de ganas de arrancar de nuevo. El alcalde de Alhama nos dio sus bendiciones y arreando en tropel para la montaña que nos fuimos.
Saludando al sol, con el alcalde

La tarde anterior Mauri me estuvo haciendo preguntas sobre lo que tomaba antes, durante y después de la carrera y vamos…que flipando le dejé por darle tan poca importancia a todo lo que ingería. A partir de ahí fue mi proveedor de aminoácidos, magnesio, paracetamol y hasta relajantes musculares para facilitar el sueño. Mi camello particular le llamé.

 Yo no sé si por todo lo que tomé o porque empecé a centrarme en hacer las cosas algo mejor durante la carrera también (la teoría la sé pero luego me voy dejando llevar por las sensaciones y paso hasta de comer), pero me encontré muy bien todo el camino. También debió influir que hubiese montaña algo más técnica que el resto y que ese sea el terreno que más me gusta.


No lo sé. El caso es que me lo pasé bomba, me venía a la cabeza la canción "cuando calienta el sol, aquí en Alhama" y eso me ponía contenta...ya ves... Pero mejor aún empecé a pasarlo cuando en el km 38 o así veo que alguien viene corriendo en sentido contrario, en una recta de montaña más larga que un día sin pan. Hacía una media hora que la batería de mi reloj se había terminado, por lo que no tenía ni idea del km por el que iba ni el tiempo. Pienso en preguntar al lugareño si sabe cuánto falta para llegar a Játar…pero dicho lugareño, resultó ser el amigo Víctor (uno de los voluntarios españoles), que venía en mi busca para acompañarme hasta el final.

Cruzando el río y refrescando los pies

Víctor, yo y Karin
  
No he visto chaval más cariñoso, más atento y más gracioso que él…a la vez que más despistao e inventivo.

Sus frases más utilizadas y por las que tuvimos muchos momentos de risas fueron… “pero si ya estás ahíiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!...que no te queda náaaaaaaaaaa” “si supieras lo quete queda de poco, fliparías!!”… “y ahora viene una cuesta de unos 500m…”(e igual era solo de 100 y te pegaba unos sustos que te morías).

No tengo suficientes palabras para agradecer todo lo que hizo por mí, lo mucho que nos mimó (a por Mauri también iba si llegaba a tiempo, que el tío iba como las balas) y lo respetuoso que fue con todo lo que yo necesitaba (si necesitaba andar, andábamos, que me veía con fuerzas para correr, corríamos). Un sol de niño. Gracias Víctor, te lo dije el último día y te lo repito ahora, te mereces todo lo mejor del mundo, eres un chaval muy especial y en tan pocos días, te has hecho querer a lo grande.

Y así, de charla con él, contándonos nuestras vidas y riéndonos de su forma peculiar de medir distancias (que alguien le regale un gps a este hombre, por favor o pídetelo pa los Reyes!!), llegué a meta 8h22 después de haber salido.

Refrescando el pescuezo
 
Post-etapa 2

El campamento del 2º día estaba situado en el nacimiento de un río precioso. Metimos las piernas en él para recuperar y nos dimos unas duchas hiper frías en las portátiles, por las que salía el agua de dicho río. Frías, pero frías frías (dos veces).

Allí empiezan nuestras primeras risas con mi primer experimento de correr sin bragas. Rozaduras cero, tenían razón…pero… ¿y el roce de la costura vertical????...ays madre, vaya semanita de rozamientos impuros con las puñeteras mallas!!! (“así llegassonriendo a todos los avituallamientosme decían los españoles).


Fui a hacerme un masaje con Óscar y Gerardo para ver si se me pasaba un poco el dolor de patas con el que acabé  (también porque Mauri me dio envidia al contármelo y no lo pude evitar). Qué majetes estos grandes masajistas...pero qué daño me hicieron los muy mamones!! (lo normal con lo cargada que llevaba las piernas, pero no por eso voy a dejar de quejarme, no?).

Mauri otra vez en el pódium (el guay, el del gorro)

Campamento 2º día (día del hormiguero)
Tras la entrega de premios (qué contentos estábamos de que Mauri le hubiese vuelto a dar pasón al ganador del año anterior!! y es que el otro chaval, como que le fallaba algo la humildad y se pegaba unas flipadas hablando, que más le hubiese valido la pena estar callado), nos fuimos a cenar a Játar, los amigos de Namibia, Mauri y los resalaos voluntarios Víctor y Lalo.

De cena por Játar
El Mauri y sus potingues (por eso gana, claro)
Al volver al campamento, nos quedamos un rato de charla con Víctor y Lalo, hasta que algún corredor empezó a llamarnos la atención (yo no sé estos extranjeros como pueden irse a dormir tan pronto, de verdad, para mí es misión imposible!!). Lalo le había traído a Mauri una colchoneta hinchable y después de estar allí sopla que te sopla, resultó estar pinchada (ni poniéndole un compeed al pinchazo hubo manera de arreglarla), así que como dijo en su día Tejero…¡¡todos al suelo!!

Ellos se van y Mauri y yo seguimos hablando incluso estando cada uno ya en su tienda (qué pesaos!!), pero es que si yo tengo rollo…el Mauri tiene rollo y medio. Nos teníamos que pedir hasta la palabra!. Lo gracioso es que nos volvió a llamar la atención un vecino de tienda que se pasó toda la puñetera noche tirándose unos pedos ultrasónicos que ni las tracas!  (¿será que en otros países sus propios ruidos no los oyen?).

Dormí fatal. Tenía la tienda llena de hormigas y notaba su cosquilleo por todas partes (hubiese hormigas o no, que al final la cosa creo que rozó la obsesión).
Cuando me despertó Mauri a las 6 de la mañana (mi reloj no se cargaba ni patrás en los enchufes de la organización y se lo llevaba Lalo por las noches a cargar a su casa), hubiese podido asesinarle. Se libró porque quería que le ganase al Charlie…que si no… 

Etapa 3. De Játar a Jayena. 39 kms y 980m +

Lo que son las distancias y la mente. El día de esta etapa, pensar en 39kms me parecía como tener pocos kms que recorrer. Una etapa cortita pensaba y todo (tergiversaor se vuelve el cerebro cuando le interesa, la virgen!!)...

 Ese día ya empezaron las salidas escalonadas. Como me decía Hans..."primero Sylvie, después las tortugas".Esta historia por tiempos me gustaba. Era divertido ver pasar a Mauri, Hans, Megan, David y el resto, más tarde y animarles con todas mis cuerdas vocales al unísono. 

Hasta el primer CP todo bien. Al ir saludando a los que nos iban pasando, estaba súper entretenida, además de que como era un tramo largo de asfalto, pues también disfruté de correr bastante. De ese CP al siguiente, el calor era ya brutal. Una sensación de derretimiento que se hacía insoportable a ratos. No podías con tu alma!!
CP1 calor, no, lo siguiente
Se oía cantar a las chicharras tan fuerte, que incluso llegaban a molestarme en los oídos. Ellas debían estar disfrutando cosa fina con ese calorazo, las jodías…pero nosotros no veas!!...(nos dijo Eric por la tarde, que al sol se habían llegado a alcanzar 53 grados…ahí es ná!). 

Tras el último CP, donde como siempre me trataron como a una reina, veo llegar el coche de Eric. Me dice que Víctor ya viene corriendo hacia donde estoy para acompañarme hasta el final…¡¡qué alegría me da!!...

 Aparece a falta de unos 5kms para llegar a meta. Verle venir con tanta alegría y esa sonrisa tan de verdad, me lleva a abrazarle fuerte y darle dos besazos. Para variar me voy riendo con él y sus cosas… “hoy me he traído este bote con una mezcla de coca-cola y agua por si quieres beber…está un poco caliente, pero bueno”…

Víctor, tío… ¿tú crees que eso es apetecible para mí ahora mismo, tras 34kms ya en las patas?...

Víctor y yo selfiando
Durante más de 1 kilómetro, va diciéndome que a la siguiente curva, ya llegamos al cruce que lleva al campamento. No llega ni a tiros y yo lo mataría… le salva la gracia que tiene y me aguanto.

Cuando por fin aparece, ya vuelvo a correr con alegría. Nos encontramos al médico Meese por el camino que me informa de que quedan 700m. Por fin!!…tiendas de campaña, compañeros animando y felicidad descomunal de haber terminado el 3er día y con él, pasado ya el ecuador.
LLegada a la 3ª meta
 Post-etapa 3

Antes de hacer nada más, Mauri me obliga a comer pasta. Yo, medio atontada que estoy, veo que he comprado un sobre que lleva pollo, así que antes de comer, me dedico a quitar cachito a cachito hasta vaciarlo del todo. Calentamos agua y comemos. Grande este Mauri que me espera para comer!!...él que llega todos los días en la mitad de tiempo que yo!! (motivo por el que nos reíamos todos los días...si no llegaba justo en la mitad, yo le decía que tenía que espabilar que estaba siendo un matao!!).

Mis amigos de Namibia están sentados alrededor de una mesa en plan picnic. Charlo un rato con ellos, les achucho, hago fotos, después ducha y lavar algo de ropa. Más tarde, Víctor y Lalo nos llevan al río a mí y a Mauri, a meter allí las piernas, recuperar y refrescar. Qué bonitas son esas tardes de relax en los campamentos, con gente durmiendo la siesta, otros charlando, otros estirando, otros tratándose las ampollas de los pies…Se huele el compañerismo, el cariño entre la gente, todos nos vamos preguntando por la carrera del día y los dolores varios. Me encantaron todas las tardes de campamento (y eso que las disfrutaba durante muchas menos horas que el resto!!).
Mis niños de Namibia

Paella a tupperazos
Tras la entrega de premios y una paella ofrecida por la organización (riquísima además...palabra de valenciana) para no perder la costumbre volví a ser la última en acostarme (eso me decía David todos los días, que aún me veía deambular cuando todo el mundo estaba ya dormido). Lo mío con el dormir, es una relación amor-odio, que ríete tú de Pimpinela…
Mi guapa Megan, la de negro

Mi guapo Mauri, el de la camiseta de Loja

Chimpándonos la rica paella


Etapa 4. De Jayena a Alhama. 67 kms y 2031m +

Nerviosa no era la palabra. Estaba acojonadísima. Pensar que el cansancio acumulado no me permitiese llegar a tiempo a todos los CP's, no me dejó dormir tranquila.

Al tratarse de una etapa tan larga, hice caso a Mauri y desayuné pasta. Recién levantada solo me apetece dulce, así que el esfuerzo que hice por engullir esos fideos orientales disecaos, puedo asegurar que fue máximo.

Salimos 1 hora antes que los rápidos y se van notando dos cosas muy chulas a estas alturas de carrera. 1, que todo el mundo está mucho más emocionado, sintiendo que aquello ya casi está acabado y 2, que todos nos tenemos un cariño y una confianza tremendos, por lo que hablamos más, reímos más y nos animamos mucho más unos a otros.


Los Kms hasta el CP2 son espectacularmente impresionantes. Bordeamos todo un lago precioso, corriendo entre árboles enormes (con sombra, que se agradece lo que no está escrito). Me voy encontrando con Phil, con los brasileños, con los que casi todos los días han estado a mi alrededor. Voy feliz, muy loca, corriendo genial, enviando audios por whatsapp a mis amigos valencianos, riéndome sola sin parar. Como me dice mi amigo Coke por wpp, “tú te has hecho una casalla lo menos”.

Preciosidad de lago azul
Al llegar al CP2,  me animan Charo, Coby, Karin,  Meese (que siempre le da mogollón de risa que yo suelte aquello de “how far was this fucking check point!”(qué lejos estaba este jodido avituallamiento!) 
Con  Coby, Meese y Charo

Les pregunto en qué posición ha pasado Mauri, porque entre el Richard, el Charlie y el Carlos, que se le van acercando, me tienen atacada. Quiero que gane Mauri y cada día es un sinvivir de nervios hasta que termino y me entero de que sigue 1º de la general.

Unos kms más adelante, ya empieza aquello a subir y subir…con un calorazo de mil demonios y sin una sola sombra. Voy con el piloto automático de la mano, por si le da por estirarme y ayudarme a trepar aquellos caminos interminables hacia el cielo. Esos kms se hacen de un pesado que ni un elefante, una vaca y un rinoceronte, todos ellos juntos en brazos. Aprovecho para comer algo, que no me entra ni a tiros y para cantar canciones que me evadan un poco de los pensamientos negativos que veo asomar a ratos por detrás de algún almendro.

Encuentro a la brasileña Eliane por el camino. Ella ya está descalificada desde el 2º día, pero quiere hacer hoy hasta el km40. Es muy curiosa la forma de vivir de los extranjeros esta carrera. Nadie se agobia si le descalifican por tiempo. Si se encuentran bien, al día siguiente corren la siguiente etapa aunque no les cuente para el final ni vayan a ser finishers. Y es que realmente, en una ultra por etapas, las posiciones son solo cosa de los primeros…el resto, únicamente intenta terminar y si no termina, disfrutar de los días que pueda hacerlo. Por eso, cuando alguien pregunta mi posición en la clasificación, me resulta hasta gracioso, porque es importante ser el 20 o el 30?...es importante estar dentro o fuera?...Lo importante es haberlo vivido, cada uno a su manera y que eso te haga sentir feliz.  Yo puedo asegurar que en ese aspecto, he sido ganadora total (1st spanish woman del mundo mundial!!!).

Poco antes de llegar a un pueblo por el que pasamos y donde se encuentra el avituallamiento del km40, me paro a mear debajo de un árbol (buscando un poco de sombra). Como a partir de ahí venía un tramo bastante llano, olvido los bastones allí apoyados y me largo. Eso de hacer caso al míster (mi Manuel), de tener que mirar si meaba de color coñac para saber si estaba deshidratada o no, me llevaba a poner tal postureo, que me resultaba imposible mear con los bastones en la mano. Total, que tener después que volver casi 1 km a por ellos, poco más que me hizo ponerme a llorar a moco tendido. La brasileña no daba crédito al verme volver a alcanzarle un rato más tarde.

Por fin el pueblo…y nada más entrar un lugareño (qué hospitalaria, amable y bondadosa es la gente andaluza!), me grita con su mejor inglés españolizao que me hace soltar una carcajada bien grande (no de burla, es que me recordó al del chiste del taxi… “si los dos somos españoles, ¿qué hacemos hablando en inglés? Jajajajja…)…

DU YU GUON UOTER?...(tal cual)

A lo que le contesto… “no, muchas gracias, todavía llevo y estoy llegando ya al avituallamiento, pero se agradece de verdad”

Y el señor… “ozuuu…si eres española!...con lo que me cuesta hablar en inglés!”

Cuando llego al CP del km 40, se me ha acabado la batería del teléfono y también la del móvil. Ya no sé ni qué hora es ni a partir de ahí en qué km estoy.

Allí están de nuevo Coby, Meese, Charo, las niñas y también Liz (otra corredora descalificada que iba haciendo etapas sueltas, súper maja ella). Liz me deja su reloj (sin gps), para que al menos sepa si llego o no a tiempo a los CP.

Unos kms más adelante, llegamos a un río que hay que cruzar, paso de quitarme las zapas, “total, con el calorazo que hace, en 10 minutos las tengo secas”,pienso…

De ahí, al siguiente CP (km47), es todo subida. Un calor terrible y un subir continuo de esos que vas intentando partir a trozos en tu mente para que no se haga tan pesado. No llevar gps hace que los kms se conviertan en maratones. Voy muy cansada, con mucho calor, el isotónico me da repelús, los geles ni te cuento y ya he perdido el norte y no sé ni cuándo fue la última vez que me tomé el magnesio, sodio y potasio. Poco a poco e intentando no dar paso a los pensamientos negativos, llego al CP, que para estar un poco más alto, solo les hubiese faltado subirse a una nube (¡fucking CP again!).

Vuelven a animarme mogollón y eso me recarga las pilas (un poco) aparte de la camel. Veo llegar a Eric y a Anja, que me dicen que lo que viene hasta el siguiente CP es todo llano.

Yo no sé si en sus respectivos países la palabra “llano” tendrá más significados, pero para mí, lo llano es llano y lo rompepiernas, es rompepiernas…pero de toda la vida además…y aquello de llano, juro por la estampa del Carlos Jesús, tenía lo mismo que yo de alta, esbelta y rubia…osease, nada de nada…nothing of nothing…

Largo, muy largo. Me habla un señor desde un cortijo y me pregunta hasta donde llegamos en la carrera, le digo que hasta Alhama y con la cara que me pone y el “virgensanta”que suelta, tengo bastante porción de desánimo.

A lo lejos veo a 3 corredores. No logro saber quiénes son (sin gafas, imposible, que veo menos que un gato escayola), pero decido correr lo que pueda hasta alcanzarlos y así por lo menos no ir sola.

Llego a ellos justo al alcanzar el CP6 (km 57). Me pega bajón al ver que son Allison, su hermano Ian y Tracey (amigos de Namibia). Ellas están muy fuertes y todos los días han llegado mucho antes que yo, por lo que verles allí, es porque algo ha pasado. Tracey tiene mucho dolor en un pie y casi no puede caminar.

Por otro lado tengo el subidón de que también llega al CP mi encantador Víctor para acompañarme hasta el final otra vez.

Salimos los 5 juntos y más adelante, cuando la fuerza y el ánimo han vuelto a mí, le digo a Víctor que vamos a correr.

Uno de esos momentos en que amas la naturaleza (por la sombra)
Probablemente esos fueron los 10kms más largos de mi vida, pero sin Víctor, aparte de largos, habrían sido los peores. Víctor llama a mi prima Syl para informarle de que estoy bien y de lo que me falta, pues tantas horas sin móvil sabía que les tendría preocupados a todos (mi Juanito estaría atacao).

En el último km nos espera David en la bici (otro español amigo de Víctor), que me va grabando y animando lo indecible. Corro, con Víctor delante y David detrás en la bici.

Llegamos a meta, agradezco a los chicos, agradezco los aplausos y cuando me siento a quitarme las zapas, empiezo a llorar como una niña pequeña. Me abraza Anja (la médica alemana), luego me coge de las manos…y con esa dulzura que tiene en la mirada y en la voz, me dice…

“has acumulado mucha tensión, muchas emociones y ahora las sacas porque sabes que te has puesto al límite, que lo has hecho, lo has conseguido, porque esto ya es tuyo Sylvie”.

Post-etapa 4

Al acabar la etapa a las 19.30 de la tarde, poco tiempo de descanso tenía yo. Aun así, tras ducharme, Víctor me llevó en coche al restaurante donde íbamos a cenar todos juntos. Qué alegría ver allí a mi gente de Namibia y también a todos los españoles juntos en una mesa, saludarnos, darnos la enhorabuena, besarnos.
Cenamos, reímos, hablamos y aprovecho ahí para llamar a mi hermana desde el teléfono fijo del restaurante, ya que no había cobertura ni en el campamento ni en los móviles. Oírla, saber que ya la tenía durmiendo a nada de mí, que al día siguiente iba a estar en la meta esperándome, ya era casi sentir que había terminado.
Llegamos ya medio de noche al campamento, todo dios preparado para irse a dormir. Mauri y yo nos curamos las ampollas (la etapa larga dejó su seña en mis pies, de no tener ni una sola ampolla en 3 días de carrera, a tener una uña negra y ampolla en los dos pies; de los pies del Mauri, mejor ni hablo, que parecían haber sido abrazados por una apisonadora). Me preparo un poco las cosas del día siguiente, divago un rato con Mauri sobre las ventajas e inconvenientes del correr, veo de nuevo hormigas y arañas bambando al querer por mi tienda, me tomo los mil y pico potingues para dormir, despedida y cierre.

Etapa 5. De Alhama de Granada a Loja. 37kms y 1120 m +

Mauri me despierta, me da un susto de infarto. No había dormido nada del dolor de piernas que tenía…pero un dolor, como si me las estuviesen cortando a trozos (menuda nochecita!)…y justo al despertarme él, me había dormido.

Estoy aletargada y no me centro nada en lo que me he de preparar, desayunar ni poner. Cuando menos me doy cuenta, aparecen Víctor, David y Lalo por allí y nos dicen que quedan 10 minutos para la 1ª salida!! (la mía), eso de no llevar reloj, me llevaba loca!. Me pongo a mil, no me da tiempo, Mauri empieza a rellenarme la camel y las botellas para ayudarme, yo metiendo geles y de todo lo que pillo por allí, al tuntún.
Que se la piran sin mi!!
Víctor diciéndome que es hora (iba a correr conmigo los 37kms finales pero le pudo el entusiasmo y a la voz del “GO”, salió escopetao. Si es que es un sobrao!! Y lo hizo super bien!. Te veo haciéndola entera el próximo año, amigo). Corro hacia la salida…y todavía colocándome la mochila, empieza la última etapa. David corre conmigo unos primeros kms super agradables.

Mi  Tracey guapa
Llego al CP1 y me llevo un chafón enorme. Está allí Tracey (amiga de Namibia), porque finalmente tuvo que abandonar por culpa del pie. La abrazo, le recuerdo lo bien que lo ha hecho toda la semana pero me da una penita enorme…llegar hasta la última etapa y no poder terminar, es un putadón. No hay más términos posibles.
Sigo un rato largo con Liz, Françoise y Kirsty. Hablamos de otras carreras, de lo vivido en ésta y de los paisajes que hemos visto. Pasan los kms y llego a un cuestón de aquí te espero, donde aprovecho y espero yo al Mauri, que le veo subir desde lejos como un toro de miura y pasa como si se lo llevara el viento (virgen santa, qué prisas!). Tenía claro que el margen de 39 minutos que tenía frente al 2º, era demasiado como para no ganar, pero en una carrera puede pasar de todo y ese todo, es lo que te da intranquilidad.

Ahí sube el guepardo de Loja!
Voy tan animada, que todo me parece genial, fantástico, mágico y especial. Llegar al último CP, con Lalo allí, Eric, Anja, ya me da el último subidón que me faltaba (o eso creía yo). Veo a los cámaras (más majos que las pesetas siempre conmigo). Corro por un tramo largo de asfalto. Disfrutando de esos últimos kms. Y a falta de 5, llegamos a Salar. Cruzamos el pueblo, de nuevo me salen por allí los cámaras (omnipresentes les llamaba yo) y de repente, tras girar una curva… ¡¡¡MI HERMANA!!!


Sorpresa de mi hermana en Salar
Vuelvo a recordar ese momento y se me saltan las lágrimas de nuevo!!...La abrazo como si se acabara el mundo. Lloro a lo loco. En unas horas que llevaba allí esperándome de sorpresa, se ha rodeado de un grupo grande de señores mayores que me aplauden y gritan mi nombre…incluso uno me dice… “ya era hora Zirvi, que llevamo aquí esperándote toa la mañana!”

Nos hacen fotos, mi hermana me lleva a una fuente que hay al lado para que me moje la cabeza, me explica un poco cómo son esos últimos kms y nos despedimos hasta meta.

Sigo llorando cada poco rato todo el siguiente km, hasta que me tranquilizo y decido disfrutar del momento pre-gloria. Esos últimos kms son como a cámara lenta. Pasan lento, muy lento, pero la intensidad de los sentimientos y las sensaciones emotivas van a mil. Veo el cartel de Loja de la carretera. Lloro.

Me estoy meando y ya estoy en plena carretera. Falta súper poco pero sé que si me aguanto soy capaz de mearme encima al llegar a meta. Hay un corredor por delante de mí a 200m, por detrás no veo a nadie, así que allí en un lateral de la carretera me agacho. Y ñas!!!…el coche de la guardia civil!!!...joder…siempre tan oportunos, cojones!!!. Me ven y me miran de reojo. Yo me hago la despistada…a punto de acabar una ultra por etapas, ¡¡¡qué más me da que me veáis, mirones!!!

No sé lo que queda, yo corro ya con el corazón desbocao. He de respirar hondo para no sentir sensación de ahogo por los nervios, la ilusión, la felicidad que siento.

De repente subo a la calle de entrada principal a Loja y veo que vienen corriendo hacia mí, mi hermana, Mauri y Víctor. No podía haber 3 personas en todo el mundo entero con las que quisiese compartir más ese momento que con ellos.

Con mi hermana porque es mi apoyo incondicional siempre. Todo lo que hago le ilusiona también a ella y lo vive conmigo de principio a fin. Es una fan de mi locura y eso es impagable. Estar allí para vivirlo conmigo, fue lo más.

Con Víctor, porque me ha llevado en volandas durante muchos kms, me ha mimado, querido y me ha tratado como si fuese una amiga de toda la vdia. Sin conocernos de nada, ahora nos conocemos de todo.

Y con Mauri, porque sin duda ha sido el mejor compañero, amigo y confidente de todos estos días y sin él, habría sido todo muy distinto. Mauri tiene un hermano gemelo, otro campeón igual que él…y a partir de ahora, también tiene una hermana gemela (que excepto por el gen de la velocidad, no podemos parecernos más).

Llegan hasta mí. Nos besamos, abrazamos, reímos, le pregunto a Mauri si ha quedado 1º, me dice que sí, ¡¡felicidad!...seguimos hacia meta, yo atacada, voy hiperventilando. Levantamos los brazos, me aplauden, veo a tantos amigos queridos esperándome, que no puedo contener ya la entereza y empiezo a llorar, a llorar abrazando a todos, a llorar sintiendo salir todo el cansancio de mi cuerpo en cada lágrima, a llorar de tan feliz que soy, a llorar por el orgullo que siento hacia mi cuerpo, mi mente, mi persona.
Y abrazo a mi hermana, me fundo en ella. Le digo que la he echado de menos. Son instantes infinitos, que te abrasan, te tatúan el cuerpo para siempre. Las lágrimas son todas mis palabras, todo está dicho en ellas. No puedo parar de llorar y recordando ese momento, nunca podré parar de ser feliz. Gracias vida por ser conmigo tan intensa!. Gracias montañas de Granada y Al-Andalus Ultimate Trail!!!. Gracias amadas piernas mías, por hacerme sentir tan libre en cada paso que dais.












El post-carrera, tras la entrega de premios (con mi Mauri, 1º de la general y mi dulce Megan, 3ª de las chicas), la cena de gala y risas infinitas, duró hasta las 6 de la mañana. El spanish team (más Gordon, un inglés majísimo que se apuntó a la juerga como el que más), dejó el pabellón bien alto. Eso lo puedo asegurar (más o menos…hasta donde recuerdo). “Si sabes cómo me pongo pa qué me invitas!!” (banda sonora original de la noche Lojeña, que no olvidaré jamás). Qué enormes sois!!!
 







6294 palabras acabo de escribir. Las mismas podría volver a escribir con todos mis agradecimientos. Es tanta gente, tantos amigos (mis meninos-valencianos, los ukelele-gallegos, ambcor-sister, solstici-psicocorporal, los sableros, mi incondicional Josero, la family krisma), familia (mi Juanito, mis padres, sobri, primas), compis (JR, Leti, Vic)… Todos y cada uno de los componentes de la organización (Eric, Michelle, Paul, Anja, Meese) , todos y cada uno de los corredores que compartieron este sueño conmigo, todos los que me escribieron, me animaron y siguieron, mi querido Manuel (míster), que sabe cuánto le quiero y admiro, mi pequeño tesoro Luna, que es lo más maravilloso que tengo y que el día que se venga a una de éstas conmigo, se parará el mundo, mis amigos de Namibia, que ha sido un regalo volver a ver porque les quiero con el alma, a mi campeón Mauri, por hacerme reír a la gana, cuidarme tanto y tan bien y enseñarme tantas cosas en tan pocos días (I love you Lojeño), a Víctor y Lalo por cada minuto de apoyo y cariño y vuestra enorme disponibilidad (sois un amor, chicos), al resto del spanish team, por haberlo vivido y disfrutado conmigo y ser a partir de ahora y para siempre, unos grandes amigos… y como no, a mi hermana, que me ha llevado de la mano, protegido y apoyado, toda la vida, desde pequeñas, siempre  (you are the best, my sister and I will always love you).








Vídeo de mi Al-Andalus Ultimate Trail 2015

Maratón de Sables 2016

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9 semanas de cuenta atrás. 

1252 participantes.
56 españoles. 
5 mujeres españolas. 
Mi dorsal, el  432.

Acaba de terminar el peor mes de Enero de toda mi vida. 

* Con él, se fue mi amado papi, algo, que me costará todavía mucho tiempo asimilar. 
* En él, cumplí 44 años, único día bonito del mes a recordar, pues así lo quiso mi padre, que consiguió hacerme reír entre pasteles de chocolate y champán.
* Por éla medio paso de cancelar mi participación en Sables, decidí que no le podía fallar.

3 días antes de fallecer y cuando ya las dosis de morfina le llevaron a delirar, nos sorprendió con su alegría por estar viviendo las fiestas de su pueblo gallego, oyendo la música sonar y queriendo que se sacaran todas las botellas de vino reserva. 

Junto a esa ilusión añadió la mía, cuando de repente, quiso saber con toda la curiosidad de la que fue capaz, cómo me había ido el maratón.

No había ningún maratón, de hecho yo llevaba muchos días sin correr, tanto por desmotivación, como por falta de fuerzas. Meses de empezar y no acabar de arrancar, entre fascitis, adaptación a plantillas, un esguince, entradas y salidas de mi padre al hospital. Era como si todo confabulase para que no fuese a Sables…y yo, lo hubiese aceptado así ya.

Hasta ese día. 

Ese día decidí que iría a Sables, porque aunque de entrenamientos sé que iré muy corta, voy a llevar conmigo toda su fuerza, su ilusión y su alegría. 

Mi padre vivía mis carreras casi como yo misma. Siempre creyendo que iba a ganarlas todas. Alegrándose de verme después tan feliz, aunque no ganase ni una. 

No puedo quedarme llorando por los rincones ni dejar de vivir lo que sé que me hará feliz, porque sé que eso no le gustaría. Por él. Por mí.

Allá voy papi!!...me arrastraré y detestaré la arena hasta rabiar, pero voy a pelear por conseguirlo, tanto, como peleaste tú hasta el final.

Ahora toca ponerse las pilas, en estas pocas semanas que quedan. 
Centrarme en el material a comprar, en los vuelos, en mis compis de equipo, en la alimentación, los entrenamientos… pero a la vez y por encima de todo, en vivir el duelo.

Porque no voy a negar mi dolor; voy a permitirme sentir la pena;  voy a llorar y a reír cuando así me venga. 
Quiero aprender a recordar a mi padre con una sonrisa, recordar lo divertida que me hizo ver la vida, pero sé que no podré hacerlo si bloqueo ahora la tristeza que siento. 

Ha empezado Febrero y con él, mis ganas de ponerme en modo ON.

Ganas de todo. Ganas de nada. Pero ganas al fin y al cabo…que por las ganas se empieza.
 

Marathon des Sables 2016....ya voy!!

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Mi bandera para Sables.
Llevo un mes obsesionada con los gramos. Todo pesa barbaridades y nunca antes me había dado cuenta.
Preparar una mochila para la autosuficiencia, es harto difícil y cuando por fin la tienes toda organizada y “empuzzlada” (que quepa todo es peor que hacer un puzzle de 100.000 piezas), empiezas a dudar hasta de si los imperdibles serán los correctos…
si cerrarán bien, 
si no se romperán la 1ª vez que enganches el dorsal, 
si tendrían que ser más grandes, 
o ser más pequeños, 
si es parte del material obligatorio porqué cojones la organización no habrá especificado talla…
en fin…que, hablando mal y en plata, una puta locura!

Pero aquí estamos…a punto de volar hacia el desierto, casi sin pensar (si pensara mucho, no subiría al avión), con casi la misma cantidad de miedo, que de ilusión.

Mis compis de equipo Drink team, Pepo, Edu, Jose y Ximo, son gran parte de esa ilusión, que sin ellos, el camino hecho hasta ahora, habría sido muy diferente (y solitario).

Dicen que uno de los momentos más emotivos del día es el de la entrega de mails de familiares y amigos, así que el que quiera dedicarme unas palabras, que seguramente agradeceré con el alma y el corazón hasta decir basta, podrá entrar en la webwww.marathondessables.comy donde ponga “ecrire à un concurrent” o “write to a competitor”, poner mi nombre y mi dorsal (432) y dar rienda suelta a la narrativa (con unos besos, abrazos y fuerza, seguro me llegará de sobra; soy pequeñita, me conformo con poquito).

También vais a poder seguirnos en vivo y en directo, ya que llevamos unas balizas satélite en las mochilas, dándoos de alta en este link http://live.marathondessables.com
(espero que no sea en imágenes, a ver si me vais a ver hasta mear!!!).

Y con esto y un bizcocho, hasta mi vuelta, el día 18.

Os llevo a todos conmigo (en el pensamiento, que en la mochila no me cabe ni una aguja!).

Va por ti, papi.




Marathon des Sables 2016 (o el puto infierno)

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Con mi medalla, bien merecida
“El dolor y el calor solo son información. Tú eres quien decide si tenerla en cuenta”.  

Esto me lo dijo uno de los doc trotter francés, Patrice, en uno de tantos avituallamientos.

He llegado a sentir que me arrepentía de haberme inscrito a Sables. He llegado a odiar a Patrick Bauer (creador y director de carrera). He llegado a desear no estar allí e incluso, a envidiar a mis compañeros de trabajo al imaginarlos sentados en la oficina (esto fue ya, jodidamente grave).
Pero al final, cuando ves lo que ha significado para tu mente, tu cuerpo y tu alma, el infierno del desierto, sabes que serías capaz hasta de volver.

Sables es compañerismo, solidaridad, trueque, risas, nuevas amistades, naturaleza básica, desinhibición, emociones...pero también es el sufrimiento mental y físico elevado a la máxima potencia.

La aventura comenzó el pasado día 7 de abril, con salida desde el aeropuerto de Valencia.

Acelerada y nerviosa, tras facturar y encontrarme ya con un montón de sableros (de entre ellos, Paco, el otro alzireño amigo que también se había embarcado en esta aventura), me reuní con mis compañeros de equipo (Ximo, Edu, Hoffman y Pepo) y sus mujeres, que habían ido a despedirles. Nos pusimos nuestros polos mudaores del Drink team, unas fotos de equipo y en marcha.


Pepo, Edu, Ximo y yo (Hoffman, saliendo desde Madrid)
Maleta facturada, mochila sablera como equipaje de mano (no fueran a perderse los liofilizados y tener que comer como cristo en sus tiempos nómadas, las secas flores de Jericó).

Vuelo Valencia-Casablanca. 5h de escala (y allí con un solo bar al estar en salidas de vuelos locales, a ver pasar el tiempo, tal como hacen los lugareños). Llegada a Ouarzazate a la 1 de la madrugada. Pitando a dormir, a semi-disfrutar de nuestra última noche en una cama, que prontito al día siguiente salía el autobús hacia el desierto.

Desayunamos en el hotel. Ximo se sienta con Machi, primer compañero que añadiremos a nuestro grupo de 5 para formar jaima (8 en cada). Machi nos parece un tipo peculiar al conocerle. Callado, discreto, amable.

Estudiándonos los road book en el bus
6h de autobús, sentada con Ximo. Tropecientos buses juntos. Todos los españoles en el mismo. Charlas, risas, empezar a conocer a unos y a otros, fotos de los pueblecitos que pasamos, de los paisajes marrón rojizo…paradas para mear (las mujeres yéndonos a distancias infinitas para no ser vistas; da risa recordarlo, pues con el paso de los días, ya meábamos delante de todo el mundo!!) y más tarde para comer (nos daban una bolsa con un poco de todo dentro). Ahí, fue cuando decidimos con quien completábamos nuestra jaima. 
Antonio y Rocío, una pareja de madrileños (ella de Jaén), se nos unen. Ya somos 8, con Pepo como capitán de jaima. Imposible imaginar en ese momento todo lo que íbamos a vivir juntos así como todo lo que nos íbamos a querer.
Jaima número 15 (las niñas bonitas, Roci et moi)

Viajecito de 6h hasta el desierto

Llegamos al primer campamento. Viernes 8, ya por la tarde. Elegimos nuestro pequeño espacio en esa alfombra llena de tropezones (los pedruscos de debajo, daban para más de un ¡ay!), bajo ese techo negro de tela abierto por todas partes y sostenido por 4 palos. Unos al lado de otros, los 8 como acostados en batería. A mi lado izquierdo Machi, a mi lado derecho Rocío, sintiéndome bien protegida.
Nuestra jaima


Poniéndonos las botas...

Ese día y el siguiente, comidas y cenas a cargo de la organización. Zampando como energúmenos comida deliciosa. Sensación de estar de vacaciones y prácticamente olvidar lo que habíamos ido a hacer allí. 



El sábado 9 nos dan ya nuestro turno de control. Todos decidiendo hasta el último minuto qué coger, qué dejar, qué pesa demasiado y es mejor que se lo lleven en la maleta, qué nos es prescindible, qué nos arrepentiremos de tener o de no tener.

Lo 1º, dejar las maletas, vestidos  ya de corredores (única ropa con la que te quedabas, aparte de lo que tuvieses para dormir). Después pesaje de mochilas, para comprobar que mínimo llevabas 6.5kgs sin el agua (exigido por la organización).
Jaima 15 lista para control
Fue un rato muy divertido el estar viendo cuánto nos pesaba a cada uno.
9.5kgs la mía (casi nada, la que más de mi jaima). 6.5kgs la de Chema Martínez… (así está de flaco, el pobre)…

Más tarde los controles médicos, viendo el electro, explicándote y empaquetándote una bolsa con pastillas de sales, colocándote el gps en la mochila gracias al que todo el mundo nos podría acompañar a través de la web. Foto de cada uno y del equipo…y…ya…puestos en modo
“desert’s look and life”. 
Drink team al completo
Día 10. 1ª etapa. 34 kms

Cada mañana se repite la misma rutina, pero en campamentos diferentes.
A las 5 y poco nos empezamos a despertar, porque ya pega un solazo que te alumbra hasta el esófago (y es que eran 2h menos que en España, una por ser Marruecos y otra por un invento del Patrick’s time). A las 6 vienen los chavales marroquís y te quitan el techo. Momento que da mucha risa porque de repente nos quedamos todos al descubierto, sentados o acostados, encima de la alfombra, dentro de los sacos…
La jaima, a pelo...adiós techo!

Con pereza empezamos a vestirnos, ir a los wc para tríos, recoger las botellas de agua que toquen esa mañana de 6.30-7.30 (has de ir, recogerlas y fichar, que si no te penalizan con 1h de tiempo), preparar el hornillo para calentar el agua y desayunar, reorganizar la mochila (esta tarea, en una semana, creo que puedes llegar a realizarla como cosa de 50 veces), atar a conciencia las zapas, colocar bien las polainas, untarte de crema solar hasta en las uñas y todos en tropel a la línea de salida.
Día 1, los 8 en la línea de salida

Ese primer día, Rocío y yo no parábamos de ir a mear (los nervios, es lo que tienen). Todos colocados dentro de los límites del número 31 gigante para que nos hicieran la foto desde el helicóptero. Justo al lado mío (entre 1189 personas, ya es casualidad), está Juanma, un colega de mi amigo Mauri al que tenía que dar un mensaje de su parte. Nos reímos, nos hacemos fotos todos los compis de jaima, nos abrazamos, besamos y deseamos mucha suerte. Habla Patrick, explica la etapa, felicita a todos los cumpleañeros de ese día, empieza a sonar el “highway to hell” (canción ideal para lo que se nos venía encima) y a las 9 en punto…se da la 1ª salida.
Nosotros en la curva del 3
Minutos antes, Rocío acababa de ayudarme a colocar mi bandera en la mochila. Le explico que es la última foto bonita que tengo con mi padre y el porqué de llevarla conmigo. Justo en ese momento, delante de mí se ha colocado un tal Kevin de GBR, que también lleva una bandera, en la que pone “prostate cancer uk”. Pienso en que parece todo como preparado para que esté ese chico ahí, para recordarme que mi padre está conmigo, pues es precisamente de lo que falleció 2 meses atrás. Se me llenan los ojos de lágrimas…respiro hondo y me aguanto, que ponerme así en el km 0, como que no es plan.
1a vez que vi a Kevin

Salimos, empezamos a correr todos muy ilusionados, con energía, alegría y fuerza. Disfrutamos de esos primeros minutos en los que el helicóptero va y viene lateralmente por encima de nuestras cabezas. Saludamos, soñando que quizá alguno de los nuestros pueda distinguirnos de entre ese pelotón de hormigas.

Poco dura lo bueno. Cuando todavía llevamos la sonrisa en la boca, llegan esos primeros kms de dunas que nos ponen a todos en nuestro sitio. A los pocos metros, ya estás deseando que acaben y no han hecho más que empezar. El calor va apretando cada vez más, los 12 kilos a la espalda (añadidos los 3 litros de agua que has de cargar), van sintiéndose como 200. La arena te hunde, la arena va engulléndose toda tu energía poco a poco, la arena merma los pensamientos positivos a pasos ultrasónicos…y cuando llevas un montón de kms ya en plan fila india, subiendo y bajando dunas, persiguiendo la huella del que va delante, intentando no pensar…sientes que quieres irte a casa, que no puedes más, que solo desearías sentarte en la arena y ponerte a llorar.
No son hormigas, somos nosotros
Recuerdo esos primeros 15kms como los 15kms más duros hechos en mi vida. A mi cabeza solo iba y venía un pensamiento… “si no puedo con estos 15 primeros, ¿cómo voy a poder con toda la semana?”. Nunca antes se me había pasado por la cabeza volverme a casa...En esos primeros 15kms, sí. 

Viendo ya el final de las dunas a lo lejos, empecé a resetear, convenciéndome de que en cuanto pasásemos el CP1 y acabasen las dunas, todo iría a mejor.

Antes de llegar a su final, empezó la primera tormenta de arena. La arena se te clavaba por toda la piel como si de agujas afiladas se tratase. Pensaba en mi fisio y en la puñetera punción seca. Fijo que a la próxima, no me volvería a quejar…
Menudo airús

Lo de que tras la tormenta venga la calma, es un mito como otro cualquiera. En el CP1 me encuentro con Ángel, que lo está pasando fatal con diarrea y vómitos. Nos damos ánimos y sigo adelante. El viento es brutal. No veo ni por donde voy. He de ir pendiente de los que llevo delante para seguirles y no desviarme. Sobre el km20, me alcanzan Rocío y Antonio. Nos da una alegría tremenda encontrarnos. Rocío y yo nos abrazamos y me dice… “esto es un puto infierno”, lo que considero una afirmación más que acertadísima.

Yo voy fatal. Ni ganas de hablar tengo (ya es raro eso en mí). Cuando estoy así, prefiero ir sola y trabajarme la motivación, así que tras el CP2, km 26, ellos siguen adelante. Dos kms más de viento y arena y para rematar el día, otra vez dunas y más dunas. Gente parada bajo las pocas sombras del camino. Un holandés y un francés atendidos por los médicos. Un inglés vomitando. Panorama animador donde los haya…

Me arrastro por las últimas dunas. No puedo con mi alma. Cada vez que siento que me vengo abajo, la bandera movida por el aire me toca el brazo. Sé que es imaginación mía pero yo pienso que es mi padre dándome ánimos (tendré esa sensación muchísimas veces durante toda la carrera).

Veo a lo lejos el arco de meta y el campamento. Aparece Cova (fotógrafa del grupo español) por detrás de una duna. Me anima mogollón y me dice que me ve genial, muy entera (yo pienso que delira por el calor). El tramo interminable al final de la primera etapa se acorta. Por fin llego.

La dureza ha sido extrema y el hecho de haberlo conseguido, me hace sentir en mi interior más profundo, que si he podido con ese día, ya voy a poder con todos.
Por fin la meta!!
La rutina a la llegada al campamento, era la siguiente. Estirar un rato. Quitarse las zapas. Ir a escribir el mail (solo tienes derecho a uno y a un único destinatario). Llamada telefónica (a 10€/5 mins). Lavarse con las esponjas esas que llevan jabón que se usan en los hospitales (yo llevé de mi papi) y que no necesitan de agua para aclarar. Ponerte la ropa con la que duermes (yo, camiseta de tirantes y culote). Recogida y fichaje del agua. Recibir los mails (qué momento más maravilloso. No viviré lo suficiente para agradecer cada palabra. Tenía un montón para leer cada día y eso que me consta que muchos no llegaron). Curar ampollas (a mis compis Edu y Hoffman, que yo solo tuve rozaduras de las polainas y una plantilla). Encender el fuego y calentar el agua para la cena. Y finalmente, dormir, si el viento y los ronquidos te lo permitían.
El drink team repantigao
Roci y yo viendo pasar a los dromedarios

Día 11. 2ª etapa. 41,3 kms

Me levanté con un dolor de gemelos para morirme. Cada apoyo sobre el suelo, era un estiramiento tremendo de cada uno de mis músculos. El sol era abrasador ya a las 7 de la mañana. Había parado el aire, cosa por la que no sabías si alegrarte o agobiarte (que sin aire, el calor es el de un tatuaje hecho con un hierro candente; no es que lo haya probado, pero así lo imaginaba y sentía). La espalda también empezaba a molestarme y pensar en la kilometrada del día, no ayudaba lo más mínimo.

Ya empezamos a regalar cosas de la mochila a los chavales que montan/desmontan las jaimas o a niñas que se acercan al campamento a mirar curiosas a tanto “anormal” junto. El caso es intentar vaciar la mochila al máximo, pues el primer día de carrera, ya te ha hecho ver, que en algún que otro kilo, te has excedido.

Salimos a las 8.30 en punto. Aparte de las “putas” dunetes (palabra que acabaré odiando con todas mis fuerzas. No confundir con donetes, que esos me los hubiese comido yo allí a kilos), el camino empieza a ser mucho más ameno que el del día anterior. Además, empezamos a pasar por pueblecitos donde los caminos se llenan de niños que quieren chocar tu mano, saludarte, ir contigo algún tramo, pedirte cualquier cosa (“un franc” me pidió un pequeñín, que me dio mucha penita, o “un gateaux”, que ya hubiese querido yo llevar tanto para ellos como para mí misma). 
Al primer CP en el km11.5 aún se llega bien y con energía. Alcanzar el CP2, en el km26, ya es más tortuoso. Hacía un calor abrasador, mi mochila seguía pesando unos 10kgs y tenía un dolor de hombros y espalda, que me obligaron a tomar hasta paracetamol (con lo poco pastillera que soy yo). Llegar al 3er CP, en el km 34.5, ya nos animó sobremanera…aunque tener un jebel (montaña) con un 15% de desnivel nada más pasarlo, muchos saltos de alegría, no te hacía pegar que digamos.
Los niños chocando las manos



De todas formas, he de decir, que después de tanta arena, dunas y dunetes…cada vez que llegaba un jebel, a mí me daba un subidón. Subir montañas es lo mío y si encima es poniendo pie firme sobre las piedras y no hundiéndote, pues mejor que mejor.

Cuando por fin divisas el campamento 2 a lo lejos, casi que no das crédito. Y no lo das, porque en el desierto, nada es lo que parece. Lo que crees que puede estar a 1km, resulta que igual está a 7kms (y no es coña). Interminable se queda corto para definir cada llegada a meta…pero como todo pasa y todo queda, tras 9h de excursión por el desierto, llegué.
Subiendo alguna que otra duna

Pasaban las horas y no sabíamos nada de Pepo. Nos asustamos al enterarnos de que se habían tenido que llevar a un español en helicóptero. Finalmente, nuestro Pepo volvió a casa, pero tras enterarnos de que había tomado la firme decisión de abandonar. Yo creo que nos dio más pena a nosotros que a él, que la organización le invitó a cenar y le dio ropa limpia para poder volver a Ouarzazate al día siguiente e iba más contento que unas pascuas.

Día 12. 3ª etapa. 37,5 kms

Pepo se marcha a las 6 de la mañana. Nos quedamos un poco cojos, tanto como equipo como por grupo de jaima, pero lo importante es que Pepo está bien y que el resto seguimos adelante.
En la jaima 15, pasamos a ser 7

Mis compis ya llevan un montón de ampollas en los pies. A mí, el día anterior empezó a rozarme la cremallera de una polaina, así como la plantilla en la parte del puente del pie. Me lo tapé todo muy bien tapado para que no fuese a más y continué sin mayor problema. No sé por qué razón esta vez no he sufrido de los pies como en otras ultras, pero desde luego que yo misma aluciné de lo bien que los tuve durante toda la carrera (Antonio y Rocío decían que me tenían que haber dado un premio a los mejores pies del campamento). Creo que acerté en las zapatillas y en llevar calcetines limpios de dedos (marca injinji) para cada día.
Pie de Rocío, recién bordao

Antes de salir, justo delante de mí, está de nuevo Kevin (el de la banderita del cáncer de próstata). Ya el día anterior me lo encontré por el camino varias veces. Debemos llevar ritmos parecidos. Pensé en hablarle, igual que hablo con muchos otros de distintos países con los que coincido, pero como verle me remueve mucho por dentro, no me atrevo.

El primer tramo hasta el CP1 del km10.6 se lleva bien. Se notan siempre esas primeras horas del día en que hace mucho calor, pero no tanto todavía. Dunas, arena, piedras, un jebel pequeño…un completo para empezar, vamos. Tras el 1er CP, más dunas y dunetes. Cuando ya viene un poco de llaneo y empezamos a alegrarnos todos…ñassss…un cacho jebel con un 12% de desnivel, que subimos en plan procesionaria.
Um jebelcito de nada

De nuevo disfruto subiendo la montaña. Un americano me dice… “qué bien subes!”…a lo que le respondo que sí, porque soy una mountain runner pero no una desert runner!!!...
Subidu, subidá

Cuando alcanzo la cima y me dispongo a hacerme un selfie con los que suben por detrás, se me asoma Antonio por la pantalla y me da un sorpresón. Él y Rocío llegan justo tras de mí. Nos besamos y abrazamos como si llevásemos cien años sin vernos. Decidimos bajar el jebel y seguir juntos. Antonio va tocado. No soporta ese penar largo y tedioso por el desierto. Me confiesa que ha estado llorando por el camino, de impotencia, de hastío. Rocío, aunque le va animando repite sin parar… “es que esto no me merece ya”.
Con Rocío y Antonio en la cima del jebel

Hablar nos reanima a los tres y encontrarnos con los andaluces al iniciarse de nuevo las dunas, también. Pepe (uno de ellos), va igual de negativo o más que Antonio, aparte de que muy católico no se encuentra, así que entre todos vamos poniendo a caldo durante unos cuantos kms a la organización, al Patrick, a las dunas, a la mochila y al calor.

Llegamos al CP2, km 23.5 y nada más pasar por control, me encuentro con Ximo. Allí está parado desde hace 45’ porque está pensando en abandonar. Está igual de negativo que el resto, asqueao de las dunas, de no poder correr por ellas y de lo largos que se hacen los kms caminando. Me paro con él, bebo, recargo botellas y le hago salir hacia meta conmigo. Antonio y Rocío se quedan en una jaima del CP para curarse las ampollas.

De ahí a meta, km37.5, le meto un rollo de muy señor mío. Hablamos de nuestros trabajos, de nuestros padres, de la vida en general…

Eso hace que el tiempo y los kms pasen más rápido. A mí tomar geles ya me provoca arcadas, por lo que Ximo me regala una bolsita de frutos secos preparados por su mujer, María, que me saben a gloria bendita.

Faltando poco para llegar a meta, nos encontramos con Cova (la fotógrafa), que nos hace posar como modelos (de alta costura, of course, aunque sucios como puercos), bajando de una montaña, con la luz por aquí y la luz por allá.
Foto hecha por Cova (fotógrafa y mamá de los españoles)

Pasamos el arco de meta, muy contentos…y delante de la cámara nos marcamos un bailecito agarraos que ríete tú de los patosos aquellos del programa “mira quien baila”.

Día 13. 4ª etapa. 84,3 kms

Llegó el día. La etapa larga. Esa a la que todos temen y a la vez, desean llegar. La mayoría tiene claro que si la acaba, se lleva Sables en el bolsillo. De ahí que nos levantemos muy nerviosos. Rocío y yo lo comentamos. Vamos a ver a Pepe (el andaluz), que la noche anterior tuvieron que acabar poniéndole suero. Está mejor y sigue, lo cual nos hace muy felices. 
Le cantamos el cumpleaños feliz a nuestro compi de jaima y equipo, Ximo…vaya día de celebración el pobre!
Regalito sorpresa de su hija por su cumple


Alberto (el otro fotógrafo de los españoles), nos avisa y nos vamos todos juntos a animar a Chema para la etapa larga, que los 50 primeros van a salir 3h más tarde que el resto. Chema va 3º y todos le queremos en el pódium. Es un tío grande. Habla con todos, anima, da fuerzas…siempre con la sonrisa en la boca.

En nuestra jaima está Machi, que también va a salir con los 50 primeros (muy a su pesar). A Machi le coges un cariño enorme en poco tiempo. Es un crack de los que va en cabeza pero el más humilde de todos los corredores que yo conozco. De hecho, cada día al llegar y preguntarle lo que ha tardado, ves que le da hasta vergüenza decírtelo. Se preocupa mogollón por todos nosotros, nos intenta decir trucos para pisar este tipo de arena o aquella, nos habla de sus carreras o de su vida y nos deja encandilados. El 3er día intentó ir más lento porque no quería quedar de entre los 50 primeros. Cuando vino la de la organización y le dijo que sí que entraba, nos moríamos de la risa.
Machi, el maquinón de la jaima 15

Yo estoy muy animada. Como me dice Paco (el alzireño, que está en la jaima 14…vecino nuestro)… “hoy es tu día, que a ti te gustan las ultras”!...

Empieza aquello muy bien. Con el primer tramo hasta el CP1, km 9.7, con piedras, pero muy corrible. Además, empiezo por fin a notar menos peso en la mochila (unos 7 o así con el agua). He regalado geles, barritas, comida, todos los calcetines de los días anteriores, la ropa térmica de dormir porque al no hacer frío, no la usaba…y me he quedado con lo justo para la larga y el último maratón.

En el CP1 me encuentro con el equipo de los canarios y sigo con ellos hacia el super mega jebel espectacular que vemos ante nuestros ojos. También ante mis ojos va Kevin (el de la banderita del cáncer de próstata otra vez).

Sin escaleras ni nada, tú...
Ya casi tocando las nubes
Con mi compi alzireño, Paco

La subida es espectacular, tanto verla desde abajo como subirla. Me encuentro por el camino a Paco (de Alzira) y poco después a mi compi de equipo, Edu. Subimos juntos hasta arriba, en fila india, que se ha hecho un tapón tipo rebajas del corte inglés. Cuerdas para acabar de rematar el último tramo y poco a poco, llegamos a la cima. Posterior bajada montañera sorteando un pedregal enorme hasta que por fin llegamos a tierra firme…perdón…a dunas y dunetes, por si se nos olvidaba que estábamos en el desierto. Voy con los canarios. Me queda muy poca agua y voy justa para llegar al siguiente avituallamiento. Ellos me tranquilizan porque les queda de sobra.

Cuando ya se puede correr, disfruto hasta el CP2, km 21.7, lo que no está escrito. Voy muchos ratos con Miguel, de Barcelona, con el que también me fui encontrando montones de veces toda la semana. Hablamos de los distintos arroces valencianos, de cervezas y coca-colas frescas, de papas y aceitunas…(qué malo es pasar hambre!!).

Poco después nos adelantan los que van en cabeza. Chema va delante de los marroquís. Nos desgañitamos animándole. Qué maravilla verles correr de esa manera, como si no les pesara la mochila, como si la arena fuese totalmente llana…

Del CP2 al CP3, km 35, pasamos por un pueblecito donde un chavalín nos da la alegría de mojarnos con una manguera, cruzamos un lago seco de tropecientos kms (menos mal que llevo la compañía de Nicolás, un chico valenciano que vive en China y con el que me pego una charla super amena), me pasa mi compi de jaima Machi (parándose y todo a darme dos besos el tío máquina) y antes de llegar al CP, subidas de dunas hiper altas, con un calor infernal, que me hicieron llegar al CP3, hecha un trapo. Derretida, sin apenas fuerzas…
Nico, el valenciano-chino con el que cruzo "el lago" (más seco que una pasa)
LLegada al pueblecito

Paro en el CP3, decidida a comer allí mi liofilizado de rigor y de paso esperar a que el sol baje un poco. Me meto en una de las jaimas y allí me encuentro a Rocío y Antonio!!...Qué alegría más grande!!...

Les digo que de pensar que me quedan 50kms, me entran ganas de llorar.

Rocío me dice que ella ya ha estado llorando. A las dos se nos humedecen los ojos.

Saco mi cazo y hornillo y me caliento el agua. Como sin hambre (sin hambre de liofilizado, que me hubiese comido una vaca y un cerdo, siendo vegetariana). Hablamos, nos animamos y decidimos salir juntos 45’ después, para continuar (teóricamente hasta el km65 donde queríamos parar a dormir).

Cuando llegamos al jebel del km 38.5, con un 13% de desnivel, yo quiero morirme. No puedo
seguirles el paso. Les pido que se vayan y me dejen. Tengo momento bajón que necesito gestionar a solas. No puedo con el calor y ya me molesta de nuevo la mochila. Me molesta el paisaje, el cielo azul y ver correr a los escarabajos. Mi cabeza tiene el chip negativo puesto en marcha y contar lo que me falta me hunde en la miseria. Y dunas y más dunas y el sol que no se apaga. Lloro y le pido fuerzas a mi papi. De repente empieza a soplar algo de aire y eso me hace sonreír. Vuelve a rozarme la bandera.
Dirección a la nada

Voy con dos chicas de Hong Kong, que van igual o parecidas a mí. A una francesa le da un calambre en el psoas que la hace caer a la arena del dolor. Veo a lo lejos ondear la bandera de Kevin…increíble verle otra vez ahí.

A la misma vez que el sol empieza a esconderse, yo empiezo a revivificar…y así como por arte de magia, vuelvo a sentirme bien de nuevo, con ganas, con ilusión y con sensación de capacidad total.

Animo el paso, firme y seguro. Un voluntario me ayuda a poner la luz posterior que has de llevar para que se te vea en la oscuridad. Yo que temía a la noche por el desierto, empiezo a sentir que va a ser cuando más voy a disfrutar.

Y así lo hago, así sigo. Me sigue un montón de gente, dunas arriba y abajo. Voy durante kms marcándoles el paso. A ratos me da un poco de yuyu por si me pierdo porque pienso que se vendrán todos detrás, pero las luces verdes del camino van guiándome bien y no doy tregua.

Paso el CP4, km45. Ya es totalmente de noche. Paro a rellenarme las botellas de agua y sacar una barrita y un gel a ver si soy capaz de tragarlos (llevo ya un par de días que me resulta imposible ingerirlos, porque me dan un ascazo brutal). Hasta el CP5, no quiero parar a cenar, así que no me queda otra que engullir sin pensar.


Sigo fuerte y con buen ánimo durante los siguientes 10kms. La ilusión de pararme a cenar me lleva a subir dunas y pedregales con todas las ganas del mundo. Voy hasta cantando canciones de Iván Ferreiro (no llevar ipod es lo que tiene, si quieres escuchar música, o cantas o cantas).

Un par de kms antes de llegar, me topo de bruces con un chaval francés, que me pega un susto de muy señor mío (pues estaba totalmente a oscuras) y es que el pobre, intentando cambiar las pilas a su frontal, una de ellas, le había caído al suelo. Le alumbro y le pregunto de qué color es…amarilla, nada menos…entre la arena, ni un camaleón, vamos. A medida que va llegando gente, todos van parando a buscar. Finalmente aparece y seguimos en tropel hasta el 55. El cielo es maravilloso y la luna brilla como nunca antes la he visto, super cerquita de nosotros. Apagamos un ratito los frontales para ver las estrellas brilar. Brutal!

En el momento en que cruzo el control del CP5, veo delante de mí a Rocío y Antonio, que también acaban de llegar. De nuevo alegrón, aunque la cara de Antonio es de exhaustividad total, y el decirme que no siguen y que se quedan allí a dormir, casi que ni me sorprende.

En ese CP hay hamacas, dan té caliente y dulce, hay música y buen ambiente. Aquello parece un chill out y da una pereza irse que no veas. Encima están también por allí los sevillanos, con los que me río y charlo un rato.

Me meto con Antonio y Rocío en una jaima casi vacía en la que van a quedarse a dormir y nos preparamos la cena, juntos. Al acabar, nos despedimos. Yo aún me encontraba bien y quería seguir hasta el CP6 (km65) para dormir allí y me quedasen menos kms al día siguiente.

La salida del CP5 es un cuestón que te mueres. Al llegar arriba me encuentro con el francés del frontal. Bajamos juntos por la arena, que al estar tan vertical, te obliga a correr sin ver un pimiento. Me caigo un hostiazo y estiro tanto una pierna que me da un tirón en el gemelo derecho. El chico francés me ayuda a levantarme y yo sin poder parar de reírme (hasta que noto el tirón y se me corta la risa de cuajo). Voy masajeándomelo y caminando rápido durante un rato. Parece controlado, así que me tranquilizo.

Alcanzo a dos chicos de Sudáfrica, que van a un ritmo rápido y llevan unos frontales como luces de estadio de fútbol (y no como el mío, que alumbraba menos que una luciérnaga). Me uno a ellos. Hablamos de su país, de la ultra de Namibia, de aquel desierto comparado con éste, del Al-Andalus (que también la conocían) y de España. Así hasta que llegamos al km63, faltando 2 para el CP, que me da un apretón de escándalo (yo creo que del gel), que no me puedo aguantar. Les digo que sigan y yo disimulando me quedo atrás.

En un minuto ya veo una fila de corredores tras de mí, así que apago mi frontal y me voy para un lateral…¡¡y empiezan a perseguirme!!...Son ingleses, les digo que no me sigan que voy a mear y allí como puedo me agacho, tapando con las manos las lucecitas que hace el gps que llevamos enganchado a la mochila.

Y problemón!!!...en ese mismo momento, recuerdo que llevo desde el día anterior sin pañuelos, ni papel de wc ni de nada que se le parezca, que ya se me ha terminado todo (de hecho ya iba mendigando trocitos de papel a mis compis hasta para mocarme) y estando allí, a oscuras, en posición cuclillas sin saber cómo solucionarlo, empiezo a rebuscar por los bolsillos externos de mi mochila para ver si milagrosamente encuentro algo. Me aparece una bolsa de las marrones (nos daban 3 al día para el cagaero) y las medias de compresión que ese día no me había puesto. Ellas fueron mis salvadoras. 40€ más a la basura a estas alturas, ya daba igual, pero el culo de la menda, tenía que seguir limpio sí o sí. Rasposas eso sí, llenas de arena de los días anteriores y a partir de ese momento, metidas en la bolsa marrón con destino la basura del CP6.

Con el estómago y la mente relajados, empiezo a correr, queriendo llegar pronto al CP6. Veo cada vez menos con mi frontal (ya estaban las pilas para cambiar) y piso una piedra de esas negras gordas, que me lleva a girar el tobillo izquierdo total. Me asusto mogollón y del dolor me entran ganas de llorar. El cansancio acumulado y el no llegarle bien el riego al cerebro, hace que empiece a pensar que si paro en 1km, luego se me hinchará y no podré acabar la etapa larga, que no puedo dejar sables a medias por culpa de un puto esguince, que con todo lo que he sufrido en las otras etapas, con un dolor de tobillo he de poder aguantar.

En ese momento decido que sigo, que no voy a parar hasta el final, que seguro que al mantenerlo en caliente, podré terminar sin más.

Y en el CP6, km 65, solo rellené de agua.
Y en el CP7, km 75, solo rellené de agua y meé.

Y tras una recta odiosamente larga (desde el CP7 veías las luces del final, pero estaban a 9kms), llego a meta, km 84,3, a las 5 de la mañana.

A la vez que amanece con un cielo rojo espectacular, tras 21h seguidas por el desierto.

Cruzo la línea, aquello pita y yo lloro. Lloro sin consuelo, de felicidad, de tristeza, de orgullo, de grandeza…

Salen los comisarios de carrera y me empiezan a abrazar.

No puedo parar de llorar. Me cargan con los 4.5l de agua de meta y sigo llorando. Camino lentamente, observando el campamento dormido, en silencio, llorando. Paso entre las jaimas y recibo los aplausos de los que siguen despiertos, que acaban de levantarse o que también acaban de llegar. “Merci” solo me sale decir… “merci”…
Tras la etapa larga. Relax en la jaima (leyendo los mails)


Sorpresa del día!!...La organización nos da una coca-cola!!!

Día 14. 5ª etapa. 42.2 kms

Ximo ya no está. Al llegar a la jaima tras la larga, le vi durmiendo allí ya y supe que había abandonado. Machi se despertó al oírme llorar y así me lo confirmó. A las 7 de la mañana se fue con la organización y los últimos abandonados hacia Ouarzazate. Me dio muchísima pena, además de porque tenía claro que él podía acabar Sables y más, porque había sido un gran compañero, con el que me reía barbaridades todos los días y sabía que notaría mucho su falta. Pero bueno…cada uno tiene su momento para hacer las cosas y tomar sus decisiones y muy a mi pesar, tenía que respetarle (aunque si el día anterior, en el km35 que fue donde abandonó, le llego a pillar, le engancho de la oreja y no se va ni de coña).

Última etapa (clasificatoria, la solidaria, solo cuenta como paseíllo por el desierto).

Todos sentimos que con esta etapa, Sables acaba y que si has llegado hasta ahí, te llevas la medalla a casa.
Cada vez somos menos, cojones! (Edu y Machi, en el wc fijo)


Con Chemita antes de arrancar

Dan 12horas para terminarla, más que ningún día exceptuando la larga…y es razonable visto el campo de batalla. Va tanta gente cojeando, arrastrando los pies como puede, que si no diesen ese margen, algunos no llegarían.

Yo me siento muy entera. No me duele absolutamente nada, ni los pies ni los músculos ni siquiera la espalda. La mochila por fin es un placer cargarla (unos 5kgs entre el agua y el resto de cosas que me quedaban).

Rocío me la acopla bien (qué suerte he tenido con mi Roci…con 11 años menos que yo y ha sido casi como tener a una madre a mi lado; mi chica, siempre cuidándome y protegiéndome), me la aprieta bien fuerte contra la espalda para poder correr sin que se moviera ni un milímetro.

Nos abrazamos, besamos y despedimos todos. Todo el mundo canta el “highway to hell” más fuerte que nunca. Es el último y la felicidad vuela incluso más alta que el helicóptero.

Salimos con fuerza, corremos con ganas. El llevar menos peso es un alivio como nadie puede imaginar.
Levantándome la falda para el cámara



Culo fuera!

Llegamos al CP1, km 13.5 en un ná y menos. Oigo a los voluntarios comentando que los primeros están a punto de llegar, así que espero mientras me relleno las botellas, para poder animar a Chema a grito pelao.

Pasan Rachid (el líder de Sables toda la semana) y 3 de sus colegas de equipo. No está Chema. Todos los españoles que estamos por el CP, ya preocupados. Por fin le vemos llegar. Le han hecho parar a cambiarse el dorsal y ha perdido un tiempo de oro. Qué rabia nos da!...Aun así, mereciéndolo más que nunca, nos dejamos la voz animándole. Algunos corren tramos a su lado para darle fuerzas. Es muy emocionante verle…
Chemita volando

A partir de ahí empieza un tramo largo de dunas, sube baja, pero que se hacen amenas al estar adelantándonos los 200 primeros sin parar.

El CP2, km 24.2 no se hace esperar. Han llegado familiares de corredores y da una gran ilusión llegar y que estén todos juntos allí gritando y animando como no ha habido ningún día.

Poco después de pasar el control, veo a lo lejos la bandera del cáncer de próstata de Kevin. La lleva ondeando tan alta, que se ve a varios cientos de metros. Pienso en que en nada le alcanzaré por última vez y me da penita no haberme atrevido a hablar con él en toda la semana.

Llego a su altura, como otros días y de repente…él me habla… “Keep going España, only 8 miles to go” (vamos España, solo quedan 8 millas para terminar). Se me acelera el corazón, me pongo super nerviosa, pero decido hablarle tras darle las gracias.

Le confieso que le he estado viendo cerca de mí en carrera toda la semana, pero que no era capaz de hablarle porque mi padre murió de ese cáncer que lleva en su bandera dos meses atrás. Súper cariñoso me dice que mi padre va conmigo y que debe estar orgullosísimo de mí por lo que estoy a punto de conseguir. Se me saltan las lágrimas…pero respiro y me aguanto para poder seguir hablando con él. Le pregunto si está en alguna organización de lucha contra el cáncer. Me responde que lo lleva para concienciar, porque él tiene cáncer y le han dado 3 años de vida. Se le saltan las lágrimas a él. Seguimos uno al lado del otro, los dos llorando, callados. Me da la mano y vamos cogidos así durante un rato. Paramos y nos damos un abrazo fuerte, con el que dejamos perplejos a todos los que nos van pasando.

Vuelve a hablarme, preguntándome si la niña de mi bandera, que está junto a mi padre, es mi hija. A partir de ahí cambiamos el chip y volvemos a la alegría. Hablamos de sus 3 hijos, de su mujer, de nuestras vidas. De ahí al CP3, km 34, me da una lección magistral de vida, de sueños y de ilusión por cada día.
“No importan los años de vida que queden, importa que queden los que hayas vivido…que queden en ti vivencias, sueños cumplidos, sensación de plenitud, orgullo de ti mismo al sentir que lo que vives es realmente lo que deseas vivir. Piensa en si vivió así tu padre, que seguro que sí teniendo una hija como tú y no estés triste”.

Hubiese querido grabar la conversación entera, porque al separarme de él tras el CP3 (se quedó para tirarse agua y no tenía suficientes botellas, yo le di la mía, pero esperó a que algún corredor dejase alguna otra medio llena), me fui pensando en todo lo que me había dicho y me sentí feliz. Comprendí porqué estaba en Sables, el sentido a haber sufrido y llorado todas las etapas y el por qué se había cruzado él en mi camino cada día.

Del 34 a la meta en el km42, solo recuerdo que corrí, sintiéndome libre, plena, fuerte y más unida a la vida y a mi padre que nunca.

Y tras algo más de 55horas, crucé la última meta de mi último sueño, con mi padre a mi lado, con todos los Kevin del mundo de la mano. Y lloré, me quité la mochila, desenganché mi bandera y la besé, señalando a quien me dio la vida, a quien me enseñó a vivirla con intensidad y alegría, a quien vivirá por siempre en mí mientras yo exista.


A mi papi.
Marathon des sables, 2016.
Meta MDS 2016

* La carrera solidaria de 18kms del día siguiente (que hicimos caminando tranquilamente todos los españoles juntos), fue dedicada a todos y cada uno de los que me escribieron mails (Juan y mi Luna, Elena Alonso, Syl González, Mlou González, Elena Amat, Ana Camacho, Sergio-Mayayo, Sandra Domínguez, mi sister Mer, Josero, Marisol Poveda, Pepe Ducson, César Vázquez, Patri Cuñat, Julian11, Esther López, Amparo García, Manuel Ángel, Bibi Rodríguez, Bea López, Maripuri, Félix Méndez, Manuel Maldonado-mister, Rosa Araques, José Ramón Gutierrez, Alfredo-Furi, Carlos-Kamax, Noe de la Concepción, Anabel y Cristian, Javi Sanz, Víctor Císcar, Rosa Sanchis, Josep1, Pablo Fernández, Víctor Blanco, Víctor Martel, Susana García, Magda-cousine, Ely y Miguel, Soraya Bolinches, Bj-Perpi, Xelvático, José Herber, Coque Sáez, Elena González, Mari-cuñá, Transi, Mª Isabel Blanco, Cris Blay, Alfred March, Pablo López, María Elegido, José Pepe, Robertito y Marisa, Victoria Llopis, Mauri Lobato, Cindy Valero, Sara Pozo, Kike Parra, Amor Sala, Julia-sobri, Debbie-Fer-Alicia, Mª Angeles Cuenca, Manú Domínguez, Juan Pinel, Vicent-Jevy, Lili y Cirilo, Cristina Jiménez, Santiago de Ossorno, Sagra Llopis, Fani Añó, Rut, Noguera, Sandokan, Remei, Amparo Ordaz)
A todos, 257 millones de gracias ♥

* También dedicada a familiares, vecinos y amigos que estuvieron muy pendientes de toda la información enviada por mi prima Syl, que fue quien se encargó de hacer llegar a todo el mundo mis mails diarios.

* A la mamá de Ana Camacho (que falleció la semana anterior a la carrera).
* A mi entrenador, Manuel, que una vez más, ha rebosado paciencia y saber hacer.

* A mi madre y mi hermana, por esa fiesta sorpresa que organizaron a mi llegada y por hacerme sentir lo orgullosas que están de mí. No las puedo querer más a las dos.

* Y aparte de gracias, un “OS QUIERO” más grande que una duna, para mis compañeros de jaima. La jaima 15:
Antonio, Rocío, Machi, Edu, Hoffman, Ximo y Pepo.
Ha sido un verdadero placer compartir con vosotros esta aventura. Sois todos muy grandes (y unos liantes!!...que ya me están haciendo pensar en la siguiente!!).

* Al resto de españoles de Sables 2016, que me encantó conocer y a la gente de la organización, que fueron espectaculares.

Puto infierno, desierto del Sáhara, a ti también, gracias.

El post:

# En Ouarzazate pasamos dos días espectaculares. Nos costó varias duchas volver a estar limpios y varias comilonas dejar de tener hambre.
# Rocío y yo disfrutamos de un hammam de los de allí, donde las mujeres del lugar se encargaron de dejarnos relucientes. Experiencia tremendamente especial que nunca olvidaré.
# Bebimos cervezas al querer, fumamos y bailamos canciones top hit tipo "macarena, bomba y chikilikuatre".
# Nos compramos medio bazar.
# Y como por arte de magia, Kevin, volvió a aparecer para poder despedirnos, cuando menos lo esperaba.

Marathon des Sables 2016 en imágenes

100 MILLAS DEL HIMALAYA

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" Todo lo que sé sobre la vida, lo aprendí corriendo"

El montón de anécdotas que vivimos por Delhi antes de encontrarnos en el aeropuerto de Bagdogra con la gente de la organización o tras terminar los días de carrera, darían para escribir un libro, pero como el motivo principal del viaje, es la carrera, el libro lo dejaré para otro rato.
¡Vaya cuarteto de zumbadas!..la más cabal sin duda,
mi sobrina Julia. 


Nada más salir del avión, vino Manci (mano derecha del director de carrera) a recibirnos con una gran sonrisa.
Nos informa de la zona a la que hemos de dirigirnos y allí nos encontramos con los primeros corredores con los que compartiremos esta gran aventura. Entre ellos se encuentra Mariano (en adelante Mari, que así le bauticé desde el minuto uno con mi santa manía de acortar los nombres), único participante de habla hispana aparte de nosotras. La primera impresión que tenemos de él, es la del típico guaperas flipao (no hay nada más feo que prejuzgar, ni mayor aprendizaje que el de equivocarse, pues tras conocerle durante una semana, no puedo decir más que su belleza interior es mil veces superior a su belleza exterior...y eso, para un chaval cuya profesión es ser modelo, es decir bastante). 


El viaje en bus desde Bagdogra a Mirik (donde dormiremos las dos primeras noches), nos mantiene pegadas a la ventana del bus en nivel máximo de embobamiento (qué brutal la diferencia de vida, la gente, la cultura, el paisaje).
Llegamos ya 
de noche. Nos recibe Mr Pandey, director de carrera, de quien te enamoras nada más verle gesticular, hablar como una metralleta con su inglés tan peculiar (del que si tienes suerte entiendes la mitad) y organizar a todo dios en cuestión de milisegundos. Me encanta este hombre. Sólo mirarle te entra la risa.

Primer contacto con todos los corredores, primeras charlas con unos y otros, buena cena (picante, que si no pica, es que no estás en India) y prontito a dormir para ir de excursión a Darjeeling al día siguiente.

El quinteto hispano (nosotras 4 y Mari) ya hace piña y recorremos juntos el museo de la montaña, el zoo, compramos te, regalitos y subimos al toy train empapuzándonos un manjar indio, que ríete tú de Le Meurice de París.  


Tras un día largo de excursión, otra buena cena y revisión médica pre-carrera, Mr Pandey nos envía pronto a la cama. El día X estaba llamando a nuestras puertas.

1a etapa. De Maneybhanjang a Sandakphu. 38 kms

Los madrugones que nos hemos pegado estos días en la India, han sido tal como decía Mr Pandey, de cuartel militar, pero es que dormir en un pueblo (Mirik) y empezar la carrera en otro (Maneybhanjang) en la primera etapa, suponía tener que hacer un recorrido en bus de casi 2 horas (y no de un bus y unas carreteras al uso, no, sino un bus de los que ya debieron retirarse de circulación en Europa, allá por la Edad Media y unas carreteras con unos agujeros en los que bien cabría estirada una vaca sagrada).


Maneybhanjang nos recibe con una alegría, curiosidad, colorido e ilusión brutales. Oír sonar la música para nosotros, ver a todos los niños del pueblo en primera fila mirando con asombro nuestro asombro, sentir una ternura especial al ver que los wc a los que te dirige la organización, son los wc de sus propias casas...todo eso te lleva a un estado de emoción tan tremendo, que a pesar de faltar unos minutos para el inicio de las 100 millas, no eres consciente ni de que en breve vas a tener que ponerte a correr.

Los pequeños del pueblo nos hacen entrega de un pañuelo blanco que ponen en nuestro cuello como símbolo de bendición y buenos deseos.

Y cuando Mr Pandey finaliza la cuenta atrás (ready, set, go), salimos todos en bandada hacia las montañas.

Mari, que carga con una go pro toda la carrera, me incita a que salga corriendo delante de él para ir grabando la salida.
A los 200 metros ya voy con la lengua fuera, casi en cabeza junto a los primeros.
Llego a agradecer cuando se inicia el subidón hacia las montañas y Mari sigue a su ritmo para arriba y yo al mío (ritmo de persona normal y no de extraterrestre como él).

La primera etapa es dura hasta decir basta. Yo creo que excepto 5kms de bajada entre bosques, todo fue subir y subir sin parar.
Pero subidas de las de arrastrarte tipo lagarto, de hecho y aunque me jodiese lo que no está escrito que así fuese, creo que pasé más de la mitad de la carrera teniendo en mi mente la petarda canción del "despacito". Como un mantra, que ahí va y ahí viene.
Algún rato me dediqué a inventar canciones y repetirlas para no pensar, como por ejemplo "vamos a Sandakpu pi, pi, pi...a correr un ratu, pi, pi, pi...pero no me importa, pi, pi, pi...que mañana tengo otra, pi, pi, pi" o simplemente a recitar el mantra "Om mani padme hum" tocando las bolitas del collar (mala) que me había comprado el día anterior en Darjeeling (consejos de la budista de mi hermana).


Cuando uno sufre, ha de sacar todo su potencial psicológico para no venirse abajo y para ello, nada mejor que cantar, inventar o meditar.

En la primera gran subida (de unos 15kms), voy a la par con el trío de japoneses. En el recorrido hay militares en cada curva, que están tan alucinados con nosotros que nos piden que paremos para hacernos selfies. Me llevo cada susto que no veas, porque van vestidos de camuflaje y los confundo cada dos por tres con los colores de las montañas.
La mezcla de pastilleo que llevo en el cuerpo (la de la malaria, la del mal de altura, la de dormir) han empezado a revolucionar mi estómago y voy desde el km 5 con un dolor de barriga de esos de "o paro o me cago encima", pero con estos militares apareciendo tras cualquier maleza, voy blasfemando en arameo por no saber dónde leches meterme. Finalmente, habiendo despistado al personal, paro y utilizo los dos pañuelos de rigor que siempre llevo detrás por si necesito mocarme. ¡Cuánto los eché de menos después por las alturas!

Así vamos subiendo, pasando por algunos pueblecitos diminutos donde todos salen a saludar, donde los niños nos cantan "welcome" al unísono, donde me preguntan muchas veces si soy una de los suyos (india)...(aún me pregunto el porqué, con lo blanca y rubia que soy!!!).

Cuando empezamos a llanear/bajar y poder correr, disfruto barbaridades, además de que el recorrido es precioso. Empiezo a encontrarme con compañeros, con los que comparto tramos y charlas, con Eddy (de Escocia), Jeanette (de Australia), Sofie (de Suecia), Jason y Carl (de UK)...hasta que llegamos al avituallamiento del km 22, en el que paro a reponer agua y está uno de los dos médicos de la organización (el joven), que me pregunta si he comido algo. Le digo que no, que sólo agua y geles y me obliga a que coja un plátano y coma al menos la mitad, porque lo que me falta, es "very hard" y voy a necesitar mucha energía.

El calvario de ahí en adelante no se puede explicar con palabras. Incluso los jeeps de la organización, dirigiéndose a Sandakphu (fin de la primera etapa), tenían dificultades para subir por aquellos andurriales. Increíble que un camino de llegada a un pueblo pueda tener ese desnivel y si a eso le sumas que no hay quien se aclare con los kms que quedan porque los cartelitos que ponen en los avituallamientos son así como aquel...que igual quedan estos kms que unos pocos más...¿quién sabe y qué más da?..., pues hace que aquello se convierta en un vía crucis mentalmente realizado de rodillas.

A medida que vamos cogiendo altitud, la niebla va rodeándome con su gigante abrazo y no se ve más allá de un metro por delante y por detrás. Empiezo a tener un frío tremendo y mi único abrigo aparte de la manga corta, manga larga y cortavientos que ya llevaba puestos, es el pañuelo blanco que nos habían dado los niños en la línea de salida (y el cual tuve que estar utilizando como kleenex la mitad del camino de la moquilla que me caía).

Aquello se hace interminable. Me encuentro con compañeros por el camino que hasta paran a sentarse y aunque desearía hacer lo mismo, me acojona llegar 
de noche porque ya solo con la niebla no se ve nada, así que sigo para arriba apretando los dientes y dándome ánimos sin parar "vamos Sylvie, vamos".

Llego a meta, tras 
7h49 minutos y como no veo a ninguno de los míos por allí, me abrazo a Manci y al resto de voluntarios como si se me fuese la vida en ello.

Mis chicas fueron participantes "walkers" sin pretenderlo y ese día nada menos que se cascaron 22kms por las montañas, de ahí que llegase antes yo que ellas a meta. Mi Mari, había llegado en segunda posición en 
5h12'. Muy felices los 5 al reencontrarnos.

En Sandakphu las condiciones ya fueron bastante distintas a las vividas en Mirik, la altitud, la falta de comodidades (sin duchas de agua caliente ni fría, wc de agujero en el suelo, camas tipo colchón de mármol, sin sillas para sentarse a desayunar o cenar), el frío dentro de las cabañas exactamente el mismo que hacía fuera. Pero había algo curioso y es que a todos nos parecía bien, a nadie se le ocurría protestar por nada, era como si todos tuviésemos claro a lo que habíamos venido y lo que podíamos esperar. 



2a etapa  de Sandakphu a Molle y volver. 32kms
(16kms para allá, 16 para acá).

El despertador estaba puesto a las 4.45, porque teóricamente 
a las 5 era el toque de diana para poder ver despuntar el amanecer tras las 4 montañas más altas del mundo (Everest, Lhotse, Kanchenjunga y Makalu), pero, aquí las 4 valencianas que compartíamos habitación con una chica inglesa, ni la oímos levantar a ella, ni oímos la alarma hasta las 5.35 de la mañana, tras 50' sin parar de sonar. Y es que la altitud te hacía dormir como a trompicones, con sueños megaextraños y a esas horas nos debió pillar en trance total a todas, por lo visto en nuestro único momento de fase rem de toda la noche (o eso o es que hacemos ya como mi tía-abuela Basi, que en paz descanse, que roncaba que tiraba patrás y decía que había perdido el sueño en la guerra).

A esas horas 
de la mañana da tiempo a todo, por lo que a pesar de nuestro retraso, pudimos disfrutar de un maravilloso amanecer en las montañas.

Desayuno, puesta en marcha y segundo disparo de salida, no sin antes una buena dosis de risas y fotos con Mr. Pandey y compañía.

La alta montaña tiene esos cambios radicales de temperatura y clima que no puedes llegar a comprender, pero que al igual que dicen de las brujas, haberlas haylas. Igual que salió un sol radiante para que pudiéramos disfrutar de un amanecer maravilloso, en cero coma, se nos vino toda la niebla del mundo encima. Vaya frío de cojones hacía, los dientes tipo metralleta desde el minuto uno tenía!!!

Salimos hacia Molle por un camino precioso de montaña. En cuanto llega la primera subida (a 200m de iniciarse la carrera), noto como de repente soy poseída por un rinoceronte y empiezo a respirar como tal. No había fuerza suficiente en mis pulmones, mi nariz y todos los agujeros de mi cuerpo, para absorber el oxígeno que necesitaba. ¡¡La virgen santa!!...¿Cómo voy a poder correr con este bicho metido aquí dentro?...

Menos mal que empiezo a compartir el tramo de ida con Sofie, Carl, Jason y al ir entretenida con ellos, parece que mi estado de asfixia se calma.
Sofie que es periodista, cámara en mano, no para de hacernos fotos, al igual que yo a ella, aunque yo con un móvil que había llevado adrede para hacer fotos y vídeos en carrera.

Cuando voy por el km 11, veo venir corriendo frente a mí a Mari (que ya ha llegado a Molle y está de vuelta). Va primero, por delante de Paul (máximo rival) y me da una alegría tremenda. Paul va muy pocos metros tras él y a él no se le ocurre otra que sacar el móvil y ponerse a hacer selfies conmigo. ¿¿Pero qué leches haces canalla??...arreaaaaaaaaaaaaaaaaaaa y correeeeeeeeee...

Como no podía ser de otra forma, la llegada a Molle es de subir hasta hartar, pero se hace muy llevadera al estar cruzándonos con los que van delante y detrás. El poder saludar, animar y chocar las manos de tus compañeros, tiene esa cosita mágica que no sabes bien porqué, pero te anima las piernas y calienta el corazón.

En Molle, firmamos (tal y como hemos de hacer en todos los avituallamientos durante toda la semana...que no son pocos, que cada 3kms o así teníamos una parada; he firmado más en 5 días que la 
Sara Montiel en plena fama). Y a partir de ahí empieza nuestra vuelta a Frozen (ese castillo helado en las altas montañas de Sandakphu).

Los subes/bajas del camino me hacen disfrutar mogollón. A ratos voy con Juergen (Alemania), otros con 
Jeanette(Australia) y finalmente, a falta de pocos kms para terminar, me encuentro con Rosemary.
Rosemary es un encanto de mujer, que ha venido a la carrera con su hijo de 15 años. El niño, Brett, ya la ha dejado atrás en las dos primeras etapas. Chapeau por Brett, que se llevó el trofeo al participante más joven y corrió como las balas y chapeau por Rosemary, por tener un adolescente corredor de esa calaña.

Rosemary no ha tenido su mejor día, va muy cansada por la altitud, pero se anima a correr conmigo al alcanzarla. Le digo que me quedo con ella hasta meta y no quiere, prefiere que me vaya porque me ve bien. Le explico que a 3 kms o así de terminar no pienso pasarla siendo que ha ido por delante de mí los otros 29. Corremos hasta meta súper contentas y animadas, sobre todo al girar la última curva y tener allí a mis chicas chillando como locas. Subidón de felicidad, sobredosis de amor, abrazos largos que endulzan el alma.

A los que llegaron más tarde esa noche, les pilló el agua-nieve y a algunos hasta la nieve. Una de las japonesas llegó con una hipotermia brutal y tuvo que ser atendida por los médicos durante toda la noche. Y es que Frozen, era mucho frozen!!





3ª etapa de Sandakphu a Rimbik, pasando por Molle, Phalut y Shiri-Kola (también llamado por la organización, día del maratón del Everest). 42kms (km arriba, km abajo).

Helen (la inglesa que dormía en nuestra habitación), se levantó fatal con mucho dolor de estómago y ganas de vomitar, por lo que sabiendo la etapa dura que nos esperaba, también decidió abandonar. Digo también porque antes de empezar esta 3ª etapa, el grupo de corredores se había reducido casi a la mitad.


Y es que tal como nos habían avisado en el briefing la noche anterior, esta etapa, era la etapa. La etapa de "mecagoenmismuelasperoquélecheshagoyoaquí".

El día en Sandakphu amaneció mega frío, pero a la vez mega azul y luminoso... pero lo mejor de todo, nevadísimo!!!. Un espectáculo visual que quitaba la respiración. Montones de fotos,  nervios, emoción.
Mr Pandey se lía a darnos los consejos del día (con sus frases repetitivas que nos hacen reír a todos..."please, don't brake your knees and your ankles"..."if you love nature, nature will protect you"...) y cuando ya estamos a punto de caramelo para ser amputados por congelación de pies y manos, suelta el "go" que todos esperamos.

Salimos en estampida, con la adrenalina tocando la cima del Everest por lo menos...y es que correr nosecuántoskms topándote en cada curva con ese maravilloso espectáculo de montañas nevadas, esas 4 gigantescas montañas haciéndote el paseíllo y acompañándote en cada respiración (aunque siguiese siendo de rinoceronte), es cuanto menos, impactante.

El camino hasta Molle, como ya nos lo conocemos, parece que hasta se te haga más corto, 16kms hasta allí en un visto no visto (supongo que la mente también pone de su parte y al saber que ese día  son muchos más, esos 16, pues como que se convierten en un primer paseo).

Tras Molle, cogemos el camino hacia Phalut (teóricamente 8 millas entre ida y vuelta pero que a mí me parecieron 80). A los pocos kms, veo venir a Mari corriendo frente a mí. Va delante de Paul de nuevo por pocos metros, así que le pido que no se pare. Aun así él se entretiene grabándome en vídeo, dándome un beso al pasar por mi lado y hablándole a la go pro. Yo chillo y le animo y le digo todo lo que se me ocurre, hasta un "viva Argentina" que hace reír a Paul al pasar por mi lado.

La niebla vuelve a hacer acto de presencia y de pasar de ver todas las montañas del mundo, pasamos a vernos poco más allá de los pies.

Cuando ya estoy hasta el copón de no parar de subir y me cruzo con el chaval que va 3º, le pregunto si me falta mucho para llegar a Phalut...y su respuesta del millón es un  "turn next mountain and then look at the top of the top, that's Phalut" (vamos, en castellano, que mirara allá donde cristo perdió el gorro, que pegadito a las mismísimas puertas del cielo estaba Phalut).

Creo que dar esa curva y mirar hacia arriba, será una imagen de esas que guardaré por siempre en mi memoria etiquetada como "lamadrequemeparió".

Si me llegan a lanzar una cuerda, directamente, escalo.

Esa subida es brutal y se me atraganta lo que no está escrito. Al llegar arriba, el avituallamiento está petao de militares, que empiezan a hacerme fotos y selfies y yo, que me he dejado los pulmones por el camino, aún saco fuerzas para sonreír y firmar mi llegada.
Tomo un gel, el último que seré capaz de ingerir durante toda la carrera y me sienta fatal, ya no sé si por el ascazo que me daban, por la altitud o porque como siempre me pasa, no puedo tomar geles más de dos días seguidos sin que me bloqueen el estómago.

Tal cual lo tomo, lo vomito y faltándome nada menos que 22 kms para acabar la 3ª etapa, mi cuerpo ya se cierra totalmente en banda y continuo la carrera sin ingerir absolutamente nada.

De vuelta hacia Molle, me encuentro con Peter (un señor inglés de 68 años, super rebonico, que me pregunta si me importa que vayamos juntos, porque la bajada es tan cañera, que tiene miedo de que le pase algo y estar solo). Peter ha corrido más de 100 maratones en su vida y los últimos con unos tiempos 
de 3h30...ahí es nada...
Va como un cohete el tío y le sigo como puedo teniendo que parar de vez en cuando a dar arcadas tipo beoda total. Va preocupado por mí y le tranquilizo diciéndole que nada me ayuda más que ir charlando con él para no pensar en lo mal que me encuentro.

La bajada es alucinante, pero igual de alucinante es interminable.

Cuando llegamos a Shiri-Kola, nos llevamos una alegría tremenda que nos dura un ná y menos. Vemos que en el avituallamiento señalan que vamos por el km33, con lo que mega contentos nos vamos de allí creyendo que nos quedan únicamente 9. Seguimos bajando por piedras, surcos, yo que sé...(aquello era de todo menos un sendero normal) y cuando nos encontramos con un habitante del pueblo, se nos ocurre preguntar.
"12 kms" nos suelta. A mí en ese momento me clavan un cuchillo y no sangro siquiera.

No contenta con la respuesta (¡como para estarlo!), vuelvo a preguntar a otro aldeano más abajo.
"15 kms" me arrea.
La cara de Peter es un mapa. La mía ya no es ni cara, directamente parezco la viva imagen de "el grito" de Munch. Si llego a ir sola, estoy segura de que me hubiese puesto a llorar, pero me hago la chula y sigo para adelante.

Peter, con muy buen criterio, me dice que no preguntemos más.

Shiri-Kola tiene parte alta, parte media y parte baja...así que cruzarla entera, es ir bajando un sinfín de escaleras, que en lugar de escaleras, parecen toboganes del aquapark!!!...qué manera de resbalarse por dios!!...me desconté con el número de leñazos que nos metimos, tanto Peter, como yo, como el alemán que apareció por allí (había abandonado por taquicardia, pero no le quedaba otra que llegar a meta como fuese) e incluso el cámara de la organización (que no sé todavía de dónde salió, pero allí estaba para grabar nuestras culadas).

Cuando aquello por fin parece que termina, llegamos a un río y cruzamos por unos puentes de esos de "mírame y no me toques" y claro, tras tanta bajada y posterior dllegada a un río, lo siguiente no puede ser otra cosa...¡¡que volver a subir!!...

"The Neverending story" me dice Peter. Él se me adelanta para ir viendo si en cada curva aparece por fin la meta. Yo voy centrada en seguirle y mirarle, esperando el milagro...pero nada, una curva, otra, otra, mil quinientas...

En un momento de desespero en que me cruzo con unas estudiantes adolescentes uniformadas que me saludan con el "Namasté", les pregunto si saben cuánto puede faltar para llegar a Rimbik y cuando una de ellas, con toda la conciencia y conocimiento del mundo mundial me dice "2 hours", casi fallezco allí mismo de muerte súbita.

El dolor que llevo en la boca del estómago, el no poder tomar ni agua y menos aún comida, me tiene de un debilucho, que todavía hoy me pregunto cómo pude continuar.

Cuando Peter se gira y me grita..."here it is", se me saltan las lágrimas de felicidad. Me espera, nos cogemos de las manos y llegamos corriendo a meta.
Le abrazo fuerte y me pongo a llorar como una niña pequeña y así sigo también mientras abrazo a Mari, que ahí está grabando con su cámara, mientras abrazo a todos los que por allí estaban y finalmente cuando abrazo a mi hermana. Relax absoluto, ya estoy en casa, tras 
9h21' de auténtica locura.

Esa noche organizaron el encuentro cultural, en el que cada país salía y compartía con el resto alguna canción, baile o lo que quisiera típico de su lugar de origen. Fue super divertido. Nosotras 4 hicimos el baile de la macarena y el trenecito con la canción de la cucaracha. ¡¡Lo que nos pudimos reír!!

Cuando todos hicimos nuestro espectáculo, trajeron músicos, cantantes y bailarines indios y allí que nos liamos a bailar todos, según nos enseñaban. Momento único como pocos.




4ª Etapa de Rimbik a Palmajua. 20 kms


Dormí peor que mal. Un dolor de estómago terrible me tuvo medio en vela toda la noche. No había podido casi cenar, ni tenía ganas de desayunar, ni me atrevía a beber un solo vaso de agua de las ganas de vomitar que sentía.
Me ven los dos médicos. Primero el mayor (que cura a través de la medicina tradicional china) y después el joven (más convencional). Entre ejercicios y posturas varias de uno y pastilleo del otro, ahí voy renqueando. Hago sobreesfuerzos por comer algo, que se me queda ahí a mitad camino entre el esófago y el habla.
Me auto convenzo de que he de ir bebiendo aunque sea a sorbitos, para no acabar más deshidratada.

La 4ª salida se da desde el jardín del lugar en el que nos hospedamos, que tras lo de Sandakphu es puro lujo (la cama sigue siendo dura del copón, pero ya nos hemos podido duchar en una ducha como dios manda; quien dice dios dice el barigoncete de Buda).


Fotos de mil posturas, vídeos, ready, set and go!

Este día era el más esperado. Pensar en bajar 10kms y subir otros 10 por caminos rodeados de bosques, hacía presagiar un día corredor precioso y relajado.¡Por los cojones!...
En cuanto intenté empezar a correr y mover por ello el estómago, ahí estaban de nuevo las ganas de vomitar.
Todo dios bajando a toda castaña y yo teniendo que correr a ritmo hormiga paticorta para no mover demasiado el cuerpo. ¡¡Qué rabia y qué impotencia sentía!!...
A pesar de eso, el médico joven hizo que los primeros 5 kms me resultaran algo más agradables, al acompañarme vigilando que estuviese bien.

Cuando me quedé sola, empecé a combinar caminar con correr para poder aguantar los 20kms sin morir en el intento.

En la larga subida de 10kms hasta Palmajua, me llevé un susto del carajo al casi pisar una serpiente creyendo que era una cuerda. Saqué el teléfono que llevaba para hacer fotos y vídeos y estuve grabando cómo se marchaba (a una distancia prudencial, claro, que para ciertas cosas, soy una cagada). 500metros o así más arriba, cuando de nuevo iba a sacar el tfno para hacer una foto a un cartel (los mensajes que hay para los conductores en los caminos, son bestiales), vi que ya no llevaba el teléfono y que su pérdida se debía a que una cremallera de la camelback se había roto.
De pensar en todo lo que había grabado y todas las fotos que había hecho en 4 días, quería morirme de la rabia, así que sin pensarlo más, me di media vuelta y para abajo que volví a buscarlo. A pocos metros del paso de la serpiente estaba, pero con un golpe en el borde, que le había causado la muerte instantánea (mi gozo en un pozo, sin fotos, sin vídeos y teniendo que hacer 1 km de más!!!).

Entre el estómago, la cremallera, el teléfono roto y el espíritu santo, decidí que había llegado el momento de pedir el comodín de auxilio psicológico y para ello, nada como escuchar buena música.
Saqué el ipod que había llevado de adorno 4 días en la mochila y me puse a "
Vetusta Morla" a toda castaña.

Cantando iba, ajena incluso a la distancia que me pudiese faltar, cuando desde lejos veo a Mari ondeando los brazos, cámara en mano y chillándome "felicitasiones" (con ese acentazo argentino tan entrañable). Llego a su altura, nos damos un abrazo y me anima a que corra hasta meta diciéndome "dale, dale"...y yo que sé que si le doy, tiro la pota, intento olvidar que tengo náuseas y hago un último esfuerzo.
Corro, hacia arriba, unos pocos metros, hasta llegar al abrazo de mis 3 chatas, que tras la línea de meta están desgañitándose como locas. Abrazo de 4. Cuarteto de amor.

3h11' de agonía.

Tal cual salgo de sus brazos, me dirijo a un lateral y vomito la poquísima agua que llevaba ingerida. ¡Si es que se veía venir!!!   


5ª etapa de Palmajua a Maneybhanjang. 27 kms.

La noche anterior conseguí cenar bien y sentir que había vuelto en mí, no sin antes lidiar con mis 3 doctoras que no pararon de preocuparse y achucharme con hablar con el médico, comer, beber, abrigarme, dormir pronto, etc...

Viaje en autobús a Palmajua desde donde se daba la última salida.

Día fresco y soleado, espectacular para correr.
Yo no sé si por haberme esforzado lo justo el día anterior o por la simple ilusión de saber que era la última etapa, pero me encontraba como si todo fuese a empezar de nuevo. Como una rosa vamos.
Emoción máxima, último vídeo grabado en "la largada" (como dice Mari), últimos buenos deseos a unos y otros...y para arriba todos en tropel.

El recorrido a pesar de ser asfalto, es espectacular. Todo de sube/bajas rodeados de unas vistas increíbles de bosques infinitos. Voy disfrutando todo lo que no disfruté el día anterior más lo de ese. Pueblecitos, Namasté, selfies que me pide la gente, las preguntas que me hacen en hindi los que andan trabajando por las carreteras (a las que contesto con un levantamiento de hombros, para que se den cuenta de que no soy india, ni les entiendo), árboles, altares budistas en cualquier hueco del camino, las banderitas de plegaria de colores colgadas por todas partes...y de repente, ¡¡¡mis chicas!!!...¡¡ays qué alegría!!...
Se han bajado del autobús para hacer su trozo diario como walkers y el encontrármelas, me da un subidón tremendo!. Me recargan de energía, aunque a la vez, al darme cuenta de que no estarán en meta cuando yo llegue, me da penita, así que les digo gritando que echen a correr y se vengan conmigo...
Sonrío cuando las oigo a lo lejos diciendo..."Syl, que no podemos seguirte el ritmo".

Lo que no esperaba, es que unos kms más tarde me adelantase un autobús de la organización, que alguien me gritase "guapa" desde él y que al mirar viese que era...¡¡mi sobrina!!

Me emocioné al recordar que años atrás le dediqué mi maratón de Roma, con una camiseta en la que me había escrito el "te vull super" (te quiero super) que nos hemos dicho una a la otra desde que nació, al pensar en aquella meta del maratón de Jungfrau en Suiza donde entramos juntas de la mano, ella con 6 añitos y yo llorando como una magdalena, al darme cuenta de que aquella niña es ya una mujer adulta, inteligente y preciosa, con la que comparto vida, secretos y sueños.
Y corrí feliz, de saber que iba a estar al final de mi camino tras las 100 millas del Himalaya, como en aquel entonces, como en este ahora.

Faltando 1 km como mucho, viendo ya Maneybhanjang a lo lejos, empiezo a sentir ese ahogo al que me llevan las emociones máximas, las de los momentos únicos, las que te permiten saborear lo mucho que ha valido la pena estar ahí. Y rompo a llorar, encontrándome a Jason en la última curva antes de meta, que me aplaude y me grita "good job", contestándole yo con un "thank you" entrecortado.

Veo aquellos niños pequeños tan bonitos, uniformados, a cada lado de los últimos metros, gritando "well done, well done" y voy llorando a un lado y a otro chocándoles las manos.
No pienso, sólo me dejo llevar por las sensaciones y son ellas las que me llevan a levantar los brazos al ser mi padre la primera persona que me viene a la mente.  Le envío un beso y le agradezco una vez más toda su fuerza.
Abrazo a mi sobrina y lloramos las dos, ajenas al mundo, al cámara que nos graba, a los corredores que ya han llegado y vivimos ese momento intenso de sentimientos, que quedarán por siempre en mi memoria.

Después abrazo a Mari, sin parar de llorar y con todo su cariño me tranquiliza diciéndome “venga, ya pasó”.
Y así era, el Himalayan run and trek había llegado a su fin y yo ya era una de sus campeonas.




El HRT, no es una carrera y si lo es, es una carrera única. Porque único es no conocer el perfil de lo que vas a correr cada día, no saber con exactitud a qué hora va a darse la salida cada mañana, intuir por donde puede ir la clasificación a lo largo de la semana, que los runners se puedan convertir en walkers y volver a ser runners según se vean de fuerzas y ganas, que los kms se señalicen en los avituallamientos y que los mismos voluntarios duden si son esos los que realmente llevas, que no haya suficiente espacio en la dinning room y te hagan hueco en el comedor de una familia, que descanses sobre colchones inexistentes, utilices servicios de agujero malolientes y duchas a base del volcado de cubos y que aún con todo, los corredores lo acepten todo con una gran sonrisa.

El HRT, es vivir teniendo una filosofía distinta. Es comprender la cultura, la educación y el enfoque y hacerlas tuyas durante una semana.

He sido feliz sintiéndome india.



Gracias a toda la organización del HRT por tanto. Desde Mr. Pandey a los porteadores, todos, absolutamente todos, que han sido unos anfitriones de 10, porque tengo claro que todo lo ofrecido fue lo mejor que nos pudieron ofrecer. Como dice Mr Pandey y que a mí también me pasa..."I don't know why, but I love you all".

Gracias a todos mis compañeros de carrera (corredores y caminantes), porque cada uno de ellos aportó su esencia especial para  hacer de esa semana, una vida entera.

Gracias a mi amigo Mari por su bonita amistad, su bondad y su apoyo tan incondicional. Eres muy grande niño lindo, nuestro subcampeón favorito del mundo mundial y campeón de Argentina forever.

Ha sido un placer enorme el conocerte.

Gracias también a todos los que me habéis animado y seguido en esta aventura, a mis mamirunners, meninos, amigos de Alzira, Galicia, Francia, amigos de otras carreras y familiares.



Y gracias, GRACIAS, a mis 3 acompañantes, mi sister Mer, mi sobri Julia y mi amiga Reme, por estos 10 días de risas sin parar, de momentos mágicos y felicidad infinita.
Felicitarlas también por su gran trabajo como caminantes, que probablemente fueron las que más anduvieron de todos los walkers y a Reme por su super premio de recoge-basura (o finamente llamado trofeo Eco-friendly).

Gracias, porque habéis hecho de esta carrera, una aventura inigualable.

Chicas, os quiero de aquí a Sandakphu y volver, sin pasar por los visados de salida.



GREAT WALL OF CHINA MARATHON

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      "No vemos las cosas como son, sino como somos.                                                   Ante la vida, actitud"


Qué risas y qué felicidad...antes de empezar!!

The best supporters ever!

El súper laberinto de los códigos secretos.
Son las 3 de la mañana. Hemos quedado los 16 en el hall de los apartamentos en los que estamos alojados, para que 4 taxis nos lleven al hotel desde el que sale el bus de la organización hacia Bandanli (lugar de salida del maratón, situado a una hora de Pekín).
Hablar de 4 taxis para recogernos a las 3 de la mañana, parece como hablar de algo trivial y fácil, pero hasta escribir en chino puede resultar más sencillo que esta odisea de gestión. Nuestra suerte, fue tener a Yanting (chinita encantadora responsable de los apartamentos) para organizarnos, que si no, me parece a mí que el maratón lo hubiese tenido que hacer subiendo los 25 pisos con los que contaba nuestra morada.

Caras de sueño, nervios, risas (éstas no faltaron en los 8 días de viaje) y cansancio acumulado para aburrir.

Yo al principio sintiéndome un poco agobiada por varios motivos:

·         Por haber metido a todos en ese fregao, pues con o sin ganas, habían tenido que madrugar e iban a tener que participar en la carrera de 10kms, que contaba con 2500 escalones y un desnivel positivo de 600m.
·         Por no haber encontrado el cargador de mi reloj-gps y tener que llevar el iwach de mi amigo Nando, sin tener la certeza de que fuera a medir bien los kilómetros o no.
·         Por no haber dormido más que 30 minutos (pensando en si vendrían los taxis a tiempo o en si sabrían dónde tenían que llevarnos).
·         y por no haber cenado la noche anterior (los chinos son de comprender más bien poco, ni siquiera el inglés y cuando entendieron que quería un plato de espaguetis, la cocina ya había cerrado y a todos les habían traído ya cena, menos a mí).

Las circunstancias eran esas, no había vuelta atrás, así que cuando vi allí ya a todos los taxis, me relajé y me dejé llevar. Nada como la aceptación para tirar hacia adelante sin miedo a nada.

Llegamos al hotel y los nervios pre-carrera me atacan con esa sensación que tengo siempre de “joder, qué pinta profesionales tienen todos, no sé qué leches hago yo aquí”. Menos mal que tener una hermana como la mía es contar con el comodín de la llamada y el del público todo en un mismo pack, pues al conocer mis pensamientos de niña pequeña acojonada venida a menos, me tranquiliza con un… “siempre te pasa lo mismo y luego acabas y además quedas por delante de muchos de ellos”.
Esperando en el hotel, muerta de sueño 
Esperamos en el hall del hotel, donde nos dan desayuno (hamburguesa sin hamburguesa, huevo duro y agua) y poco después subimos a los autobuses.

Casi rozando las 5 de la mañana, empieza nuestra aventura hacia la gran muralla China.

Al igual que los traviesos de la clase, vamos sentados en tropel en los asientos traseros del bus.

Voy sentada junto a mi hermana, cuando de repente veo que se levanta y empieza a quitarse ropa. Me giro y veo a todos levantados haciendo lo mismo, chaquetas, corta vientos, forros…y empiezo a preguntar con cara de incomprensión…¿qué hacéis?
De repente me gritan todos “¡¡¡sorpresa!!!” y yo me quedo totalmente en shock al ver que llevan una camiseta técnica con una foto mía por delante y un mensaje por detrás en el que pone “Sylvie’s team supporter, contigo hasta el último peldaño”. Por si siento poca emoción ya, añaden la guinda, dándome una foto en la que salen mi madre y mi hija, vestidas también con dicha camiseta. Momento impagable donde los haya, en el que se me saltan las lágrimas sin poder evitarlo…¿habrá alguien en el mundo con más suerte que yo con esta compañía?

Llegamos al punto de salida a las 6 de la mañana (de día era ya desde las 5). Teóricamente íbamos a empezar a las 6.30, pero entre ponte bien y estate quieta, aquello se retrasa hasta las 7.15. Entre tanto, nos da tiempo para hacernos mil fotos en el photocall, cantarle el cumpleaños feliz a Nieves y reírnos sin parar al ver las actuaciones pre-carrera con las que nos deleitan.
Somos el show de la carrera y los chinos nos hacen fotos, así como aprovechan para ponerse en las nuestras y salir acompañados.
Punto de encuentro para la salida


Mi megaequipo con las camisetas sorpresa
cara A

Cara B
Nos deseamos lo mejor unos a otros, nos colocamos en la línea de salida y para allá que arrancamos cual chinos mandarinos con ganas de conocer la muralla y sus ultradivertidos escalones.

Salimos todos a la vez, los de 5kms, los de 10kms, los de la media maratón (half) y los de la entera (full). Me desean suerte y me marcho a mi ritmo corriendo tranqui hacia arriba.
Veo a Pablo por delante de mí (el hijo adolescente de mis amigos Amparo y Nando) que es un deportista nato y va más que sobrado. Él es quien me ha colocado una gopro enganchada en la gorra para que grabe cuando me parezca los tramos de carrera que quiera.

El primer kilómetro y medio va hacia arriba, como por una carretera con curvas directa a las montañas.
A partir de ahí, llegamos a las escaleras y empieza  ¡¡ LA GRAN DIVERSIÓN !!
Las primeras escaleras que son más de acceso a la muralla que otra cosa, parecen hasta fáciles. Yo que llevo los bastones en la mochila, decido que ni los voy a sacar (más chula que un ocho que es una, sobre todo cuando todavía no ha vislumbrado el percal).
Uys, qué subiditas se vislumbran por allá, no?...
Entramos a través de la primera torre y ya estamos de pleno en la muralla. Las mariposas que siento en el estómago al mirar el recorrido y ver que aquello asciende cual escalera al infinito, no son de enamoramiento, son de cagalera, pero respiro hondo, me centro únicamente en maravillarme con el paisaje que tengo frente a mí y empiezo con la primera subida.

Los que corren trails de montaña entenderán la sensación esa de estar subiendo y subiendo esperando a llegar a la cima y al conseguirlo, ponerse ojiplático total al ver que lo siguiente, es otra megasubida…y así, sin parar de llegar a cimas y vuelta a subir, tropecientas veces.

Pues tal cual.
Y las bajadas qué? si no son fáciles ni de mirar!

Nando y Mer, trepando un rato

Ahí viene el grupo de la "jovenalla" (Julia, Victor y Marc)
Describir las escaleras de la muralla China, sería como describir todos los colores de una tabla de pantones…¡no sé si habrá más de 10 seguidas igual!...
Altísimas, altas, bajitas, amplias, estrechas (teniendo que poner el pie de lado por no caberte dentro), pequeñas, grandes, rotas, semi-rotas, restauradas, con agujeros, de madera.
Sólo tenían algo en común y es que eran empinadas como la madre que las parió…
Os aseguro que uno no puede imaginar su verticalidad, ni en foto, ni en vídeo, ni en nada que no sea la realidad!!...
Uno de mis pensamientos más recurrentes durante el montón de horas que subí y bajé por ella, era…¿cómo cojones pudieron construir esta barbaridad así de vertical???
Cómo suben de felices y contentas!
Marc e Isma subiendo escaleritas


El reloj me indica que vamos por el km 4.6 cuando por fin parece que aquello ha llegado a su punto máximo de altura. Y así como en las películas, me entran ganas hasta de frotarme las manos al pensar… “éste es mi momento, ahora voy a bajar volando cual águila real”.
El pensamiento me dura cero coma. Lo que parecía increíble, se hace realidad.
¡¡¡Todavía es más vertical la bajada que la subida!!!.
Veo gente bajando de lado para no caer rodando, otros cogidos a las paredes laterales, algunos incluso yendo al revés para no ver el desnivel porque les da vértigo. Alucinante a la par que acojonante!
Empiezo a bajar con pasitos de hormiga (pero literal) para no irme de morros ni salirme por la tangente directa a las montañas, porque esa era la sensación que te daba si intentabas correr.

Vamos, que daba miedito.


Un pie delante de otro, agarraditos al pasamanos
Voy por el km 6 o así, cuando a lo lejos veo a Pablo (a lo lejos pero hacia abajo, que lo veía allá como si lo hubiesen lanzado en vertical desde donde yo me encontraba). Él participa, como el resto de mis amigos, en la de 10kms, así que en ese momento me viene desde lo más profundo, una ráfaga de envidia de la mala (lo de la envidia sana es un cuento chino en China y en todos los lados), al pensar que le quedan poco más de 3kms y yo no he hecho más que empezar.
Raki y Nieves, creyéndose más altas
Sube que sube, sube al desván...


Le alcanzo cuando ya hemos llegado a tierra firme, los dos con una alegría tamaño escalón, al vernos. Escalón chino.
Vamos charlando y pasando avituallamientos, disfrutando, corriendo tranquilos, riéndonos.
En mi reloj ya marca que hemos pasado el km10 (llevo el reloj de su padre), en el de él pone que llevamos 8.5, así que como no tenemos claro si hemos de hacer promedio, el ponderado o el subtotal seno coseno con esos números, seguimos corriendo para adelante sin prisa pero sin pausa.

Llegamos al único pueblo por el que vamos a cruzar, al que no sé si llamar pueblo siquiera porque él entero es una construcción. Está lleno de casas prácticamente acabadas, otras a medio hacer, grúas, contenedores de obra, hombres trabajando en altura con gorras como única protección y lo curiosísimo, parques para niños terminados del todo, pero sin un solo niño.
Aprovechamos para reírnos un rato en uno de los parques, subiendo encima de unos osos panda hechos de obra.

Voy diciéndole a Pablo que me meo, pero que me meo que no puedo aguantar más… y claro, precisamente en ese momento, no hay lugar posible en el que parar.
Pienso que si pronto llega la meta del km10, pararé a despedir a Pablo y mearé por allí en algún recoveco.

Me aguanto otro poco más.

12.5 kms marca ya mi reloj.

Empiezan a pasar de vuelta los que están corriendo la media maratón y vemos a algunos españoles que hemos conocido en la línea de salida.
Les pregunto si saben dónde está la meta de los 10. Un poco más adelante creen. Creen, pero no saben…como tampoco lo supieron los otros tantos a los que pregunté (chinos, ingleses y americanos).

Ya no puedo más. O paro o me meo encima.
Le digo a Pablo que tire y que ya le alcanzo y allí mismo en la carretera, entre un coche y una pared de metal de esas de obra, me agacho y disfruto del momento orgásmico del que mea cuando ya tiene la vejiga a punto de estallar.

A toda pastilla me levanto para subirme la ropa (porque si pasaban corredores, me veían de pleno) y de repente me giro, con las bragas a medio subir, al notar una presencia en mi cogote. Y ahí estaba, todo relajao de la vida, a dos pasos de mí, un chino deleitándose con el paisaje. Mi cara un mapa. La suya un “mira qué apañá esta chica, que ha hecho de mi rueda un váter”. Ni se inmutó vamos (yo creo que algunos chinos tienen la parte derecha del cerebro, la emocional, algo atrofiadilla). Salí pitando a alcanzar a Pablo, intentando no volver a acordarme de la cara del chino (cosa nada fácil cuando todos te parecen gemelos de nacimiento).

Le digo a Pablo que eso ya no es normal, que debemos habernos pasado su meta de largo. 
Saliendo del pueblo, vemos a un hombre, dedicándose a subir y bajar una valla, rodeado de señales y banderas y vamos hacia allí ilusionados creyendo que aquello lo es. Meeccc error…ni el tate y todo en las señales escrito en chino. El hombre, ni nos miró al pasar.

Más adelante, vuelvo a preguntar a un inglés y me dice… “la meta de la 10k la habéis dejado atrás seguro, que éste ya es el km 14.5 en mi reloj”!!!!

Por fin nos autoconvencemos de que debemos habernos equivocado, nos damos dos besos de despedida y Pablo arrea en sentido contrario cual guepardo (y ahora cuento el final de su periplo, 16kms se cascó en lugar de 10 y nunca tuvo claro dónde era la meta de la 10k! :-)))). Pienso que él podría haber ganado o sido de los primeros de la 10k en caso de haber sabido dónde debía parar, pero como no lo sabíamos, fue el campeón y corredor único de ¡¡¡la 16k!!!

Señalizado, lo que se dice señalizado…mucho no estaba. Pasaba como en la carrera en India, que los de los avituallamientos no sabían en qué km se encontraban (si es que sabían siquiera lo que les preguntabas!).

Sigo sola. Voy disfrutando de ir corriendo hacia arriba pero sin escaleras durante un rato. Alcanzo el punto más lejano al que hemos de llegar los del maratón y doy la vuelta. Allí veo a una china subirse a un carromato de esos que llevan muchos chinos. Yo que soy una bienpensada, imagino que no se encuentra bien y que le ha pedido a ese señor que la lleve de vuelta al pueblo.
Kms más abajo, la veo de nuevo en carrera y la adelanto. No doy crédito. ¡Hay chinos tramposos!

Como la parte de la muralla por la que corremos la pasamos 4 veces, al final nos vamos encontrando todos los corredores en algún punto del recorrido. O subiendo o bajando o arrastrándonos o a 4 patas, pero nos vemos y nos vamos hablando y animando unos a otros.
Excepto la china.
Se debía haber quedado con mi cara o algo porque cada vez que nos encontrábamos, ni me miraba. A mí me hacía gracia porque me daba absolutamente igual. Ella era la única que iba a cargar con su conciencia, yo no.

Tras pasar el avituallamiento (km 19 o así en mi reloj), veo a lo lejos un grupo de gente viniendo de cara. La miopía me pone las cosas difíciles y hasta que no les tengo cerca y les oigo chillar como locos, no me doy cuenta de que son la mitad de la tropa española (mi sister, mi sobri, Marc, Víctor, Ana, Pablo e Isma). ¡Qué alegrón verles tan bien, tan pronto y recibir tantos cariños y abrazos!
Pregunto por el resto y me dicen que deben venir más atrás, que siguen en carrera.
El grupo A, cuando descubren la letra C
Esa recta, un par de kms antes de volver a la muralla, la voy a recordar siempre como si fuera el paseo de la fama. Ayssss…¡¡¡qué grande es tener amigos animándote en el camino!!!

Al poco tiempo me encuentro con Félix, que ha compartido carrera con una chica americana (Raquel) que sabe español y al llegar hasta ellos chilla como una loca (yo sin saber quién era, no entendía nada).
Félix decide acompañarme el tramo antes de llegar a la muralla. Vamos juntos charlando y contándonos la experiencia. Me dice que no sabe si el resto ha abandonado al llegar a la cima o qué, pero que no los ha vuelto a ver.
Nos despedimos justo en la media maratón, delante ya de la monstruosa subida a la muralla y tal cual desaparece Félix corriendo, veo llegar al resto (Marijose, Nando, Amparo, Elena, Raquel y Nieves).
Felicidad enorme dando vueltas, al encontrarme con ellos
Puffff…qué sorpresa tan gigante!!!...me cantan, bailamos, reímos, nos abrazamos…les digo  “qué guay, sólo me queda hacer la parte de la muralla, 3 veces más!!”…y para celebrarlo bailamos cantando el “yupiyaya, yupi yupi ya”. No hay nada en esta vida como tomarse a risa hasta los malos momentos!!.
El equibo B, que ha encontrado la misma letra!
Me despido de ellos sintiéndome tan querida, tan dichosa por tener amigos tan especiales, tan sumamente llena de amor, que empiezo a subir la muralla emocionada total.

Oigo y veo a Marijose allá abajo chillándome sin parar “vamos máquina”, “tira parriba campeona”, “venga sube ese culo”…hasta que van convirtiéndose en hormiguitas para mi vista y ya me toca afrontar la realidad. 21 kms de muralla, de sufrimiento total, sin volver a verles hasta meta.
Allá voy, tras despedirme de ellos 
Me quedan, 2.5kms de subida y 4.6kms de bajada, en un sentido, 4.6kms de subida y 2.5kms de bajada, en el otro y así seguidito, 3 veces.
Dicho con cifras pequeñas y rápido, suena a poco y todo, pero prometo que ahora mismo al escribirlo y recordar momentos en plan flash de esos tramos, se me ponen hasta los pelos de punta.
Creo que en esos 21kms que me quedaban por delante, repetí “esto es una puta locura” unas 210 veces, 1 vez por cada 100m. Igual me quedo hasta corta porque llegó a ser casi un mantra, que mucho no me ayudaba para subir o bajar aquellas paredes, pero en mi mente en esos momentos no había cabida para otro tipo de pensamiento.

Los primeros 7kms aún los llevo con bastante ánimo. Como llegábamos a meta en el km28, pues era un poco como sentir que volvías a empezar pero con la mente del que ya “sólo” tiene 14kms por delante.

La mente del que ya “sólo” tiene 14kms por delante, debía tenerla Rita la cantaora, porque creyendo que ese iba a ser mi impulso para volver a subir y bajar, no apareció en ningún momento. Ni gasolina, ni motor trucao, ni geles, ni sales, ni barritas, ni agua, ni hostias (que diría mi padre).
Aquello empieza a convertirse en una penitencia pura y dura. Corredores tirándose al suelo cada dos por tres para que algún otro corredor tenga la amabilidad de empezar a estirarles por los pies y ayudarles a revertir los calambres. ¡¡Cuánta gente con calambres!!...¡¡qué agobio daba verles!!...era inevitable pensar que el siguiente podías ser tú, porque a esas alturas de la carrera, sentía mis músculos tan duros que fijo hubiesen sido capaces de partir media docena de cocos!

Le doy un par de geles a uno de los que encuentro tirado por el suelo con calambres, ayudo a un corredor a estirar por el talón a otro.
Mientras tanto, yo por mi parte, noto como uno de mis gemelos está haciendo un pulso a vida o muerte contra el tendón de Aquiles. Acojonada es poco.

Hago la siguiente vuelta de 7kms llegando al punto C,  km 35. En ese avituallamiento está Zhu, el director de carrera, que me anima mogollón y me dice que soy una gran organizadora y que mis amigos son gente genial. Se lo agradezco con un abrazo y salgo con fuerza a por la última vuelta de 7kms por la muralla.

Estoy meándome de nuevo lo que no está escrito. La vez anterior que pasé por el avituallamiento C, vi que habían habilitado unos váteres dentro de unos cubículos prefabricados. Entro y ya el olor me tira para atrás. No puede haber más suciedad por todas partes (antes incluso de entrar al servicio). Cuando abro la puerta del váter de mujeres y veo el cuadro abstracto que hay allí pintado, casi me da un soponcio. Típico agujero en el suelo de muchos váteres chinos, pero sin váter, directamente agujero rebosante de todo. Meo de pie con la nariz tapada, pero incluso sin oler, no puedo soportar ni lo que veo y salgo para fuera vomitando!!...¡madre mía!...¡lo que me faltaba para el duro!!...sin cenar, sin dormir y ahora sin lo poco que me podía quedar en el cuerpo!

Me pongo a comer unas gominolas que llevo para momentos extremos y voy aplacando un poco la agonía.
Veo que se me ha acabado la batería del reloj, pero como sé por el kilómetro que voy y lo que me queda para meta, ya no me preocupa.
Ahora ya, es dejarse llevar por el subconsciente sin dejar asomar ni medio ojo al consciente.

Los 7 últimos kms.
No hay dolor, bueno sí lo hay, pero me digo lo contrario para ver si cuela.
Veo a 3 obreros sentados en la pared lateral de la muralla, mirando cómo vamos pasando los corredores, riendo y diciéndose cosas en chino entre ellos.
Tal cual paso por delante, uno de ellos se levanta y empieza a subir tras de mí. Huele a vino (o a saber qué, pero a alcohol). Poco después le siguen los otros dos y entre los 3 empiezan a adelantarme, a sentarse a descansar jadeantes y a volver a adelantarme. Así sin parar durante un tramo.
Me están poniendo nerviosa ya, por lo que decido que voy a poner el modo “superwoman” en on y a dejarles atrás.
Lo consigo, y aunque estoy a un paso de sacar el bofe por la boca, me vengo arriba de verme capaz cuando yo entera era una incapacidad. 
No hay dolor, vuelvo a repetirme, pero en ese momento, no hay dolor ni aire suficiente para respirar!!
Yendo todavía por la parte de subida vertical y muerta matá tras el megaesfuerzo hecho unos metros atrás, oigo que sube alguien corriendo y respirando súper acelerado. Me giro porque me alucina que alguien pueda estar subiendo así a estas alturas y aún me sorprendo más al ver que es un chino, cargado con muchas cosas en las manos, con cara de pocos amigos y sin dorsal. No sé quién es ni a dónde va con tantas prisas, pero autobuses por allí, ya os digo yo no circulan...
Dos cuestas más arriba le vuelvo a ver agachado en el suelo, socorriendo a un corredor al que por lo visto le ha dado algo grave. Hay más chinos alrededor, todos voluntarios de la organización. Él es el médico. Han tapado al chaval con una manta térmica y están intentando hacerle beber algo. Veo que saca una camilla plegable (una de las cosas que llevaba en las manos cuando me pasó) y en ese momento no cabe en mi mente, ni tengo raciocinio suficiente para imaginar cómo cojones van a poder subir aquellas cuestas y después bajar hasta meta cargando con él. Este tío, más que un médico, es un súper héroe!
Pensando en ese corredor y en qué puede haberle pasado, llego a la última cima.
Si pudiera, me dejaría caer y rodaría seguro hasta meta. De hecho poco después, a una chica de la organización, se le escapa un botellín de agua que empieza a rodar hacia abajo y desaparece de nuestra vista en milésimas de segundo.
A partir de ese momento, todos los chinos voluntarios con los que me voy encontrando, me gritan dos palabras que no sé ni cuales son, pero que supongo que debe ser algo similar a una felicitación. Yo sonrío y les agradezco con mi “Xiè Xiè” (gracias), que es lo único que he aprendido a decir, haciéndome entender. 
A falta de 2kms, empieza el cielo a nublarse a la velocidad de la luz y noto que empiezan a caer algunas gotas. ¡No me jodas, que ahora va a ponerse a llover también?!!...
En esta carrera creo haber pasado absolutamente por todas las estaciones del año, frío invernal al empezar, fresquito primaveral al mediodía, caloret faller del bueno a principio de la tarde y para rematar, acabando con una lluvia otoñal a la que casi le di las gracias por haber aparecido así de tarde (esas cuestas con la piedra mojada, podía ser peor que un tobogán del aquapark).
Pasando por la última torre de la muralla, sale a mi encuentro un niño de la organización, en el que nos habíamos fijado desde por la mañana, cosa que me hace sonreír y pensar en cuando les cuente la coincidencia a mis 15 amigos que ya estarán esperándome en meta. Sorprendentemente habla algo de inglés (en China sólo se habla chino; al que sabe algún otro idioma, aunque sea el de señas, habría que ponerle una estatua).
Me felicita y aplaude con un entusiasmo que me emociona (y más viéndole allí mojándose bajo la lluvia sin agobiarse por nada) y de repente me dice: “congratulations,you are great”…“how old are you”? (me deja flaseada, primero por oírle hablar tan buen inglés y segundo porque lo último que me esperaba es que me preguntara la edad). Le contesto que tengo 46 años y su cara de sorpresa no cabe en toda la muralla...y así se vuelve la mía cuando me suelta:
“you look very young”!!! (pareces muy joven).
Pues nada, yo ya podía dar por terminado el maratón ahí e irme contenta para casa. Mi “Xiè xiè” se multiplicó por 5... y porque no llevaba megáfono, que si no le dejo sordo! ¡¡Qué bonico el último niño animador de toda la carrera!!
Llego por fin a la carretera de bajada a meta. Voy hiperventilando ya de pensar que me queda nada, que estoy a punto de conseguir otro sueño y que van a compartirlo conmigo 15 amigos al cruzar la meta. Son prácticamente las 4 de la tarde, las 10 de la mañana en España. Aún me da la cabeza para calcular y para pensar. Mi niña ya estará levantada. Me duelen mucho los cuádriceps. Afloja en la bajada o petas. La lluvia me moja la cara y se mezcla con mis lágrimas. No llores Syl, que te ahogas. Puff…qué felicidad!. Estoy en Pekín, joder, ¡estoy en Pekín! y he corrido por la muralla China!!. Soy muy afortunada. No subo una puta escalera más en mi puñetera vida. Me entran unas ganas terribles de parar y ponerme a caminar, no puedo más y a la vez lo puedo todo.
Vamos ahí Syl!!, me digo…¡¡No pares ahora!!, venga Syl, que has conseguido de nuevo que tus sueños fuesen más grandes que tus miedos!
Veo el arco de meta a lo lejos y oigo chillar “es Syyyyyyyl!!”,  “Syl ya viene ahiiiiiií!!!”, “vamos Syl, campeonaaaaaaaa!”...
Sólo al intuir que es mi hermana a la que veo zarandear los brazos como loca, el nudo en el estómago se me desata y corro y lloro a la par, deseando llegar y poder abrazarla. Mi máxima animadora, mi incondicional acompañante a mil carreras por el mundo, mi sister, la mejor hermana del mundo, desde siempre y por siempre, está ahí…
Me ponen la cinta de color rojo antes de cruzar la meta… y por fin, la cruzo y nos abrazamos… “ay mi chica”, la oigo decirme mientras lloro como una niña pequeña.
Felicidad absoluta.
Me cantan al unísono, veo a mi sobrina venir hacia mí con lágrimas en los ojos, mi niña grande que la quiero con el alma, cuánto vivido ya con ella...
Me rodean entre todos, chillando con alegría infinita, saltando juntos en un abrazo compartido, hasta que les digo sintiendo al máximo el temblor que tengo en las piernas…¡pa saltar estoy yo ahora, josdeputa!

Y así, riéndonos, terminó la carrera, tal cual empezó. Porque reír y divertirnos en cada momento ha sido nuestra máxima durante toda la semana pasada juntos en China.
Gracias amigos por acompañarme en este viaje con tanta o más ilusión incluso que yo misma. Gracias a los 15 por formar parte de este sueño para siempre. Gracias Mer, Julia, Marc, Elena, Pilar, Amparo, Nando, Pablo, Nieves, Raquel, Marijose, Félix, Isma, Víctor y Ana, por quererme, cuidarme y mimarme antes y después de la carrera. Escribir todas las atenciones y detalles que tuvieron conmigo, daría para más de una crónica, así que para no alargar más el ladrillo, os digo simplemente que os quiero mucho a los 15. De corazón.
Gracias a todos los que desde el otro lado del mundo me estuvieron animando y apoyando, a mi family (especialmente, mi chica, mi chico y mi mami), a mis meninos, a mis mamirunners, a mis ukeleles, a mis compis, a mis macrogirls, a mis amigos valencianos y a mi familia gallega.
A todos, una vez más, gracias. 



Cruzando la meta. Feliz
Llorera. Emoción 

Mi medalla, conseguida en el año del perro
Pd1: si alguna vez decidís ir a correr el maratón de la muralla China, no vayáis a la carrera famosa organizada por una empresa holandesa que sale en primera plana cuando te metes en un buscador, id a la organizada por los chinos. Vale que en la holandesa hay 3 veces menos escaleras que en la china y eso pica, pero es muy interesante poder vivirlo a su manera para poder entender su cultura y su forma de organizarse. 
Pd2: Hay un refrán que dice..."allá donde fueres, haz lo que vieres". Es bonito viajar y aprender de todo lo que es distinto y nos parece anormal. Hay que saber abrir la mente y disfrutar de lo que te aportan otras culturas. Cuanto más cerrada es nuestra mente, más pequeño se hace el mundo.

Pd3: No tengo fotos mías en carrera, porque la organización todavía se está organizando. En breve, pondré mi vídeo grabado con la gopro. 
Pd4: Si has llegado hasta aquí, date un abrazo de mi parte, que te lo has ganado!!

Maratón de Bucarest 2018

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         “La fuerza no viene de la capacidad física, sino de una voluntad indomable”. Ghandi.


Tras recoger el dorsal, viendo la meta, a vista de pájaro

Encuentra a Wally. Estar, estoy en la lista
 Tras pasar unos días preciosos conociendo Rumanía junto a la mejor compañía del mundo, que son mi chico y mi chica, llegó el poco esperado día X del maratón de Bucarest. Digo poco esperado porque prácticamente hasta la noche anterior, no fui muy consciente de que una de las razones por las que me encontraba allí, era porque iba a correrlo.

Mi único objetivo para esta carrera, era disfrutarla llevando algo de peso a la espalda, como entrenamiento para la ultra en autosuficiencia de Perú. No es que ese sea un objetivo a subestimar y estar toda relajada de la vida, desde luego, pero como me lo había planteado como entrenamiento, no estuve nerviosa en ningún momento.

Fui paseandotranquilamente por la mañana hacia la línea de salida (a 10’ de nuestra estancia). Tranquilamente en cuanto a nervios porque en realidad fui caminando a paso más que ligero del frío que tenía. Unos 8 grados a las 8.30 de la mañana yendo de corto y recién levantada, debe ser de una sensación térmica de bajo cero por lo menos… (o así lo sentí yo, que tenía más sueño que un cachorrín con anemia).

Llegué a falta de más de media hora para empezar y busqué un recoveco de sol del bonito parque Izvor, parque pegadito al majestuoso parlamento de Bucarest, monumento civil más grande del mundo (si no conocéis la historia de este parlamento y del zumbao Ceausescu, os aconsejo una leída).
Parque Izvor, con el parlamento al fondo
Observando admirada cómo calentaba un etíope (que por cierto después vi que fue el ganador absoluto), mientras yo tomaba el sol relajada sobre la hierba (claro, por eso nunca gano), se me pasó el tiempo y de repente me vi metida en el cajón de salida que me tocaba junto a tropecientasmil personas.
Todos a sus puestos...
Empiezo a darme cuenta de que la gente me mira con cara de extrañeza al verme cargada con mochila y agua suficiente para toda la carrera (les podía hasta leer el pensamiento… “esta inútil, no se ha enterado de que hay avituallamientos”), pero como no era momento para dar explicaciones de uno en uno a tantos, pues puse cara de inútil para permitirles aferrarse a su primera impresión.
Salida del maratón
Saludan por el altavoz en todos los idiomas, la gente chilla emocionada al oír el nombre de su país (yo incluida), suena la música a máximos decibelios mientras empezamos todos a movernos dirección al arco de salida. De repente noto frío y humedad bajar por mi camiseta. Aparto la mochila y veo que uno de mis “soft flask” está perdiendo agua (soft flask, o lo que viene siendo una botella de agua blandita, que reduce de tamaño a medida que la vacías).

Mi cara de incredulidad no sirve de nada, aquello chorrea gota a gota y con rapidez. Uno de los imperdibles del dorsal está abierto y no ha tenido otra gracia mejor que darle de lleno contadas veces. “Se me jodió el invento del agua” …pienso. Decido vaciarla para no ir mojándome y respirar, aplicando mi máxima en la vida, “solucionar antes que patalear”. 
Os voy a dar el último paseo largo...
Pasito a pasito, suave suavesito…y aquello ¡se pone en marcha!
Los primeros kms se me pasan volando porque voy centrada en no querer ir a más de 6’ el km, que, con la emoción inicial, siempre cuesta. Los primeros 6 o 7 kms son por el centro de Bucarest, por lo que nos encontramos con numerosos grupos de música, batucadas y animadores.

El maratón de Bucarest, para mí, se divide en 4 partes, la del centro al principio y las 3 rectas que te llevan al quinto pimiento, volviendo al centro tras cada una de ellas. Viendo el mapa, se observan claramente las tripatas que comento.  
Mapa de 3 picos
La primera recta larga, nos dirige hasta el arco de triunfo (por algo le tenían que llamar a Bucarest “la pequeña París”), donde se encuentra el km 10.
El arco del triunfo
Poco antes de llegar, en una de tantas veces que saqué de mi mochila el móvil para hacer alguna foto, noto que no tengo mi amuleto budista que llevo enganchado desde hace años en el bolsillo trasero de la mochila. Me lo regaló mi hermana y siempre me ha acompañado a todas las carreras. Es mi talismán y necesito llevarlo (ya sé que deben ser tonterías, pero nadie me quita tener sangre gallega y con ella, la superstición metida en vena). En un sitio u otro, siempre lo he enganchado con un imperdible en algo que me acompañara.

Empiezo a estirar el brazo en plan inspector Gatget intentando rebuscar por el bolsillo trasero por si se me ha desenganchado y lo llevo suelto por algún sitio. Nada. Me quito la mochila y miro el bolsillo interior por todas partes. Nada. Miro por el suelo tras de mí por si se me ha caído en ese momento sin darme cuenta. Nada. Pienso en que como voy a volver por el mismo camino, pero por el carril contrario, me voy a fijar en el suelo por si lo veo. Corro hasta el arco de triunfo escopetada, como creyendo que, si alguien lo ve, se lo llevará.
En mi vuelta, llego donde teóricamente me tenía que haber caído y me pego lo máximo que puedo al lateral del carril por los que van en sentido contrario, sobre el km7. Voy fijándome en el suelo con obsesión y únicamente veo zapatillas moviéndose y sobres de geles tirados. Nada, ni restos de mi amuleto. En el momento en que voy pensando en que tendré que pedirle a mi hermana que me traiga otro, pego un tropezón con uno de los conos que separa ambos carriles, que casi me trago a un corredor y beso el asfalto. Igual es que ha llegado la hora en que debo aprender a vivir sin amuletos, pienso…

Sigo hacia adelante, tranquila ya, porque mi solución a esa pataleta fue la aceptación y la seguridad de saber que más amuleto que la energía de mi hermana, no había ninguna y esa energía me acompaña desde nacimiento.

Llegando ya al km 15, por el centro de Bucarest de nuevo, corro con emoción, pues en ese punto kilométrico había quedado con mi Luna y Juanito. Justo los veo al lado del parque Cismigiu, el parque más antiguo de Bucarest, por el que estuvimos paseando la noche anterior riéndonos de la animalada de pájaros que sobrevolaban nuestras cabezas, (dejando uno de ellos un souvenir en mi chaqueta).
Encuentro con mis amores
Alegría infinita, besos y abrazos de ambos, energía cargada de millones de fotones.

Me dura prácticamente hasta el siguiente encuentro, que es poco antes de la llegada a la meta de la media maratón. Esos kms son mágicos, pues en todos te acompaña el público entregado y diversos grupos de música.
Vuelvo a besarles y abrazarles. La emoción me sale por todos los poros. Ver a mi chica salir corriendo a mi encuentro cada vez que me veía, era el mejor trofeo de cualquier carrera.
Ver a mi pequeña es lo más
A mi paso por delante del parlamento, nos separan en dos carriles, los que acaban la media y los que seguimos con el maratón. La envidia me corroe al ver la barbaridad de gente que se va para el lado de meta y los 4 gatos que nos vamos yendo para el otro.
En el momento que paso pegada al lateral del arco de meta, se monta una algarabía brutal. Todo el mundo aplaudiendo como posesos, chillando, la policía con las sirenas.

Pero no, por mí no era claro. Es que el etíope al que había visto calentando por la mañana, se proclamaba campeón del maratón en ese momento. ¡¡Justo cuando yo iba por mitad camino!!! Un chaval que iba corriendo a mi lado, me mira y me dice algo en rumano (que supuse sería algo así como ¡ese ya ha acabado y a nosotros nos queda la rehostia!), yo le sonrío y le digo en inglés…incredible!!...it’s not fair!...

He llegado a la media en el tiempo estipulado, a 6’ el km más las paradas con mis amores y la reposición de agua por culpa del soft pinchado. Sigo feliz y animada a por la segunda parte.
Y otra vueltecita por aquí...
Voy mentalizada de que a partir del km 23, viene una recta de las infinitas, que dura hasta el 27.5 y luego vuelve por la misma recta hasta el 30, donde, como motivación máxima, tendré de nuevo a mi Luna y Juanito.

Poco antes de llegar, me tomo un gel y es a partir de ahí cuando mi experiencia maratoniana por Bucarest, pega un giro de 180 grados.

Mi barriga empieza a avisar, de que a medida que uno come mejor, todo lo ultraprocesado le sienta muchísimo peor…y si antes, en otras carreras, tomar geles me suponía terminar con angustia por lo poco me gustaban…en ésta, el resultado iba a ser peor que la angustia…¡¡la cagalera!!…
No sé si es posible transmitir con palabras la sensación, pero como imagino que todos los que leáis esto, habréis pasado en algún momento de vuestras vidas por un episodio terrorífico de esos de diarrea, me entenderéis perfectamente. Tengo claro que lo de “caga el rico, caga el pobre, caga el obispo y el papa, que de cagar nadie se escapa”, vale también para la diarrea.

Sudores fríos, retortijones, pelos como escarpias, que con el peso de la mochila me hacían rozar como si de agujas se trataran.
Mis ojos dando vueltas tipo Marujita Díaz, buscando dónde poder parar. Aquella recta interminable, entre edificios enormes, policías en cada cruce y corredores yendo por un carril y volviendo por el otro…y en mi cabeza una única frase y pensamiento… “¿dónde cojones voy a cagar????”

Tengo que ir parando cada poco y caminar apretando nalgas con firmeza y determinación. O eso o la guerra. Susto o muerte.
Qué pronto puedo contar por escrito que llegué al 27.5 y ya di la vuelta, pero pronto lo que se dice pronto, no pasó.

La eternidad algo tendrá que ver con aquello seguro, porque entre caminar, correr, apretar y jurar en arameo, los segundos pasaron a ser minutos y los minutos, ¡horas!
Ni un wc portátil, ni un coche de esos mal aparcados permitiendo el escondite…¡nada!

Llego al avituallamiento del 28 y oigo por primera vez a una chica chillándome “¡bravona!”, yo que ensimismada en mis luchas internas no la entiendo, me quedo perpleja, analizando si me habrá dicho “mamona” (¿o sería cagona?).
Mi cabeza es un hervidero de pensamientos negativos (excepto el de abandonar, que no sé por qué, pero nunca me viene), hasta que de nuevo veo a mi niña correr hacia mí al llegar al km 30. Ays, ¡¡qué alegría por dios!!...

Juan que me conoce como si me hubiese parido, me pregunta qué me pasa. Yo que también le conozco y sé de su exceso de preocupación, había decidido no decirle nada, pero mi cara es un mapa (o un wc más bien, que debía llevarlo materializado ya en la cara), y no puedo negarle la evidencia. ¡Me estoy cagando encima!
A mi Luna le da risa, cómo no... y me aporta su solución lógica diciéndome  “pues date prisa en terminar” Fácil, fácil, ¡¡¡como coser y cantar!!!

A partir de ahí que sé que ya no los veo hasta meta y que viene la 3ª recta larga (porque no hay dos sin tres), tengo que hacer un ejercicio de fuerza de voluntad que ni juntando el despertar de todos los lunes de un año, se supera.
Me da pena no saber hablar en rumano porque cada vez que paro a caminar y apretar el orto (que dirían los argentinos), la gente me grita frases en plan…”no pares ahora que te queda poco” …y no puedo explicarles, que no es cuestión de querer parar, ¡¡¡sino que es pura necesidad!!!

Cuando giro una rotonda en el km 39 y veo allá a lo lejos el parlamento, se me saltan las lágrimas de la emoción. Sé que voy a terminar porque de eso no he tenido dudas en ningún momento, pero la emoción me viene de pensar que en nada y menos, ¡voy a poder evacuar!
3 kms de recta todavía hasta la meta. El parlamento que crees tenerlo cerca llega a parecer un espejismo, un anagrama, una alucinación en medio de un desierto. Corres, apretando el culo a ratos, pero corres y sigue siempre igual de lejos. Infernal.
“Five hundred meters” me chilla alguien del público… “bravona”, por muchos sitios a la vez…
El parlamento en el quinto pino
Y por fin llego a la rotonda frente al parlamento, a la que aún he de dar la vuelta, pero con la motivación de saber que en algún momento veré a mis incondicionales animadores.
De repente sale mi pequeña corriendo a mi encuentro y me da la mano para seguir conmigo hasta cruzar la meta. De verla exploto a llorar y ya no puedo parar, diciéndole “ays mi chica”, “ays mi amor” y ella riendo feliz diciéndome “vamos mami, que está ahí la meta ya”.

Corre con ilusión, casi tirando de mí, con soltura y el pelo al aire; y llevarla en ese momento a mi lado, me lleva a comprender una vez más, que correr forma parte de mi vida, como lo forma ella.
Cruzamos la meta y nos abrazamos como si no hubiera un mañana, yo llorando a moco tendido, besándole cada hueco de su rebonita cara.

Van a ponerme la medalla y pido que se la pongan a ella.
Siempre se verá más bonita, si quien la porta es mi propia medalla, la de mi vida, que es mi niña.
Con mi bebé, en meta ya

Mi chica y su medalla

y colorín, colorado...este estómago ya ha descansado...
Pd: no hace falta que me ponga escatológica en exceso y explique detalles de cómo me pasé toda esa tarde con diarrea.
Una más vivida, una más para contar.

Gracias en especial a mi Juanito y mi Luna por acompañarme en este día maratoniano, pero sobre todo por hacerme disfrutar de una semana preciosa por Rumanía. Con ellos, viajar es siempre mucho más que un placer.
Gracias como siempre a mi hermana, mi fan incondicional, que aunque no estuviese esta vez, siempre está presente en todas mis carreras.

Gracias a mi familia y amigos, por cada palabra de ánimo, apoyo y felicitación. 
La felicidad compartida, es felicidad triplicada.

HMDS PERÚ 2018

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     "Sé impaciente. Las cosas pasan a la gente que no espera" 



Equipaso 49 o también llamado informalmente, pisco power 49

Por orden de aparición:

Mariano (Mari), amigo argentino al que conocí el año pasado en la carrera de las 100 millas del Himalaya. “Culpable” principal de mi participación en esta carrera peruana. Niño precioso al que una adora desde el minuto 1, por su amabilidad, extroversión y energía.

Marcelo, papá de Mari (rebautizado como “papi” para mí o “la radio” para el resto del equipo). Personaje incombustible, dicharachero y socializador, con el que reí todo lo reíble.

Rami, amigo argentino de Mari de Luján. Niño risueño, bondadoso y atento, con el que compartí dolores de ampollas desde el primer día al último. De esos amigos que sabes que siempre estarán ahí cuando los necesites y cuando no, también.

Edu, (tronco para los amigos), niño de Madrid, residente en Guatemala y amigo de Mari por haber sido compañeros de piso en NY mucho tiempo. Un tío adorable, sincero y cariñoso donde los haya, pero al que más vale regalarle un traje de Armani, que invitarle a comer.

Carlos, niño español (de Bilbao), residente en NY. De esos niños que una quisiera adoptar como hijo, por su responsabilidad, orden y empatía hacia los demás. Subcampeón en la fiesta por etapas, posterior a la carrera por etapas.

Hervé, niño francés, residente en NY, con un español perfecto. La elegancia, educación y discreción típicas francesas, representadas totalmente en él…pero con un plus, la alegría y la risa. Creo que fue al que más oí reír de todos, con esa risa sincera tan bonita que tiene.

 Sentí que tenía el viaje gafado cuando la semana anterior a mi vuelo a Lima, Iberia inició una huelga. Fue tal el agobio y los quebraderos de cabeza que aquello me produjo, que llegué prácticamente a olvidar que me iba a una carrera por el desierto.

Con la ayuda de mi prima Magda y bastantes horas sin dormir, conseguí encontrar solución al problema, quedándome sin vuelo a 3 días vista. No tuve más opción que comprar uno nuevo, blasfemar en arameo y esperar a que todo saliera como deseaba.

Mi relax después de toda la semana de nervios, llegó cuando mis amigos Marijose y Félix me dejaron a tiempo en el aeropuerto de Barajas y vi que todo empezaba a fluir.

Allí ya me encontré con los primeros corredores con los que compartiría carrera y fue allí también, cuando al verlos a todos cargados con las mochilas para la autosuficiencia, me di cuenta de que me había dejado en casa los portabidones.

Poco podía hacer en ese momento ya, así que opté por no pensar, subirme al avión y arrearme 10 horas de las 12 que duraba el vuelo, de sueño reparador y necesario.

Y de repente, Lima, a las 7 de la mañana.


Salí, busqué el autobús que me llevaba a Miraflores y me senté en un bordillo a esperar a que fuera la hora. Hacía calor y mucha humedad y yo iba abrigada tipo esquimal recién llegada del invierno, por lo que meterme dentro del bus, ni se me pasó por la cabeza.

Se me acerca un chico peruano y empieza a hacerme preguntas sobre carreras, mi mochila, mis zapatillas. No entiendo muy bien cómo ha podido saber que voy a correr ni porqué estoy allí y menos todavía cuando al ratito se acerca otro, esta vez venezolano y empieza a hacerme preguntas sobre qué me aporta el correr a nivel psicológico.

Cuando va a dar salida mi autobús, el misterio se aclara. Y es que pensaban que iba a subir en su mismo autobús, que resultaba ser el que transportaba a los voluntarios de la organización hasta el desierto.

Acababa de llegar y ya era amiga de Eusebio y Daniel, dos de los voluntarios de la carrera, que hicieron de mi “paseo” por las dunas, un cúmulo de momentos de alegría, fuerza y ánimos.

Llego a mi parada, cerquita del hotel en el que he quedado con mi amigo Mariano y su papá. Voy caminando por las calles de Lima, casi teniendo que pellizcarme porque me parece increíble estar rondando por allí.

Avisan a Mari y baja a buscarme, dándonos una alegría tremenda el reencuentro. Conozco a Marce (su papi) y desayunamos los 3 juntos.


Mientras Mari se organiza con sus maletas (trabajo arduo de cojones), Marce y yo nos vamos de mercadillos por Lima (y de risas, que ya empecé a reírme con él y sus conversaciones infinitas con todo cristo). 


Cuando volvemos, ya ha empezado a aparecer el resto de compañeros de equipo.

No puedo negar que al principio me siento un poco como fuera de lugar, todos amigos de Mari, chavales 20 años más jóvenes que yo (excepto papi) y con una pinta corredores-máquinas que tiran patrás.

Poco es el tiempo que me dura esa sensación, pues son encantadores y me tratan como a una más desde el primer momento.

Pasamos el resto del día paseando por Lima, comiendo deliciosos ceviches, bebiendo las primeras cusqueñas (de muchas) y hasta saboreando unas deliciosas crepes frente al mar.


A las 22.30 tenemos el encuentro con el resto de corredores y la organización, para salir en autobús hacia el desierto (8 horas de viaje nos separan de la línea de salida, nada menos).

El autobús es espectacular, con unos asientos abatibles tamaño XL, que hacen de nuestro viaje nocturno un disfrute dormilón tipo Blancanieves (no pongo fotos comprometedoras de esos momentos, que mis niños me matan…ya nos hemos reído bastante gracias a ellas).


Aún siendo así de cómodo, unir 12 horas de avión, con caminar por Lima, más 8 horas de bus, supusieron para mis pies y pantorrillas, un inflamatorio tipo bombín.

Llegamos al campamento de buena mañana, admirando el paisaje maravilloso que nos iba a acompañar durante varios días. Unir desierto y mar, dos obras de la naturaleza tan mágicas, te lleva a no creer ni dónde estás.


Tal cual bajamos de los camiones militares a los que nos han subido para llevarnos por el último tramo arenoso del desierto, hemos de preparar nuestras mochilas, para dejar a la organización lo que no vamos a necesitar.

Se acabaron las tonterías, ahí ya, lo que llevas es lo que vas cargar a la espalda toda la carrera, por lo que minimizar, se convierte en el verbo más presente en tu cabeza.

Pasamos los controles médicos y mochileros, nos dan los dorsales y las bolsas de plástico para el wc. Somos aptos los 7, unas máquinas de la salud total (en especial Marce y yo, que los demás, están hechos unos pipiolos todavía).



El resto del día lo dedicamos a pasear, meternos en el agua (fría de cojones la del pacífico), charlar, comer y como no, reír.



Ese día todavía tenemos la suerte de disfrutar de las comidas que nos prepara la organización, así que no dejamos ni una miga en los platos.


Pronto se apagan las luces de nuestros frontales, para dar paso a la primera noche de incomodidad en el desierto.


ETAPA 1, 26.6 kms

Sorprendentemente duermo bien. El despertador suena a las 5.30, ya completamente de día, justo 2 horas antes de iniciarse la carrera. Parece que vas sobrado de tiempo y que es una exageración levantarse con tanta antelación, pero entre desayunar encendiendo el fuego, calentar el agua, comer y después preparar la mochila con todo (doblar saco de dormir, esterilla, poner agua en los bidones, untarte crema solar, esperar a que el cazo de calentar enfríe para ponerlo dentro y colocar todo convenientemente para que corriendo no te moleste), de repente avisan de que ya hay que ir hacia la línea de salida.
  


Nada más ponerme las zapatillas pienso que mis pies van a sufrir de lo lindo, no sé si por las horas de avión + bus o si porque a estas alturas juveniles de mi vida, aún me están creciendo, pero noto cómo la plantilla me roza de manera considerable contra el puente del pie y lo mismo me pasa con los dedos.
¡Susto…no pienses, no pienses!


Vamos juntos hacia la salida, con ilusión nos abrazamos los 7, nos damos fuerza y ánimos y nos despedimos como si fuésemos directos al batallón.

Equipaso 49, ¡¡¡en modo ON!!!

Aquello empieza más o menos fácil. Bueno, fácil nunca es correr por arena blanda del desierto y cargada con 8kgs a la espalda, pero vamos, que los primeros 10kms hasta el primer avituallamiento, eran sin dunas…cosa muy de agradecer para empezar algo más tranquila. 


Voy unos tramos con alguna francesa, luego con un par de peruanos con los que me río un rato (me enseñan cómo he de pedir las cervezas “chelas” cuando acabemos la carrera) y así, corriendo, dándome ánimos con los que me pasan o voy pasando, haciendo fotos bonitas del rompeolas cerquita nuestra, llego al primer avituallamiento situado en el km 10.6.


A la misma vez que vislumbro a lo lejos las carpas del avituallamiento, miro hacia la izquierda y veo una duna tipo paredón vertical, por donde están subiendo ya puntitos de colores (que mis ojos miopes no quieren creer que son corredores). ¡Madre del amor hermoso! pero ¿qué es eso?¿qué clase de broma es ésta a las 9 de la mañana, con las legañas todavía sin quitar????


En el avituallamiento, me encuentro con mis queridos Eusebio y Daniel, que me dan ánimos y energía empujadora para intentar mirar aquella subida hasta con una sonrisa en la boca (era cosa de reír o llorar…menos mal que yo soy más de lo primero).


No sé cuánto medía aquella duna (montaña), pero tardé mil horas en alcanzar la cima, teniendo incluso que ir a 4 patas en algunos tramos, en los que encima se me llevaba el aire.



Como todo lo que cuesta tiene su recompensa, las vistas desde lo alto, simplemente son breathless (sin respiración te dejaban, vamos). Un espectáculo visual que te ponía la piel de gallina.



A partir de ahí, ya tengo la mente en el siguiente avituallamiento, que como tiene un trayecto más cómodo, llega en poco y menos, km 15.7.


Hace cada vez más calor y noto cómo me voy quemando por todas partes a pesar de llevar crema solar más que de sobra. A través de las gafas de sol, me veo roja como un tomate, pero si me miro sin ellas, no. Pienso que es un efecto de cristales y no le doy mayor importancia.

Los kms van pasando, hablando con los que me voy encontrando por el camino, corriendo a tramos, dejándome llevar por el aire en otros, tirando de tendón de Aquiles (que me lo noto más tenso que las cuerdas de una guitarra)…pero sobre todo, cagándome en mis muelas por no llevar portabidones, ya que tener que sacar cada vez el agua de la mochila o de la riñonera para poder beber, hace que se me olvide o me de pereza y tenga más sed que un día de resaca. Deshidratada total.

Veo a lo lejos y desde arriba, el campamento, feliz de pensar que encima es en bajada…pero cuando decido ponerme a correr rápido, el dolor que siento en las puntas de los pies y en la planta, me ponen en guardia. Puff…¡¡con lo que me queda aún y ya tengo los pies hechos a banderas!! Corro doblando el pie hacia un lado para sentir menos dolor y voy bajando como puedo.


Al acercarme al campamento, ya veo en nuestra esquinita, salir a mis compis del equipaso 49 alzando los brazos y chillando… “vamooooossss Sylvie, daleeeee, vengaaaaaa”… y todo por arena blanda, que mecagoentodoloquesemenea, qué puñetera es para correr!!!

Al pasar por su lado, les voy chocando las manos y les digo que sigo corriendo porque me están mirando ellos, que, si no, ni de coña…

Cruzo la meta feliz de tener ya metida en vena la primera etapa y más aún, la arena del desierto.

ETAPA 2, 67kms reducidos.

Duermo fatal la segunda noche, creo que el haberme visto ya ampollas en la planta del pie, me ha acojonado sobremanera. Rami y yo nos habíamos hecho por la tarde unas curas de corte y confección con aguja e hilo, pero, aun así, me molestan. Alfonso, un podólogo español que también corre, me da vendas para taparlas bien, pero no hay más solución que aceptar y aguantar el tipo como sea…pues todos sabemos que, si acabamos la larga, ya está la carrera prácticamente hecha.

Mi mal dormir también debió tener que ver con el habernos informado la tarde anterior de que en lugar de empezar la carrera a las 7.30, la empezaríamos a las 5.30 (lo que supuso levantarse a las 3.30…todos, menos Mariano, que siempre apura y se queda soñando hasta la hora del desayuno). Carlos nos hace de despertador y aún a oscuras, hemos de empezar a preparar de nuevo todo.

Nos llevamos una grata sorpresa (bueno, yo sí) cuando el director de carrera nos dice que han decidido acortar unos kms la etapa larga, debido a que la niebla que se forma sobre las altas dunas, impide totalmente la visibilidad (sobre todo al atardecer, que es cuando se supone que pueden finalizar muchos la etapa; entre ellos, yo).



Se da la salida y para arriba que nos vamos.
Y venga para arriba…una duna y otra duna más…

A pesar de ellas, voy disfrutando bastante de la etapa. Al ser temprano, el calor no es “insolador” y se lleva bien todavía.



Poco después de pasar el primer avituallamiento, alguien se me acerca por detrás y me dice… “cómo corren esas piernas de catalana” (no es que yo sea catalana, pero era un comentario, que sabía tenía que ver con alguno de mis compis de campamento) … ¿y quién iba a ser sino Marcelo?...


Voy con Marce un rato, en el que aprovechamos, como no, su divertidísima vena fotográfica de “despiste” …haciéndonos algunas fotos de esas “improvisadas”. Me acuerdo y me entra la risa floja.

Él que corre genial y se ha entrenado muy bien, poco después sigue adelante, haciendo su propia carrera.

El paisaje por ese tramo largo de dunas es simplemente maravilloso. Estamos rodeados de ellas. Son como un reflejo de piel suave, de terciopelo hecho de arena. Todos los corredores vamos alucinados observando hacia todas partes, a cuál más bella. Las fotos no hacen justicia con lo que observan nuestros ojos, pero no sientes más que deseos de fotografiarlo todo para que no se te olvide nunca.


Antes de llegar al 2º avituallamiento, me encuentro con la francesa que conocí el primer día en el aeropuerto y nos pegamos una charla super agradable durante unos cuantos kms.

A medida que pasan las horas de carrera y etapas, vas conociendo a todos los que suelen llevar tu mismo ritmo o similar porque te cruzas mil veces con ellos…como solemos decir en términos corredores, "vas haciendo la goma", ahora te paso, ahora me pasas y en ese espacio de tiempo, nos damos siempre un poco de charla.


Voy entretenida, aunque meándome lo que no está escrito y justo en ese momento en que acaba la zona de las enormes dunas, veo allá a lo lejos, el siguiente avituallamiento.

Lejos, no tiene el mismo significado en el desierto que en una ciudad cualquiera. Cuando algo está lejos en el desierto, aunque llegues incluso a alcanzarlo con la mirada, es que está sobre 8 o 10 kms más allá.

El desierto de Ica es un desierto protegido, en el que no está permitido mear ni defecar fuera del lugar indicado para ello…(que, en nuestro caso, eran los wc en los avituallamientos).

Voy que no puedo con mi vejiga y desde donde estoy en ese momento, veo el siguiente avituallamiento a años luz de allí.

En la curva por la que hay que girar, veo un camión de la organización estacionado, con un tipo allí sentado vigilando que nadie se equivoque de camino. Voy hacia él y con cara de angelito meón apenado y suplicador (el Manneken pis lo menos), le pregunto si me podría dejar mear detrás del camión. Sorprendentemente me dice que sí, pero que hay gente durmiendo dentro y que igual se despiertan si me ven…¡¡y a mí quéeeeeeeeeeeeeee!!!!...yo solo quiero mear!!!...como si me toca mear dentro y al lado de ellos!!!...

¡¡Qué alivio poder seguir con la vejiga vacía…1 kg menos fijo que cargar!!

Empezamos a ir por una recta inhumana tipo descampado infinito…una recta de esas con final feliz (el avituallamiento dichoso), pero que debía tener todas las ventanas del universo abiertas de par en par…¡¡¡Qué aire por dios!!!...increíble la dificultad hasta para caminar, ni qué decir tiene, para correr!!

La puñetera gorra con el volante ese tapa-cuellos, se me empieza a volar cada dos por tres. Y venga a tener que ir a por ella…y una vez, y dos veces, y tres veces…y a la de 4, ya hasta los mismísimos ovarios, decido que me la quito, la guardo y me pongo el buff tipo diadema. 
Con la ventolera, me parecía que no hacía tanto sol, así que fui de esta guisa hasta el final de la etapa (más de 20kms seguro).

Llego al avituallamiento y allí me recibe Dani, que va loco cogiendo todo lo que se les sale volando de tanto aire. Nos damos un super abrazo, me ayuda a reponer agua en mis botellas (que por si no tuviese suficiente yendo sin portabidones, encima se me salía el agua de una de ellas y la tuve que tirar…¡menos mal que el bueno de Hervé, me dejó una de las suyas!).


Me da subidón con sus frases de psicólogo animador máximo… ¡¡“venga, que de aquí te vas ya al último avituallamiento y después meta”!!

El tramo desde ahí hasta el último avituallamiento, lo recuerdo como algo loco total. No podía más que mirar hacia la arena de debajo de mis pies, para no cegarme con los granos que me daban en la cara. El viento silbaba todas las canciones habidas y por haber. Llegué incluso a meter en mi mente como un mantra-estribillo de canción inventada, que fuese al mismo ritmo que mis pasos. Para no pensar, para avanzar en modo piloto automático. El aire venía en contra sin parar y te desesperaba.

Alcanzo a un chaval argentino que va haciendo la carrera descalzo. Hablo con él y le declaro mi total admiración. No sé cómo puede aguantar lo mucho que quema la arena, ni las piedrecitas diminutas que inundan esos kilómetros del camino. Mucho no podemos hablar, porque si abres la boca, te tragas medio desierto, así que seguimos los dos hacia adelante en posición ángulo agudo, en contra del viento.

A lo lejos (otra vez ese lejos kilométrico), empieza a verse el horizonte vacío tras las dunas, que te lleva a adivinar la llegada al mar. No se ve, pero todos sabemos que, después de ese final, tendremos la maravillosa cuesta de bajada hacia la playa y de ahí, los últimos 10kms hasta meta. ¡¡Ya lo tenemos casi!!!!!!!!!! pienso… (ilusa de mí).


La bajada (misma super duna que subimos el primer día de carrera), es brutal. Me duelen los dedos de los pies cosa mala, pero borro de mi cabeza la existencia de mis extremidades inferiores y bajo disfrutando de las maravillosas vistas y de la ley de gravedad, como si no hubiera un mañana.
Último avituallamiento. Por fin. Me saco unos frutos secos, bebo y con toda la alegría de la que soy capaz, salgo a por esos últimos 10kms cercanos a la playa.


Ese tramo lo conozco y me vengo arriba al saber que yendo todo recto (aunque por arena blanda de cojones), voy a terminar en nada y menos.

A falta de 5 kms o así, veo otra línea de puntitos de colores subir por una duna alta y no doy crédito. Mis ojos hacen esfuerzos máximos intentando fijarse en si esos puntos se mueven o no. “Igual no son corredores” (quiero pensar con toda mi fe y esperanza), pero a medida que me voy acercando y veo que se mueven, me quiero morir. Me acuerdo en ese momento del director de carrera y toda su familia al completo. 

Subo a ritmo tortuga herniada, intentando animarme pensando en que, tras la duna, ya veré el campamento y todo será hacia abajo.

No es en esa cima todavía cuando veo el campamento, sino en la siguiente (mejor no transcribo mis pensamientos de ese momento).

Veo el arco de meta a lo lejos y aunque la arena es megablanda, ¡¡¡¡¡por fin es llana!!!…así que empiezo a correr hasta que de repente un… “ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…hostiaaaaaaaaaaassssssssssqué daño!!!!!”, que me hace parar en seco.

Noto que algo grave debe pasarme en una uña, porque me arde como si me la estuvieran arrancando. ¡Qué dolor! A esas alturas de la carrera, ya no era momento para parar, quitar polainas, medias, calcetines y zapatillas…sino de seguir, como mejor pudiese y llegar. 
Voy cojeando totalmente, porque no puedo apoyar la parte delantera del pie.

La historia interminable es un corto comparado con esos kms que me quedan. Entre la cojera y el tendón de Aquiles que lo llevo estirado tal que un tirachinas, deseo teletransportarme, no sé ya si a meta directamente o a las playas de Cancún, que total tampoco están tan lejos.

La parte positiva que voy pensando es que, si eso me llega a pasar antes, no acabo la etapa ni de coña, así que aún he de dar gracias a mis pies y piernas, por su paciencia.

Al ver a Mariano y a papi, salir del campamento, chillando como locos, animándome, saltando, corriendo a mi lado, se me pasa todo y voy minitrotando con un dolor de mil demonios en los pies, junto a ellos, hasta meta. 
Me recibe también Eusebio con una gran ovación y tal cual llego tiro los bastones a tomar viento fresco, que estoy de todo lo que llevo encima tras 11 horas de carrera, hasta el mismísimo moño (con c).

Etapa 2 segunda parte

Directa al llegar, me fui a la enfermería junto a Rami (que también llevaba los pies para amputar). Allí estaba mi amiga Estrella, canaria encantadora cuyos pies eran otro mapa y entre unos y otros nos fuimos animando para el momento curación. Recuerdo el dolor al pincharnos las ampollas y meternos aquel líquido rojo y se me ponen los pelos como escarpias. Literalmente gritábamos todos, hombres, mujeres, blancos, amarillos, ingleses o franceses. El dolor, no entiende de razas, fronteras, ni género.

Cuando el médico francés que me cura, me dice, que antes de la última etapa, debo volver a curarme, porque tengo 2 uñas infectadas y una a punto de arrancarse de cuajo (la que me mató de dolor en carrera), me viene a la mente un único pensamiento… “va a volver tu santa madre” (lo de santa, es por hacerme la santa).

De noche ya, nos reúnen a todos los corredores en meta para esperar y recibir como se merecen, a los últimos que finalizan la etapa larga. Incluso con los pies llenos de vendajes, nos marcamos allí unos bailes y lo pasamos en grande. Los voluntarios son geniales y dan alegría hasta a una piedra.
Lloro de la risa con Marce, que al estar pasándolo tan bien bailando sin parar, no tiene ganas ni de que lleguen los últimos a meta.

Teníamos dos días para la etapa larga y al haberla finalizado, el siguiente día fue para descansar. Charlar, reír, dormir pequeñas siestas bajo la única sombra con la que contábamos, meternos un poco en el agua (los valientes, yo sólo hasta la cintura)…y lo mejor de todo…comer lo que nos quedaba, con desespero. Pufff…qué hambre se pasa con los puñeteros liofilizados!!!





Etapa 3,  22.2 kms

A pesar de no tener ganas, fui la tarde anterior a curarme otra vez las heridas de guerra. Y de nuevo volví a morderme las manos para aguantar el dolor. 


Dormí fatal porque llevaba manos, brazos, piernas y cuello totalmente quemados y cada vez que algo me tocaba, ardía en llamas. Unido a eso, me acompañaba el dolor del tendón de Aquiles, que me tenía muy asustada. Mariano me había puesto un trozo de k-tape por el gemelo y al despertar, lo sentía mucho mejor…
pero los pies, ays los pies!!!

Faltando pocos minutos para dar comienzo la tercera y última etapa, Patricia (una mamá argentina, que compartía carrera con sus dos hijos maravillosos, Joaquín y Bella), me dice que me va a dar noséquéfármaco, que va a conseguir que no sienta tanto dolor en mis uñas maltrechas.
Yo, que recién me acabo de poner las zapatillas y no puedo ni caminar, soy capaz de tomarme hasta la epidural por la boca.

Me la trago sin agua ni nada y espero con ansia el efecto, que gracias al ambientazo que hay en el campamento, desmontando todo el mundo las tiendas, riéndonos de lo complicado que se hace conseguir el “8” con el método pliega-fácil que dicen tener, me llega más pronto de lo esperado. Sigo notando una de las dos uñas tocar el borde de la zapatilla, pero voy pudiendo tolerar el dolor.


Se colocan los camiones militares a las dos partes de la línea de salida y allí, con fotos, alegría, canciones y la motivación por las nubes, salimos en bandada a por nuestro último trayecto por el desierto.


Otro día con un recorrido precioso.


A partir de nuestro paso por el primer avituallamiento (km8), donde Dani nos anima como un descosido a todos los que vamos subiendo el cuestón hasta donde se encuentran, las vistas mar-desierto, son alucinantes.

La etapa es corta, la ilusión infinita y la mochila por fin, pesa algo menos, por lo que en cuanto los tramos son más llevaderos, todos corremos con ganas. De vez en cuando noto mis dedos quejarse, pero en general me sorprende el super efecto de la pastilla que me ha dado Patricia…¡¡no me duelen los pies casi nada!!

Cuando llego al 2º avituallamiento y pienso que ya voy por el km 15 y que en poco más de 7 kms, habré terminado esta nueva vivencia, ya se me encoge el estómago y se me nubla la vista de la emoción hecha lágrimas. Quiero aguantar y no romper a llorar, que 7kms de desierto no son 7 de asfalto y sé que se me pueden hacer interminables si encima los hago moqueando. 

Faltando 5 kms, oigo la música de meta a lo lejos…puffff…¡¡qué cerquita está ya!!

Pienso en mis niños que habrán terminado hace un montón de tiempo y en que igual, estarán de camino en bus (o colectivo, que dicen ellos) al hotel de Paracas. Pienso en la de cervezas que nos vamos a beber en la cena de gala y sonrío. Pienso en que quisiera ser tan suertuda como Patricia y que algún día, mi pequeña venga conmigo a estas carreras. Ays mi peque, mi niña, mi Lunita bella, cuantas veces he pensado en ella durante todas las etapas, calculando la diferencia horaria e imaginando qué estaría haciendo y dónde...Pienso también en mi padre, en cómo siento su compañía en todas mis carreras, en su empuje en los momentos de flaqueza (y en cuánto daría por volver a abrazarle). 

Subimos una última duna y desde lo alto, veo el arco de meta. Se me sale el corazón del pecho. Noto las pulsaciones a cien mil.

Por la bajada se ha de ir de lado y oigo el eco de mis pies pidiendo socorro al cambiarles la posición de la pisada. Ni caso les hago…y corro. Corro todo lo que puedo, como si acabara de empezar, con una ilusión infinita por llegar y cruzar una nueva meta.

Una vez más, intento enfocar (qué cegata estoy, la virgen!), porque a medida que me acerco, me parece reconocer los pantalones azul claro de Mariano, ver a varias personas antes de meta, levantando los brazos y corriendo hacia mí. No me lo puedo creer…¡¡Son ellos!!…¡son mis niños que están esperándome!!...qué alegría por favor, qué sorpresa, qué cariño tan enorme siento por todos ellos!!

Vienen hacia mí, Edu ondeando la bandera de España que tanto nos ha dado que hablar y reír estos días, Rami, cogiéndome de la mano con intención de ayudarme a correr hasta el final, Mari chillando como un descosido “dale Syl”, Carlos corriendo y uniéndose por un lateral, Hervé viniendo por el otro y papi Marce saltando a nuestro alrededor como si sus pies se hubiesen convertido en muelles. 


Representación fotográfica de mi semana en Perú (lástima no sacaran a Hervé, que estar, estaba). 
La llegada a meta, con mi nombre coreado al unísono por los 6, se ralentiza como si estuviese soñando y sucediendo todo a cámara muy lenta. Por primera vez en mi vida, no brotan pensamientos a borbotones en mi mente, lo único que brota es sentimiento. 
El maravilloso sentimiento de querer a 6 personas, de las cuales 5, ni existían en mi vida tan sólo 5 días atrás. 
La magia de la amistad, de la unión, de la sensación familiar que se siente cuando se convive y se comparte lo poco que se tiene. 
Ellos han sido mi familia, mi apoyo y mi alegría…y no puedo más que sentir lo mucho que Perú formará parte de mí mientras viva, al igual que lo formarán ellos.

Rompo a llorar al unirnos los 7 en un gran abrazo de equipo. 

El inolvidable abrazo del equipo 49.



Se lo he repetido muchas veces, pero vuelvo a dar las gracias a mi amigo Mari por haberme hecho formar parte de esta carrera y de su grupo de amigos.

Gracias a él y también a Marce, Rami, Hervé, Edu y Carlos, por la semana tan espectacular que vivimos juntos en Perú, tanto en la carrera, como en nuestro posterior viaje a Cusco y Machu Picchu. Gracias por saber disfrutar de todo, de las dunas, de los kms, de la música, del tequila, del pisco power y de los bailes, sin dejar de ser megafantásticos...(aunque menos corriendo, la campeona fuera yo... ;-). También a Bella, Joaquín, Nano y Mauro, que compartieron parte del viaje con nosotros. 

Gracias especiales a todos los compañeros de carrera argentinos, que me hicieron sentir ganas hasta de pedir la doble nacionalidad.

Gracias a la organización, que para ser la primera edición Perú, me pareció espectacular. Tanto voluntarios, organizadores, como médicos, tuvieron un trato familiar y acogedor con nosotros en todo momento. 

Gracias, como no, a mi gente, que me quiere y apoya incondicionalmente allá donde voy y a todos (que son un montón) los que dedicaron parte de su tiempo a enviarme mensajes al desierto a través de la organización (valen oro cuando se está tan incomunicado de la civilización).

De verdad que he sido muy feliz y esa felicidad me la habéis aportado todos vosotros. 

Un millón y pisco de gracias. 




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